Con nostalgia y satisfacción los viejos porteños ven como nuevamente se están poniendo en marcha los ascensores que fueran el principal medio transporte de la ciudad entre el plan y los cerros.
La semana pasada el ministro de Obras Públicas Juan Andrés Fontaine entregó oficialmente a la ciudad el restaurado ascensor Cordillera, el segundo más antiguo de Valparaíso, construido en 1886. Su operación en marcha blanca ha tenido interrupciones que son atendibles en el rescate de un medio de transporte no tradicional construido con técnicas del siglo XIX. La inversión en la recuperación llegó a los mil 800 millones de pesos.
El año recién pasado entró en funciones el ascensor Espíritu Santo, importante medio de acceso al cerro Bellavista.
Para marzo se anuncia la muy postergada puesta en marcha del ascensor Concepción, que comunica el nudo Prat-Esmeralda-Cochrane con el paseo Gervasoni. Fue el primero de la ciudad, inaugurado en 1883, iniciativa de Liborio Brieba, olvidado autor de una serie de entretenida historia novelada quien, junto con escribir, hizo los cálculos de pendiente y fuerza motriz necesarios para hacer posible un medio de transporte, que sin ser exclusivo en el mundo, es ícono del patrimonio porteño.
Se anuncia, además, para mediados de este año la puesta en marcha de los ascensores Monjas y Villaseca, el último que hasta hace pocos años siguió operando con máquina a vapor, mientras otros ya habían adoptado la tracción eléctrica.
Continuando en el rescate próximamente se licitará la recuperación de los ascensores Artillería, actualmente en funciones, Florida, Mariposa y Larraín. Entretanto operan regularmente los elevadores Barón, Polanco, Reina Victoria, El Peral y San Agustín.
Así, con las obras señaladas de recuperación y con aquellos elevadores actualmente operando, Valparaíso rescata parte de los 30 ascensores que funcionaban hasta los años 50 y reactiva un sistema de transporte que enfrenta el desafío de buses y taxibuses que cubren con mayor flexibilidad las demandas del crecimiento de la parte alta de la ciudad hasta elevadas cotas.
Sin embargo, en buenas condiciones, los ascensores continúan siendo alternativa de transporte y una indudable atracción para los turistas.
Completados los aspectos técnicos de la restauración, llega la hora de definir el modelo de gestión del renovado sistema. Y en esa definición se debe avanzar en resguardo de los importantes logros ya señalados con una organización en que compartan responsabilidades los sectores público y privado, sin burocracia y alejada de los intereses políticos, cautelando los intereses de la ciudad, sus habitantes y su patrimonio.