El calvario e historias de las víctimas de la matanza en N. Zelanda
TRAGEDIA. Amin, Muhammad y Nadeem, los casos que marcan el pesar mundial por lo ocurrido en Christchurch.
Habían caminado juntos ese tramo inofensivo tantas veces. Cada viernes, Yasir Amin y su padre transitaban ese camino con dirección a la mezquita donde rezaban juntos, en paz, una rutina tan tranquila y cotidiana que Amin quedó casi cegado por la confusión cuando un hombre llegó con un arma desenfundada.
Amin y su padre, Muhammad Amin Nasir, estaban a unos 200 metros de la mezquita de Al Noor cuando todo sucedió. No tenían idea de que un supremacista blanco había matado a por lo menos 41 personas dentro de los pasillos sagrados de la mezquita, o que más personas morirían en una segunda mezquita poco tiempo después.
Lo único que sabían era que un automóvil que había pasado junto a ellos se detuvo repentinamente. Un hombre se asomó por la ventana del vehículo, apuntándoles con un arma.
"¡Corre!", grito Amin.
Empezaron los disparos. El hombre comenzó a correr. Pero a los 67 años, Nasir no pudo mantener el ritmo de su hijo de 35. Por lo que se rezagó, por dos o tres fatídicos pasos.
En medio de las ráfagas, Amin volteó para gritarle a su padre que se acostara en el suelo. Pero Nasir ya estaba cayendo.
El agresor se fue y un charco de sangre comenzó a salir del cuerpo de Nasir.
"¡Papá!", comenzó a gritar Amin. "¡Papá! ¡Papá!".
Amin nunca había visto a una persona baleada. Dejó Paquistán para mudarse a Christchurch hace cinco años y fue acogido por una ciudad multicultural que se sentía como el lugar más seguro en la Tierra. Su padre, que cultiva hortalizas, trigo y arroz en Paquistán, también se dejó seducir por la naturaleza de una ciudad en el fondo del mundo.
Y así, Nasir empezó a visitar más seguido a su hijo, a veces pasando hasta seis meses en Nueva Zelanda para después regresar a Paquistán para atender su cosecha. Nasir llevaba sólo tres semanas en su visita más reciente cuando recibió tres disparos.
Desde el suelo, Nasir miró a su hijo, sin poder hablar, con lágrimas descendiéndole por las mejillas. Amin corrió a su auto para tomar su teléfono y llamó a la policía. Los agentes llegaron al poco tiempo y en cuestión de minutos padre e hijo estaban en una ambulancia rumbo al hospital.
Nasir siempre había sido más que un padre para Amin. Cuando tenía 6 años, su madre murió lo que dejó a Nasir encargado del pequeño junto a sus otros cuatro hermanos. Nasir se convirtió en madre y padre, en un recurso confiable de risas y con un gran corazón. Adoptó a la nueva comunidad de amigos de su hijo en Nueva Zelanda como si fueran su propia familia. Y a su vez, la comunidad le abrió los brazos a un nivel que al principio lo confundió.
Nasir continúa en un coma inducido con heridas graves, aunque su condición se ha estabilizado. Las balas perforaron su hombro, pecho y espalda.
En otra de las historias de esta tragedia está la de Nadeem Rasheed, profesor de 52 años, que murió como su hijo Talha Naeem, de 22, y que hoy es recordado como #NaeemRashid en las redes sociales por muchos paquistaníes que elogian al héroe que trató de impedir el paso de uno de los terroristas que atacaron dos mezquitas.
El profesor y su hijo Talha Naeem perdieron la vida con otros cuatro paquistaníes en el asalto terrorista que causó 49 muertos y cerca de medio centenar de heridos, según confirmó ayer el Ministerio de Asuntos Exteriores de Pakistán.
En uno de los vídeos del ataque a la mezquita Al Noor, difundido por el propio asaltante, se ve como Rasheed trata de detenerlo, pero el intento no tuvo éxito y resultó herido.
El profesor, procedente de la ciudad paquistaní de Abbotabad y que se instaló en Christchurch en 2009 para cursar un doctorado, fue trasladado a un hospital, donde falleció a causa de sus heridas.
"El mundo debe ver como un musulmán paquistaní sacrificó su vida tratando de salvar la de otros", escribió el usuario Salar Sultanzai en twitter.