"A pesar de su magnitud, el origen de los nuevos ministros tiende a disminuir su impacto político"
El cambio de gabinete demoró más de lo que pedían los tiempos de crisis que vive el país y su renovación apunta a cierto "gatopardismo", en eso de que todo cambia para que al final cambie poco y nada. Esa es la premisa desde la que parte el analista político y quien fuera parte del equipo político asesor del llamado "segundo piso" de La Moneda en el primer gobierno de Sebastián Piñera, José Miguel Izquierdo, para evaluar los anuncios del Mandatario. A su juicio, "si el estándar era dar cuenta de la demanda social, desde ese punto de vista, todavía hay espacio para hacer más esfuerzos".
- ¿Por qué? ¿Los cambios ministeriales apuntan en la línea correcta?
- En general, me parece que el Presidente prolongó la decisión de hacer un cambio de gabinete y generó expectativas. Salieron muchos ministros y, en ese sentido, es un cambio grande. También lo es porque toca a los ministerios del comité político. Ahora, a pesar de su magnitud, el origen de los nuevos ministros tiende a disminuir su impacto político. Sólo Ignacio Briones proviene de fuera del Gobierno y, en este caso, de la academia. El resto, todos provienen de otros puestos en la administración, lo que dificulta la posibilidad de sostener que hay un cambio en la extracción social o en la representación de la sensibilidad social actual. Son todos capaces y destacados servidores públicos, pero si el estándar era dar cuenta de la demanda social, desde ese punto de vista, todavía hay espacio para hacer más esfuerzos.
- ¿Qué destacaría?
- Destacaría el hecho de que Julio Isamit llegue a Bienes Nacionales, con 30 años y con una historia política marcada por su participación en el movimiento pingüino de 2006.
- ¿Servirá este cambio para mejorar la situación que vive el país?
- Espero que así lo sea. Blumel tiene menos carga que su antecesor. Puede dotar de empatía al gabinete. Ahora, el Ministerio del Interior es importantísimo e impone un desafío mayor. Para él, que tiene una experiencia política partidista bastante acotada, es una gran prueba, pero tiene todas las condiciones para superarla adecuadamente.
- ¿Qué le ha parecido el manejo del Gobierno de esta crisis?
- Es fácil ser general después de la batalla, pero creo que en el Gobierno anterior se acumuló cierta experiencia que debió ayudar a manejar mejor la crisis. Especialmente, se debió castigar la falta de tino de Juan Andrés Fontaine cuando habló de "levantarse más temprano" para optar a precios del pasaje más bajos. Luego, el Presidente habló de guerra, motivando más la movilización. La primera dama trató a los ciudadanos de alienígenas. El ministro del Interior daba partes de la movilización sin generar tranquilidad. En síntesis, La Moneda se vio sorprendida, sobrepasada y reaccionó muy mal, generando más causas de movilización que de desmovilización.
- Si hubiera seguido en el "segundo piso", ¿qué habría sugerido para bajar los decibeles de la crisis?
- Sacar al ministro de Economía inmediatamente, estoy seguro. La experiencia de Punta Arenas nos enseñó eso, pero no se hizo. Después de hecho el discurso con la agenda social, habría intentado que el ministro de Hacienda se mostrara dolido, no tranquilo y confiado, como lo hizo. Básicamente, cuando un paquete social no le duele a Hacienda, las medidas son mínimas.
- ¿Se ha ido reaccionando tarde?
- Creo que el cambio de gabinete es tardío, también demoró la decisión de hacer los cambios que permitieran dejar sin efecto el alza del precio del pasaje del Metro, etc. Pero en general, lo que está sucediendo en Chile es que el sistema político no reacciona, no es capaz de dar solución a las demandas públicas, y eso se viene manifestando en las calles hace 15 años. Por lo tanto, eso que estamos llamando lentitud es la distancia institucional de la vida real de las personas..
- ¿Cómo evalúa el rol del oficialismo y de las distintas oposiciones?
- El oficialismo tiene tres partes que han cumplido roles muy distintos. Evópoli ha sintonizado mucho mejor y ha tenido una función importante, poniendo una agenda concreta, como los niños primero, reformas tributarias y cambios en el sistema de presupuesto. Tiene incluso una propuesta de cambio constitucional. En cambio, el más desconectado es la UDI. Es quizás lo más grave, porque se supone que es el partido de derecha con más arraigo popular y está bien perdido. Por último, RN ha tenido un rol diverso según de quién se trate. Su presidente, Mario Desbordes, goza de legitimidad social y ha estado bien. Karla Rubilar ha destacado muchísimo, pero a la vez la ahora exvocera, Cecilia Pérez, se le vio bastante dura y perdió empatía. Y Manuel José Ossandón se ha visto muchísimo en la televisión, un tanto ansioso por colgarse la medalla: "Yo fui el único que advirtió esto". Pero en síntesis, RN ha estado bien, porque tiene figuras que salvan la performance política de un sector que está a muy mal traer.
- ¿Cómo se puede salir de esto?
- A mi juicio, el conflicto está encontrando un cauce, pero no creo que salgamos de esta crisis sin enfrentar dos o tres temas bien gruesos. Uno, el cambio constitucional. En ese ámbito, creo que hay que ser bien serios en evaluar el rol verdadero que logran cumplir las empresas bajo el mantra del principio de subsidiariedad. Y, en segundo lugar, no vamos a salir de esto sin dar un vuelco al sistema de pensiones. No creo en el reparto, porque no hay recursos financieros ni demográficos para sostenerlo, pero hay que pensar un poco más fuera de la caja para reemplazar lo actual.
- ¿Se debieran suspender APEC y COP25?
- No creo. Si somos capaces de alcanzar índices de normalidad aunque estemos empujando un cambio institucional, que vengan las visitas y vean cómo Chile es capaz de reinventarse.
- ¿Fue un error sacar a los militares de forma tan inmediata y declarar estado de emergencia porque significó que aumentara la molestia de la gente?
- No. Era totalmente necesario. Hay que distinguir entre la movilización legítima y masiva, los grupos lumpéricos que saquearon y la acción de anarquistas que operaron organizadamente. La movilización ciudadana no tiene vínculos con el lumpen. En las barriadas urbanas se vivió un comportamiento anómico muy masivo, sorprendentemente masivo. Ahí vimos aparecer autos de lujo cargando bienes robados y eso parece acción de narcotraficantes. Parar todos ellos era absolutamente necesario y las policías no daban abasto. Asimismo, es lógico inferir que los movimientos anárquicos protagonizaron la quema de estaciones del Metro en la Región Metropolitana. Actuaron en distintos puntos, más de 20 estaciones al unísono. Eso apuntaba a anular la reacción de las policías y de Bomberos, por lo tanto, respondió a una acción organizada. Por ello, era absolutamente necesario tener más fuerzas que impusieran orden. Además, a medida que esos grupos marginales pierden protagonismo, más legitimidad logra la movilización pacífica.
- ¿Qué opina sobre decisión del PC y parte del Frente Amplio de acusar constitucionalmente a Piñera por las muertes y violaciones a los DD.HH? ¿Tiene sustento o alguna posibilidad?
- Creo que la opinión pública castiga las actitudes oportunistas y, además, el Frente Amplio se ve un poco desesperado. Ellos han hecho lo posible por apropiarse del movimiento social, pero no lo han logrado, porque todos los partidos comparten la misma falencia. No están cumpliendo el rol de canalizadores del conflicto social. Eso es particularmente grave en el caso de la izquierda. Por eso, la acusación constitucional contra el Presidente es una medida desesperada de la izquierda que no aporta soluciones, sino que agrava los problemas.
-¿Qué rol le cabe a Cristián Larroulet en el manejo de la crisis?
- No sabría evaluarlo, porque no hay información sobre el rol de los asesores.
"No creo que salgamos de esta crisis sin enfrentar dos o tres temas bien gruesos. Uno, el cambio constitucional. En ese ámbito, creo que hay que ser bien serios en evaluar el rol que logran cumplir las empresas bajo el mantra del principio de subsidiariedad. Y, en segundo lugar, no vamos a salir de esto sin dar un vuelco al sistema de pensiones"
"En el Gobierno anterior se acumuló cierta experiencia que debió ayudar a manejar mejor la crisis. Especialmente, se debió castigar la falta de tino de Juan Andrés Fontaine cuando habló de levantarse más temprano"