Se estima que para el año 2031 los adultos mayores superarán a los menores de 15 años. En cifras recientes del Instituto Nacional de Estadísticas, la Región de Valparaíso de una población estimada el año 2035 en 2 millones 165 mil habitantes, un 22,2% corresponderá a personas mayores de 65 años.

Por otro lado, el estudio de una caja de compensación señala que en nuestra Región un 28% de los adultos mayores tiene alguna actividad remunerada, sea ello por el deseo de mantenerse vigente o debido a lo bajo de sus pensiones.

Todo lo anterior muestra un cuadro general derivado de las mayores expectativas de vida de la población y un impacto social y económico que esa realidad está expresando cada día con mayor fuerza.

La pregunta es sí está la sociedad chilena afrontando en sus organizaciones y en su estructura esa realidad.

Pese a justificadas críticas nuestros sistemas de salud contribuyen a aumentar las posibilidades de longevidad de la población.

Así, por solo citar un ejemplo, la calidad de la cardiología regional y nacional ha alcanzado un alto nivel, expresado hace ya bastante tiempo por el precursor trabajo del doctor Jorge Kaplán y continuado hasta el día de hoy con procedimientos que permiten justamente prolongar la vida de las personas.

Sin embargo, esa mayor vida, impensable hasta hace pocos años, no tiene un consecuente acompañamiento. En el campo específico de la medicina, la cantidad de geriatras es muy reducida. Se informaba hace poco que para toda la zona Norte del país solo había un especialista en ese campo. En la Región la capacidad de atención especializada también es limitada.

Y en el nivel nacional no se ven proyectos que aborden integralmente esa realidad cada día más evidente, tanto en personas mayores invalidas como autovalentes.

Pero dejando de lado el tema médico, hay aspectos generales de la estructura social que no asumen el envejecimiento de la población y sus necesidades materiales y también afectivas.

Un caso concreto refiere al transporte público en el cual las facilidades para las personas mayores son muy limitadas, ya sea en los vehículos mismos como en las tarifas. Mayores ventajas en lo tarifario tienen los estudiantes, incluso más allá de sus tiempos de trabajo escolar.

En lo afectivo el tema es más complejo. Se echa de menos una conducta social y familiar y de acompañamiento a los adultos mayores, fuera de consideraciones de salud o económicas sin duda importantes.

La longevidad que expresan nuestras estadísticas demográficas son el resultado de políticas que, con múltiples fallas, finalmente han resultado exitosas y que nos sitúan ante una responsabilidad social que debemos asumir: asegurar calidad de vida a quienes hemos entregado mayores expectativas de existencia.

150 años | 1 de julio de 1869

Ingleses nos regalan cartas hidrográficas

Nuestro Ministro en Londres ha enviado al Ministerio de Marina seis cartas hidrográficas de la parte oriental del Estrecho de Magallanes, que el gobierno británico ha obsequiado a Chile a nombre del Almirantazgo. Estas cartas han sido levantadas por el capitán Mayne y los oficiales de la corbeta de Su Majestad Británica, "Nassau".

100 años | 1 de julio de 1919

Prensa alemana frente al Tratado

BERLÍN, 30.- Algunos diarios de esta capital enlutaron sus columnas al anunciar la firma del Tratado de paz con los vencedores de la guerra y pusieron encabezados como los siguientes: "La suerte de Alemania ha sido sellada", "Paz y aniquilamiento". En general, casi toda la prensa abunda en expresiones de aguda melancolía y pesimismo.

50 años | 1 de julio de 1969

Argentina en Estado de sitio

BUENOS AIRES, 30 (AP).- El dirigente Augusto Vandor, considerado el principal orientador de una corriente gremial moderada que trataba de negociar un entendimiento con el gobierno militar, murió hoy acribillado por ráfaga de ametralladora en la sede de la Unión Obrera Metalúrgica en esta capital, de la cual era secretario general.

El vil asesinato de una colega, profesor de la Universidad de Colombia Británica en Canadá, es una tragedia anunciada y suficientemente pregonada. Canadá ha sido nuevamente calificado con la mejor calidad de vida del mundo. No uno bueno, el mejor. Sus ciudades se caracterizan por ser pluralistas, inclusivas, respetuosas, multiculturales, tolerantes de razas, culturas y religiones.

En Valparaíso, al contrario, no asimilamos que el respeto a nuestros derechos, libertad y seguridad, comienza con nuestro respeto a los demás y no al revés. Nuestros problemas son esencialmente antropogénicos y carecemos colectivamente de liderazgo y de la determinación para decir basta ya. Una ciudad no se construye en la mediocridad. Lo que se potencia con sacrificio, creatividad y buenas intenciones, se desintegra por un dejar hacer sin control real. Una ciudad no es tolerante, democrática, pluralista, abierta, justa, integra, cuando sus habitantes viven en la inseguridad y en el despojo de sus derechos de ser libres de caminar por sus calles sin riesgos, asaltos, orina, basura, bocinazos, vulgaridades, groserías, falta de vigilancia, descontrol, etc. Todos estos comportamientos son atentados a sus ciudadanos, a los que diariamente se esfuerzan para vivir en forma convival y aportar.

Desenfrenos como estos, en un país calificado con la mejor calidad de vida del mundo y con un inmenso respeto por todos, no se discuten, ni se toleran. En Canadá se crean las condiciones para que los derechos de todos sean respetados. Es justamente por eso que la lista de lo prohibido, es más larga que la de lo permitido y nadie se lamenta, pues así se protege a todos. Las leyes se cumplen, las normas se fiscalizan, el ejercicio educativo es continuo y la acción policial es irrenunciable si se atenta contra los ciudadanos. Un grafiti dura 48 horas y los actos vandálicos son sancionados severamente. Absolutamente nadie se puede apropiar de los lugares públicos para hacer lo que le guste. La libertad termina donde comienza la del vecino. Se fiscaliza severamente y los gobiernos centrales, provinciales y municipales invierten en su ciudad y en la de sus habitantes, que viven pidiendo disculpas por si son causantes de algo inapropiado.

Valparaíso, no es una ciudad turística comparable a Canadá y por tanto, las causas sociales y económicas, no son un misterio. Sabemos que el Estado en Chile no pondera la histórica y permanente deuda con Valparaíso y menos su aporte real a una abandonada ciudad patrimonial, usada como marca turística. Conocemos que los necesarios cambios culturales demoran generaciones. Por ello la sincronía entre el cambio cultural y la intervención es ineludible e irrenunciable.

Se requiere educar para cambiar comportamientos y se necesita ahora prohibir, fiscalizar y sancionar y no tener temor a ello, pues es así como se protege a todos. Canadá, con millones de inmigrantes de todos los continentes no ha tenido aprensión y lo ha logrado. Quizás si el crimen del profesor canadiense fuera el punto de inflexión frente a la ignorancia, la indiferencia, la ceguera, la falta de conciencia y la inacción, su muerte nos quedará en el recuerdo, como algo que indujo el cambio.