Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Cartelera y Tv
  • Servicios
  • Vida Social
  • Espectáculos
ENTREVISTA. Alberto Rojas, director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae:

"No creo que la actual crisis sea la muerte del neoliberalismo en Chile ni en Latinoamérica"

E-mail Compartir

Paola Passig

"Las afirmaciones de Trump respecto a que la crisis fue financiada por Rusia son graves y debe poner los antecedentes ante el Gobierno chileno", advierte el analista internacional Alberto Rojas, director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Facultad de Comunicaciones y Humanidades de la Universidad Finis Terrae (UFT), al evaluar el escenario social y político que afecta al país desde hace dos semanas.

El académico considera, además, que la imagen del país puede salir fortalecida dependiendo de cómo se manejen las variables que derivaron en este estallido que, agrega, tiene demandas que son transversales a nivel global.

- ¿Cómo ha quedado la imagen de Chile tras la suspensión de las cumbre APEC y COP?

- La decisión de cancelar la organización de las cumbres APEC y COP implica asumir de manera realista que las condiciones no están dadas para recibir a los líderes y las delegaciones extranjeras que iban a venir. Además, no hay que perder de vista el enorme daño al sector turístico y a muchas pymes, que son los principales perjudicados con la cancelación. Y en ese aspecto, ciertamente se puede leer como un golpe muy duro.

Pero también es una muestra de seriedad y responsabilidad por parte del gobierno y una señal de que La Moneda decidió enfocarse en la crisis interna que vive el país y privilegiar la búsqueda urgente de soluciones a las numerosas demandas ciudadanas.

En todo caso, si bien Chile ya no podrá cerrar su presidencia del Foro de Cooperación del Asia Pacífico con la tradicional cumbre de líderes, no hay que olvidar que durante casi un año nuestro país fue sede de importantes reuniones ministeriales y sectoriales de las 21 economías de este bloque. Y que durante estos meses Chile instaló temas inéditos dentro de APEC, como potenciar el liderazgo femenino en el ámbito económico y el uso de nuevas tecnologías.

Del mismo modo, si bien España será ahora la nueva sede de la COP, Chile estará presente allí con todo el trabajo realizado hasta la fecha.

- Cómo se está viendo esta crisis en el mundo?

- Hasta antes del 18 de octubre, la imagen de Chile era la de un país estable en lo político, con casi 30 años de democracia ininterrumpida, atractivo a la inversión extranjera, miembro de la OCDE y aparentemente sin mayores conflictos internos. Pero todo eso cambió tras el estallido social en Santiago y regiones, y ahora la imagen país está asociada a las demandas de cambios y mejoras en temas tan diferentes como educación, salud, previsión o transporte -entre muchos otros-, que para los chilenos no resultaban desconocidos.

La imagen de un país se construye en el tiempo. Y si bien en este instante la de Chile se ve comprometida, lo cierto es que la manera en que el gobierno enfrente y resuelva esta crisis será lo que realmente determine la nueva imagen de nuestro país ante el mundo. Incluso, a largo plazo, la imagen de Chile podría salir fortalecida.

- Se ha señalado que si esto pasó en Chile, puede pasar en cualquier lado. ¿Es así?

- Todos los países, incluso los que parecen más estables y equitativos en la distribución de su riqueza, tienen problemas internos. El desempleo, la masiva llegada de inmigrantes, la aparición de movimientos populistas o ultranacionalistas son amenazas latentes que también pueden desembocar en estallidos sociales que deriven en crisis políticas. El caso de Francia y los "chalecos amarillos" es el mejor ejemplo. Ningún país está libre de algo similar.

- Lo que está pasando en Chile es la lápida del neoliberalismo en América Latina. ¿Lo ve así?

- Está claro que el problema es mucho más complejo y profundo que eso. No creo que la actual crisis sea la muerte del neoliberalismo en Chile ni en Latinoamérica, pero sí la demostración de la indiferencia de los tecnócratas y la incapacidad de sus modelos para conectarse con las reales necesidades sociales.

Esto pasa cuando las élites, intencionalmente o no, aumentan la brecha con los otros sectores de la sociedad. Y, en ese sentido, el modelo neoliberal debe ser modificado para darle una dimensión de mayor conciencia social.

- El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que hubo injerencia extranjera en lo ocurrido en Chile y apuntó a Rusia. ¿Qué opinas sobre eso?

- Esa es una afirmación muy grave, que una vez más tensiona la relación entre Washington y Moscú, pero lo cierto es que lo que correspondería es que la Casa Blanca entregue los antecedentes que tenga sobre este tema al gobierno chileno para que sean analizados. Esto no puede quedar sin aclararse. En momentos en que la desinformación se ha instalado con fuerza, confirmar o descartar este tipo de versiones es de suma importancia.

- Se están derribando estatuas alusivas a la conquista española. Uno no puede dejar de pensar cuando cayó la estatua de Saddam Hussein. ¿Cree que hay un quiebre del sistema?

- La destrucción de los monumentos de Hussein en Irak, en 2003, fue el reflejo del odio de la mayoría de los iraquíes hacia un dictador que había estado en el poder desde 1979. En el caso de Chile, estos actos de violencia se pueden interpretar como muestras de rechazo a una "historia oficial", en la que ciertos nombres están marcados por la polémica, a partir de miradas revisionistas del pasado.

En el caso de Pedro de Valdivia y Francisco de Aguirre, muchos ven en ellos la conquista española que subyugó a los pueblos originarios; con Diego Portales, es el tema del autoritarismo de una etapa de nuestra historia; y en el caso de Cornelio Saavedra, es la principal figura asociada a lo que unos llaman la "pacificación de la Araucanía" y otros consideran que fue la "invasión del Wallmapu". Por otro lado, el ataque a la estatua al Soldado Desconocido, en el monumento al general Baquedano, lo veo como simple vandalismo.

- Hace algunos días, cientos de personas decidieron evadir el pago del pasaje del metro de Nueva York a modo de protesta. Todo esto surgió para manifestarse en contra de la violencia policial que sufrió un joven afroamericano apuntado con armas para hacerlo salir por no haber pagado su pasaje.

- Ese episodio es reflejo de un tema complejo y más amplio que se da en Estados Unidos y en el que se combinan el uso desmedido de la fuerza por parte de la policía, que los sospechosos suelen ser jóvenes afroamericanos y que dichos episodios son grabados y viralizados gracias al uso de celulares. Esto no es nuevo, basta recordar el caso de Eric Garner, un hombre afroamericano que en 2014 murió en Nueva York porque un grupo de policías acabó asfixiándolo. El tema del racismo y la violencia policial suele combinarse de manera peligrosa en EE.UU. En ese contexto, la evasión en el metro fue una muestra más de protesta por parte de los manifestantes, así como lo fueron las marchas por las calles de esta ciudad por el mismo tema.

- ¿Estas demandas son globales?

- El reciente estallido social en Chile no es un episodio aislado a nivel mundial. Muy por el contrario, se suma a otros acontecimientos similares, como los que hemos visto en lugares tan diferentes como Francia, Hong Kong (China), Ecuador o Líbano. El punto es que las causas de todos ellos evidencian una particular combinación de elementos locales, con aspectos de carácter más global. En todo caso, este fenómeno global no es nuevo y probablemente sus raíces se puedan encontrar dentro de las dos últimas décadas en movimientos como el de Los Indignados, en España, o el de Occupy Wall Street, en Estados Unidos. En estos y otros, el elemento común ha sido la manifestación pública y masiva de la insatisfacción ciudadana frente a las decisiones de sus autoridades políticas y económicas.

- Muchos están comparando la crisis chilena con lo que pasó en la Primavera Árabe.

- No estoy de acuerdo con esa afirmación. Es cierto que en muchos países, como Túnez o Egipto, la chispa que inició las revueltas fueron temas como el abuso de la policía contra un vendedor callejero o los altos índices de desempleo juvenil, pero la Primavera Árabe, que estalló en 2011, fue un movimiento social que principalmente se tradujo en la caída de regímenes no democráticos de la zona. Fue un verdadero "efecto dominó" que acabó con gobiernos como el de Zine el Abidine Ben Ali, en Túnez, que estaba en el poder desde 1987; el de Hosni Mubarak, que era presidente de Egipto desde 1981; o el caso de Muammar Gaddafi, quien había tomado el poder en Libia en 1969. Y claro, está el caso de Bashar al-Assad, en Siria, que si bien llegó a la presidencia en 2000, en el fondo era la continuación del gobierno de su padre, Háfez al-Assad, quien había conducido a este país con mano de hierro desde 1971. Los estallidos sociales que hemos visto en el último año, salvo el caso de Hong Kong, se han producido en países democráticos.

- ¿Existe salida a una crisis como esta?

- Primero, asumir que las soluciones no serán rápidas. Lamentablemente, ni la salud, la educación o las pensiones se resolverán en cuestión de días; afirmar lo contrario sería tremendamente irresponsable. Aquí habrá que enfrentar la crisis con medidas de corto y mediano plazo para dar respuesta a las demandas más urgentes, mientras que las medidas de largo plazo deberían apuntar a los cambios estructurales del actual modelo. Las manifestaciones sociales que hemos visto han dejado claro que la ciudadanía desea ser tomada en cuenta y escuchada. En ese sentido, el modelo de cabildos que promovió Emmanuel Macron, en Francia, después de las protestas que comenzaron en noviembre del año pasado, ayudó a generar una nueva agenda social que el gobierno galo ha estado trabajando desde entonces. Creo que sería interesante revisar esta experiencia.