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Mitos y transparencia

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Gerente de Sostenibilidad GNL Quintero

En el mundo de la post-verdad, es extremadamente difícil generar confianzas. En el caso de la bahía de Quintero, no resulta fácil separar mitos y verdades en torno a la contaminación. Que es una bahía con problemas históricos de polución ambiental, nadie lo podría negar. Pero tampoco es correcto afirmar que las industrias no respetan las leyes y hacen lo que se les antoja.

El desafío de una sociedad madura es ser capaz de diagnosticar de forma clara y precisa los avances y las brechas, para así poder determinar lo que se requiere para estar mejor. No basta con decir que hay contaminación. Es necesario especificar qué parámetros son los que están elevados, comparados con qué normas, en cuál de los elementos del medio.

Por ejemplo, en aire no es lo mismo una excedencia horaria que superar un promedio anual, como no lo es el anhídrido sulfuroso y los óxidos de nitrógeno. Lo mismo en agua y suelos.

En otras palabras, es necesario sofisticar el diagnóstico generalista que puede caer en la caricatura, para poder cerrar las brechas específicas de forma objetiva.

Todo lo anterior debe hacerse de cara a la ciudadanía. Solo la transparencia podrá ayudarnos a recuperar confianzas. En ese sentido no ayuda que la legislación chilena se base en mediciones financiadas por las mismas empresas. Aun cuando son realizadas por laboratorios certificados, hay parte de la población que duda.

La comunidad en esto es como Santo Tomás: ver para creer. Generar monitoreos participativos, donde la ciudadanía puede conocer las estaciones monitoras de calidad del aire, acompañar a los técnicos que toman las muestras en agua, visitar los laboratorios donde se analizan, parece una buena idea.

Así podremos decir qué falta, sin necesitar negar lo avanzado, y establecer planes concretos y específicos, considerando las posibilidades tecnológicas y los costos asociados.

El desarrollo sostenible se trata de ser capaces de congeniar distintos intereses sociales en pos de un verdadero progreso. No se trata de sacrificar una zona hiriendo a la comunidad, ni de pretender tener todos los beneficios de la modernidad eludiendo que se requieren industrias para producirlos. El desafío es ser capaces de compatibilizar la calidad de vida con la industrialización y la debida protección ambiental. De eso se trata, y se puede.

Alfonso Salinas M.