Convocado por la siempre inquieta Fundación Piensa, el directorio de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) llevó a cabo ayer una interesante sesión en el Sporting Club de Viña del Mar, con su presidente, Bernardo Larraín Matte; sus vicepresidentes, Jeanette Awad y Gonzalo Said, y sus directores. En el evento, Larraín fue instado a explicar cómo ve efectivamente el gran empresariado a la Región de Valparaíso y de qué forma cree que puede perfeccionarse el proceso de descentralización que lleva el país.
Partiendo por la premisa de que el gran enemigo es la cantidad de regiones (una crítica a la recientemente creada Región de Ñuble y a los embates por independizar la de Aconcagua), Larraín propuso pensar el territorio desde las macrozonas planteadas hace un buen tiempo por el ex Presidente Ricardo Lagos Escobar y la relevancia de buenos pilotos de Planes Regionales de Ordenamiento Territorial (Prot).
Respecto del tema fiscal y la descentralización tributaria, el titular de la Sofofa llamó a no pecar de ambiciosos por lo que supone un riesgo latente en esa segunda alma del Estado llamada Hacienda (que a nadie se le ocurra ni susurrar el concepto de "federalismo tributario"). Por lo mismo, postuló la creación de un banco de proyectos sociales, fondos de desarrollo local con el 1% sobre el impuesto de primera categoría y una llamativa intermediación de fundaciones que permitan apoyar las carencias de los municipios pequeños, entregando una cifra concluyente: hoy, 5 comunas concentran el 42% de las patentes municipales en nuestro país.
Mejorar la capacidad de gestión, modernizar el Estado, acabar con el crecimiento de los costos estructurales y la inamovilidad funcionaria fue una de las sugerencias del presidente de Piensa, Gonzalo Bofill.
El ejercicio de mirarnos al espejo también se aplicó respecto del -para nosotros- déficit de infraestructura y proyectos, como el tren rápido a Santiago, los problemas hídricos y la capacidad portuaria, planteados esta vez por Eduardo Dib.
La visión de Sofofa es, al menos, desconcertante para los supuestos con los que la Región ha trabajado los últimos años: hay falta de coordinación entre Valparaíso y San Antonio, siendo una misma macrozona portuaria; las expansiones debieran planificarse en conjunto, incluyendo temas de acceso, multimodal y, obviamente, el proyecto de tren rápido a Santiago. Respecto del Terminal 2, Larraín (haciendo el disclosure de su rol dentro del grupo controlador de Puerto Central en San Antonio) fue categórico: en el frente de atraque hay sobrecapacidad. Hoy no se necesita el T2 ni tampoco el PGE, dado el escenario del comercio mundial y la actual guerra de tarifas. ¿No dará este último punto, al menos, para una discusión local medianamente seria al respecto?