Amenazas, luz roja sobre salud mental
Mensajes en redes sociales anunciando ataques contra la comunidad educativa son conductas que exigen atención sicológica. Para atacar el problema se deben identificar responsabilidades en el ambiente del sistema escolar, con actitudes a veces crueles de los propios alumnos y profesores.
Los malos ejemplos son contagiosos y ese es el caso de las amenazas que se reiteran en establecimientos educacionales. Y el tema no es solo local, como el ocurrido en el Liceo Parroquial San Antonio de Viña del Mar, se trata de una extendida epidemia.
El caso de este liceo es la reiteración de otros dos recientes, uno en el Colegio Aconcagua de Quilpué y otro en la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar, situaciones en que se ha alterado el proceso educacional con suspensión de clases y alarma entre las familias de los estudiantes y los propios alumnos.
Tras la difusión por redes sociales de las amenazas de tiroteos se ha desarrollado una acción de policial en terreno y posterior investigación, reacción procedente pues siempre está la posibilidad que tras el anonimato digital venga un ataque real, posibilidad lejana, pero que no se puede dejar pasar en un ambiente donde la violencia de las palabras pasa a los hechos. Ejemplos sobran.
Tras estas situaciones hay múltiples factores, uno de ellos es el fácil acceso a las redes sociales. Estas plataformas, en muchos sentidos útiles, se han constituido en un vehículo de reacción ante problemas personales, fracasos o casos de bulling. Personalidades débiles o también agresivas, encuentran allí posibilidades de expresión, respondiendo con amenazas contra sus adversarios puntuales o contra "el sistema", en estos casos la comunidad educativa, constituyéndose esos medios en válvulas de escape ante frustraciones
Las reacciones ante estos casos suponen protocolos, que deben irse perfeccionando y complementando, y la acción investigativa policial, insoslayable pero distractiva ante otras tareas de los efectivos.
Pero hay que ir más allá, identificando responsabilidades que aparecen en la comunidad escolar con actitudes frecuentemente crueles de los propios alumnos, y de los profesores, que muchas veces no asumen la delicada condición del material humano con que están trabajando, con diversidad de sensibilidades.
Pero más en profundidad, desde la Academia se encienden luces rojas. El jefe de la carrera de Sicología de la Universidad de Viña del Mar, Ariel Quezada, recomienda tomar en serio el tema de la salud mental de los adolescentes y jóvenes. Y la misma línea Juan Antonio Bustamante, profesor de Sicología de la UPLA, advierte que un 24% de los estudiantes universitarios "presenta sintomatología en el ámbito de la salud mental".
Atender las advertencias de estos académicos, compartidas en los círculos científicos, exige políticas estructurales en la materia que acompañen como elemento esencial a todo el proceso educacional junto a un trabajo focalizado de acuerdo a las características de cada comunidad.