Ambulantes, amenaza siempre presente
La nueva plaza O'Higgins no debe ser opacada por la presencia del incombustible comercio informal.
Finalmente será entregada al uso público la tradicional Plaza O'Higgins de Valparaíso tras largos trabajos no exentos de dificultades y polémicas. Las obras quedarán terminadas en abril del próximo año y, a la vez, también se espera que en el curso de 2019 estén allí en servicio 480 estacionamientos subterráneos, obras que se han prologando por una década y que afrontaron variadas sorpresas que van más allá de la ingeniería, como el hallazgo de restos de la cultura diaguita.
Bueno, los estacionamientos subterráneos parecen atraer malas vibras, afirmación esotérica a partir del caso de aquellos de la viñamarina plaza Sucre complicados por napas del subsuelo y por eternos enredos judiciales.
Pero más allá de problemas, el propósito de la Municipalidad es entregar una digna plaza renovada junto al Congreso, incluso con la vuelta de los maltratados anticuarios que nuevamente tendrán un espacio para ejercer su actividad, indudable atracción de este patrimonial puerto de nostalgia.
Buenos propósitos municipales y aspiraciones de vecinos y visitantes que chocan con la realidad del comercio ambulante del sector, especialmente de la avenida Uruguay, que copa esa importante calle, afecta al comercio formal y aleja a clientes de los anticuarios.
Claro que el problema no es únicamente de ese sector, pues los vendedores informales ocupan importantes calles de Valparaíso y Viña del Mar y su presencia aumenta justamente en estos días previos a Navidad.
Es cierto que las autoridades, con muy buenas intenciones y con cierta ingenuidad, intentan resolver el problema habilitando espacios acotados para esa actividad, pero esos espacios son superados por la realidad de un comercio que genera empleos precarios con problemas como la evasión tributaria y previsional, la falta de seguridad, desaseo y la creación de canales para la venta de productos de dudosa procedencia, incluso robados y hasta droga.
¿Es posible terminar con ese comercio que parece ser virus en permanente multiplicación? ¿Existe constancia y voluntad política para hacerlo? Interrogantes permanentes que cuando tienen respuesta en una acción enérgica de la autoridad se diluyen y terminan en una condena a Carabineros que debe actuar en terreno y esto en momentos en que la policía se ofrece como un blanco fácil por su acción u omisión.
Es, sin duda, necesaria la acción en terreno, pero hay que ir más allá buscando las fuentes de abastecimiento de los ambulantes con un trabajo de inteligencia para descubrir redes y lugares de acopio. Esta tarea exige constancia para así recuperar espacios hoy parcelados por una actividad que nada aporta, pero que destruye el entorno urbano y desalienta el comercio formal sometido a mil reglas y riesgos.