A la espera de los premios ferroviarios
Mala suerte ha tenido la Región en los últimos sorteos de trenes, pues los números ganadores han estado siempre en la capital. Los dos proyectos de vía entre Valparaíso y Santiago deben someterse a un largo recorrido a través de rieles burocráticos para llegar a alguna estación.
En la lotería ferroviaria la Región de Valparaíso definitivamente tiene mala suerte. Ya tiene asegurado un premio el tramo entre Santiago y Melipilla, vía que entrará en funciones en 2025. Extensión de 61 kilómetros que se recorrerán en 47 minutos y con un costo de US$ 1.560 millones. Otro ganador es el recorrido entre la capital y Batuco, 27 kilómetros a los que se podrían sumar otros 22 para llegar a Til Til, inversión de US$ 623 millones.
Y sigue a la espera, larga espera, el tren Valparaíso-Santiago. Están en la mesa dos proyectos que tienen todavía un largo recorrido por rieles de las empinadas cuestas de la burocracia. Ante esas propuestas el ministro de Obras Públicas, Juan Andrés Fontaine, recuerda que "ambas iniciativas están en evaluación por parte de la Dirección de Concesiones y van a ser presentadas este mes al Consejo de Concesiones para que se pronuncie respecto de si recomienda o no declararlas de interés público y, una vez que eso haya ocurrido, ambas inicien sus procesos de estudios, para efectos de tener más antecedentes y en base a eso podamos decidir cuál de las dos es preferible". Pero, advierte el ministro, "de acuerdo a la Contraloría, antes de poder otorgar la declaración de interés público, cualquiera sea el pronunciamiento del Consejo de Concesiones, necesitamos un mandato de EFE para esta actividad ferroviaria. La Ley de Concesiones estipula eso". Como se ve, un largo camino antes de poder gritar ¡Lotería!, pese a las buenas intenciones de Sebastián Piñera, quien, afirma el ministro, "se ha manifestado muy partidario de, con sentido de urgencia, poder poner en marcha esta solución ferroviaria".
Nada nuevo bajo el sol, pues la línea ferroviaria actual entre Santiago y Valparaíso, hoy casi en condición de resto arqueológico, demoró 21 años en concretarse, desde la idea de Wheelwright, en 1842, la discusión parlamentaria, 1847 a 1849, la iniciación de la obra, octubre de 1852, hasta la inauguración en 1863. Claro que era el siglo XIX y como estamos en el XXI habrá que confiar en el "sentido de urgencia" presidencial de que habla el ministro Fontaine.
Mientras tanto, como premio de consuelo, se anuncia el término de los estudios de ingeniería para prolongar el recorrido de Merval de Limache hasta La Calera (22 kilómetros), de hecho la recuperación de un tramo que, precisamente, data de 1863 y que funcionó exitosamente hasta hace algunas décadas.
Y en esto de las esperas, detallito olvidado, la estación Valencia de Quilpué, largamente anunciada, estudiada y de reconocida necesidad, que duerme en el abultado catálogo de promesas que no se cumplen.
Pero no hay que perder las esperanzas, a lo mejor en el sorteo que viene nos sacamos alguno de esos esquivos premios ferroviarios.