Para los "pacíficos", aquellos entusiastas convocantes a marchas, la realización del Festival de la Canción de Viña del Mar aparece como una amenaza, pues podría aparecer como expresión de normalidad.
El espectáculo mismo en la Quinta Vergara y su trasmisión por televisión a todo el país podrían tener un impacto alienante alejando a los chilenos de sus problemas y de las movilizaciones, piensan algunos "progres".
Y en esa línea nos encontramos como un boicot contra el tradicional evento viñamarino comenzando con una "funa" a la venta de entradas, con rechazos en redes sociales y con proyecciones sobre los muros de algunos edificios condenando el Festival, todo esto, como siempre, amparado en el anonimato tecnológico.
Ataques similares contra expresiones masivas de normalidad podrían enfrentar la peregrinación al Santuario de Lo Vásquez, el Año Nuevo en el Mar y hasta El Derby. Y sobre la prueba hípica viñamarina es oportuno recordar que en 1891 se realizó a días de las batallas de Concón y Placilla en que perecieron miles de combatientes en la más grave confrontación interna que ha tenido el país.
Volviendo al Festival, hay que recordar que es un importante patrimonio viñamarino y que junto con proyectar la ciudad nacional e internacionalmente, su realización da gran movimiento a las actividades de la ciudad, al comercio de todo nivel y particularmente al turismo.
Así lo reafirman en declaraciones a este Diario concejales viñamarinos precisando que en las circunstancias actuales aportaría a la reactivación económica local reiteradamente azotada en estos días por grupos "pacíficos".
Para la concejal Pamela Hodar los intentos de sabotear el Festival son "lamentables… Es una fiesta que disfrutan todos". El popular Sandro Puebla, por su parte, sostiene que "no podemos darle la espalda a quienes se benefician con este evento", aludiendo al comercio y al turismo. Y tiene razón, pues tras esas actividades hay inversión y cientos de puestos de trabajo. Además, los contratos asociados a trasmisión del Festival generan ingresos para las escuálidas arcas municipales.
En cuanto al Festival mismo, que se inicia el 23 de febrero, existen riesgos de violencia en la Quinta Vergara, pues los "pacíficos" están siempre alertas y activos.
¿Habrá que rendirse ante amenazas que buscan miedo, paralización y caos? Hay ahí una tarea para la autoridad que debe garantizar la seguridad del público, de los artistas y de ese hermoso espacio viñamarino.
La "normalidad", temida por algunos, es sin duda para la mayoría de la población una necesidad para la vida diaria y también para resolver múltiples problemas que afectan a toda la sociedad, pues para resolverlos es indispensable un clima de unidad, respeto y tolerancia.