Tomás Moggia C.
La tensa relación entre la sociedad anónima de Everton y algunas agrupaciones de hinchas oro y cielo llegó a un punto dramáticamente complejo. El miércoles por la noche, entre 30 y 40 fanáticos auriazules ingresaron de forma violenta al Novotel de Viña del Mar, lugar donde el club realizaba una cena gala enmarcada en las actividades por su aniversario 110.
A esas alturas, prácticamente todos los invitados, incluyendo a autoridades, dirigentes, funcionarios de la sociedad anónima, jugadores del plantel y exfutbolistas, se encontraban en el tercer piso del hotel ubicado en 6 Norte con Libertad. Atrás había quedado la alfombra roja y el recorrido que repasaba, a modo de línea de tiempo, los hitos más importantes en la historia institucional.
Fue mientras el presidente Pedro Cedillo pronunciaba un discurso que los hinchas lograron ingresar al recinto. No todos alcanzaron a llegar hasta el salón: algunos quedaron retenidos, peleando con los cerca de diez guardias que se encontraban en el acceso del hotel. Dos de los guardias subieron para intentar detener a los que habían conseguido ingresar a la fuerza, y uno de ellos se llevó la peor parte al terminar con una mano fracturada tras recibir una golpiza. Los hinchas tampoco salieron ilesos: uno sufrió una fractura en la pierna, aparentemente en el tobillo, y tuvo que ser trasladado a un centro asistencial.
Al ver a la turba ingresando, algunos de los presentes atinaron a esconder y resguardar los trofeos de 1950, 1952, 1976 y 2008. Y por poco no se llevaron una de las copas.
Al interior del salón intentaban entender lo que ocurría afuera al escuchar el alboroto. Después de tanto presionar las puertas, cerca de 15 exaltados lograron ingresar al comedor, e intentaron desplegar un lienzo que rezaba "Abran la Corporación". Pero lo que pretendía ser una protesta pacífica fue descontrolándose. Los hinchas apuntaron sus gritos hacia Antonio Bloise, actual presidente honorario del club y quien es sindicado por ellos como el responsable de que hoy la institución esté en manos extranjeras, así como que la Corporación Everton carezca de peso y tenga las puertas cerradas a sus propios hinchas. Las críticas también cayeron sobre Pedro Cedillo, mientras que Carlos Salazar, timonel de la Corporación, intentó pasar inadvertido.
Ni Gustavo Dalsasso se salvó. Como tantas otras veces, el actual director deportivo del club fue el primero en intentar calmar los ánimos y conciliar con los hinchas, tal como lo hizo el año pasado cuando irrumpieron en el CDE para presionar a dirigentes y al ex DT Javier Torrente. El exgolero fue encarado en duros términos, le dijeron que era un "vendido" y que había perdido piso como ídolo. Pero como aquel navegante que sabe surcar aguas bravas, Dalsasso mantuvo la compostura y la tranquilidad. Dentro de los hinchas más exaltados, un par de mujeres terminó discutiendo en duros términos con el meta Cristian Campestrini y el volante Álvaro Madrid. Al final, en el escape, los fanáticos tiraron un extintor casi como una suerte de bomba de humo.
Una vez que los hinchas se retiraron, el tenso ambiente se mantuvo, y Antonio Bloise tomó el micrófono. Secundado por Cedillo, Dalsasso, Cristián Uribe y Marcos Velásquez, el empresario viñamarino dijo que "el tamaño de las instituciones está en la mente de los hinchas, pero de los verdaderos hinchas, no de los que vinieron a 'huevear' a la fiesta". Defendiéndose, agregó: "Tomamos el club lleno de juicios y deudas generadas por gente que de alguna manera hizo su esfuerzo, pero mal hecho. Entregamos el club sin ninguna deuda ni juicio, y lo entregamos con infraestructura, títulos e historia".
Las aguas están lejos de aquietarse en Viña, y el mismo Bloise, así como Cedillo, el gerente general Carlos Oliver, el jefe de seguridad del club, Eduardo Acuña, y otros funcionarios, han recibido amenazas de parte de los hinchas.
La noche del miércoles arrojó un saldo final de cuatro hinchas detenidos y daños materiales en el hotel, pero tanto al interior del club como en las autoridades locales crece el temor y la preocupación en torno a un clima hostil, fuera de los límites, que lamentablemente podría seguir escalando en los niveles de violencia. A raíz de los hechos, el club anunció que interpondrá una querella en tribunales.
El llamado de la agrupación de hinchas
Los barristas que protagonizaron los incidentes pertenecen a varios grupos independientes. Por ello es que emitieron un comunicado como Agrupaciones de Hinchas de Everton de Viña del Mar, en el cual aseguran que la movilización se realizó "de manera pacífica, donde no hubo ninguna intención de agredir a terceros... el objetivo fue entregar un mensaje fuerte y claro: que abran la Corporación y escuchen a la gente y sus reales necesidades". Y agregaron: "Negarnos la participación, la decisión, el acceso al estadio, imposibilitar la asistencia a familias por sus altos precios... eso es violento".