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PDI revela que en la anterior casa de Natalia Guerra había rastros de fogatas similares a las de Colliguay

CASO ANTARES. La hoguera estaba en el suelo y tenía características "atípicas", por lo que se realizaron peritajes para descartar cualquier anomalía. Experto en sectas recomendó indagar últimos cultos.
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Cristián Rodríguez F.

Aunque no se entregaron mayores detalles, uno de los antecedentes que más llamó la atención cuando fue detenida Natalia Guerra Jequier -la madre del lactante de dos días de vida que en 2012 fue incinerado como parte de un ritual de la Secta de Colliguay, en Quilpué- fue que en la propiedad que arrendaba junto con su pareja en Isla de Maipo continuaba realizando reuniones de culto supuestamente de tipo espiritual.

De acuerdo a la Policía de Investigaciones (PDI), al domicilio asistían entre cinco y seis personas de manera periódica. Todo ello, mientras Natalia permanecía prófuga de la justicia tras ser condenada en marzo de 2017 a cinco años de presidio efectivo como autora del delito de parricidio.

De inmediato las sospechas se volcaron en una supuesta continuidad de la recordada secta que ese año lideraba Ramón Castillo Gaete -autodenominado "Antares de la Luz", quien meses después se terminaría suicidando una vez que el caso quedó al descubierto.

Si bien desde la institución policial insistieron en que las reuniones de culto no estaban prohibidas en el país -lo que sí se sanciona es la eventual comisión de un delito-, se abrieron una serie de interrogantes al desconocerse si las personas en cuestión se reunían con Natalia o más bien con Constanza Etcheberry, el nombre falso que utilizaba para no ser reconocida entre sus vecinos.

Restos de fogata

Pero lejos de eliminarse las sospechas, la PDI dio a conocer nuevos antecedentes que harían aumentar las dudas en cuanto a que la mujer podría haber estado participando de otro grupo con eventuales características de secta.

Según reveló a este Diario el jefe (s) de la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales (BIPE) Metropolitana, comisario Juan Pardo, en el anterior domicilio donde vivía Natalia, ubicado en Calera de Tango, se encontraron restos de una fogata que presentaba características similares a la que se hizo en Colliguay cuando se dio muerte al bebé, en 2012.

"Cuando los nuevos arrendatarios llegaron al domicilio y supieron que allí vivía Natalia Guerra (encontraron una tarjeta de crédito de ella y su licencia de conducir), nos informaron que en el patio habían rastros de una fogata (...) Estaba hecha en el suelo y tenía similares características a las anteriores. Tenía rasgos atípicos", detalló el comisario.

Frente al hallazgo, el jefe (s) de la BIPE agregó que "hicimos los peritajes correspondientes con el fin de descartar alguna situación que fuera producto de delito". "Periciamos el sector con peritos químicos y bioquímicos, con perros y con buscadores de cuerpo con el fin de descartar alguna situación que fuese reiterativa con respecto a la Secta de Colliguay. Esto se hizo antes de que ella fuera detenida y se descartó cualquier sospecha", indicó Pardo, agregando que en la propiedad donde fue detenida la mujer "no había ningún tipo de indicio" de otras fogatas.

Investigar reuniones

Todas las interrogantes que surgieron tras dar con el paradero de Natalia son las que, a juicio de Humberto Lagos, doctor en sociología y experto en sectas, deben ser resueltas lo antes posible para determinar qué tipo de conducta mantenía la madre del lactante al seguir con reuniones de culto.

"Son relevantes todos los detalles que puedan obtener las policías respecto de quiénes acompañaban a Natalia en el último tiempo y quiénes formaban parte de esos pequeños grupos. Es importante la declaración que pueda entregar la pareja de ella y también las personas que se reunían en su domicilio, porque es bastante probable que vayan apareciendo algunas evidencias de que esas reuniones tenían ciertos sesgos de carácter sectario religioso", advirtió Lagos.

En esa línea, el experto agregó que si ese grupo de personas al que hizo referencia la PDI estaban en conocimiento de que se trataba de Natalia Guerra, "se convierten en personas bajo la perspectiva de los tribunales y debiese ser investigados como encubridores".

Y agregó: "Es bastante probable que esas reuniones tuvieran que ver con temas religiosos, porque Natalia estaba allí inmersa. En lo personal, creo que quienes iban ahí sabían exactamente quién era ella", comentó el sociólogo.

Sin acompañamiento

En marzo de 2017, el Tribunal de Garantía de Quilpué condenó a los siete implicados en la Secta de Colliguay. Cinco de ellos accedieron a una libertad vigilada que cumplieron en diferentes centros de reinserción social, mientras que Pablo Undurraga y Natalia Guerra fueron sentenciados a cinco años de presidio efectivo por homicidio calificado y parricidio, respectivamente.

Sin embargo, Natalia fue la única que decidió no cumplir su condena, lo que para el experto en sectas resultó clave para mantener una vida como la que llevaba hasta ahora.

"Ella tuvo un problema cuando evadió el cumplimiento de su condena. Cuando uno ve al resto de los condenados, todos recuperaron la cercanía de sus familias y tuvieron acompañamiento psicológico y psiquiátrico que los hizo, entre comillas, volver a la normalidad. Pero Natalia no tuvo esa posibilidad al fugarse, lo que le ha impedido sanarse después de los terribles impactos que le tocó vivir", explicó el sociólogo, quien aseguró que al estar cumpliendo la condena "naturalmente tendrá asesoría de la familia y un tratamiento".

Por lo mismo, Lagos no descartó que en ella pudiese haber aún existido rasgos sectarios. "Efectivamente está la posibilidad de que todavía se mantengan algunos indicios de comportamiento similar a aquellos que guardaba en la convivencia con Antares. La probabilidad siempre está abierta a que se trate de la repetición de un hecho de carácter sectario", explicó.

Investigación penal

Consultado al respecto, el fiscal que investigó el caso, Juan Emilio Gatica, aseguró que por ahora no está descartado abrir una eventual investigación asociada al caso, aunque precisó que en los próximos días se avanzará en detalle.

"Con el informe de la PDI respecto de la detención y las circunstancias se podrá verificar si eventualmente se continúa con una investigación por encubrimiento. Para eso, se tiene que determinar también quién eventualmente lo cometió, cuándo y dónde", comentó el persecutor, quien respecto a las reuniones que mantenía Natalia agregó que "hay que revisar bien de qué se trataba y si es que amerita decretar alguna diligencia".

"Periciamos el sector con peritos, perros y con buscadores de cuerpo con el fin de descartar alguna situación que fuese reiterativa respecto a la Secta de Colliguay"

Comisario Juan Pardo, Jefe (s) de la BIPE Metropolitana

Grupos en la zona en la precordillera

El jefe (s) de la BIPE, que tiene a cargo el Grupo de Análisis e Intervención Antisectas (GAIA), explicó que monitorean constantemente a las agrupaciones que se reúnen con fines de sanación mental o meditación, con el fin de evitar que "empiecen a radicalizarse en sus ideas, porque eso podría derivar en manipulaciones mentales o vejámenes físicos o psicológicos que podrían llegar a incurrir en delitos". Además, el comisario Juan Pardo explicó que la mayor presencia de grupos se da en zonas precordilleranas, como sería el caso de la Región de Valparaíso, aunque aseguró que en el país suelen estar en las regiones de Coquimbo, O'Higgins y el Maule.