La crisis social por la que atraviesa nuestro país ha afectado de diversas maneras a millones de personas. Y, por cierto, a la mayoría de los casi 300 mil jóvenes que el pasado 18 de noviembre debían rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU).
El estallido ciudadano obligó al Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (DEMRE), el organismo técnico responsable del desarrollo y la aplicación de ese instrumento, a posponer en dos ocasiones el examen, fijándolo -en definitiva- para los días 6 y 7 de enero próximo.
La medida fue adopta con el fin de que los estudiantes cursen la prueba en un contexto de mayor tranquilidad y tengan la posibilidad de desplazarse a los lugares de rendición elegidos con la menor dificultad posible.
En otras palabras, lo que esa decisión buscó fue evitar el incremento de la ya consabida tensión física y mental que de por sí experimentan quienes deciden dar la PSU, dadas las expectativas personales y familiares involucradas en dicho ejercicio, y que suele generar un alto nivel de estrés que en algunos casos puede desencadenar cuadros severos de ansiedad, fatiga y bloqueo que, de no ser adecua y oportunamente tratados, pueden afectar no solo el desempeño de los postulantes durante el test sino, lo que es aún más importante, su salud en general.
Para el psicólogo, magíster en Psicología Cognitiva y docente de la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso, Alejandro Fernández Vásquez, este tipo de episodios pueden ser más frecuentes e intensos en esta ocasión, dado el actual contexto de convulsión social.
"Lo que se inició el 18 de octubre ha dado origen a manifestaciones y actos de violencia que han afectado la vida de muchos chilenos. Saqueos, destrucción de propiedad pública y privada, interrupciones de movilización, apedreamientos, quiebras, despidos, suspensiones de regímenes laborales y académicos, todos estos son eventos de profundo impacto para la vida de las comunidades y las personas que las componen y, desde luego, para los estudiantes. Es más, si alguien desea escapar de esas consideraciones es difícil lograrlo ya que noticias, comentarios e imágenes de ellas inundan los medios de comunicación y las redes sociales, instalándose como un tema país ineludible desde hace ya varias semanas", explica el profesor.
Marco emocional
Siguiendo esa línea, para el psicólogo de la UV el escenario anterior ha configurado un marco emocional complejo, pues comprende dos elementos muy difíciles de asumir y de superar.
"En primer lugar tenemos la exposición directa a actos de violencia que propician una respuesta fisiológica de activación propia del efecto de la adrenalina, conocida como 'luchar o hui'. Se trata de un mecanismo adaptativo que permite a los animales -y por cierto al ser humano- protegerse ante la agresión. Incluso cuando la exposición es mediada, es decir indirecta, este mecanismo se activa de todas formas, aunque con menor intensidad, si bien las conductas subsecuentes no son adaptativas pues ni la lucha ni la huida son eficaces. Es decir, ambas respuestas fisiológicas no eliminan el problema, ya que, por ejemplo, golpear el televisor no nos aleja realmente del peligro percibido ni sustraernos de una conversación tensionada impide que sigamos pensando en el tema. En consecuencia, la adrenalina sigue fluyendo y se acumula hasta provocar cuadros de ansiedad", precisa Fernández.
Incertidumbre
El segundo elemento gravitante en el marco emocional de los jóvenes que deberán rendir la PSU en esta ocasión es la incertidumbre.
Para el docente de la Escuela de Psicología de la UV, esta última va de la mano con la falta de una resolución satisfactoria de parte de los organismos sociales involucrados en el proceso, lo que ha propiciado que el conflicto se mantenga con nuevos llamados a manifestaciones que hoy en día gran parte de la opinión pública asocia con la aparición de actos de vandalismo.
"Por el momento, no se vislumbra una fecha clara en la cual las personas tendrán la seguridad de volver a sus rutinas cotidianas. Esta falta de certeza propicia alteraciones del sueño, cuadros ansiosos y sentimientos de tristeza, culpa e indecisión, entre otros. Asimismo, se debe considerar que se trata de un proceso polémico, del que existen muchas visiones etiológicas y teleológicas incompatibles. La discusión de su génesis, sus implicancias y su impacto llevan a disputas enardecidas que en ocasiones culminan hasta en rupturas familiares dado el contenido valórico en juego. Estas rupturas implican muchas veces la pérdida de parte o la totalidad de la red de apoyo del afectado, algo especialmente importante para quien rendirá una instancia de evaluación a través de la cual perfilará su futuro, como es la PSU", acota el especialista en Psicología Cognitiva.
¿Puntajes a la baja?
En una instancia como la PSU, en la que el puntaje obtenido tiene significancia personal y también en relación con el obtenido por los demás, es esencial entender que un contexto como el actual todos se verán afectados por igual. Al respecto, el psicólogo Alejandro Fernández plantea que los postulantes, en promedio, llegarán todos a la sala en condiciones de ansiedad exacerbada. "Esto es sin contar el hecho de que la cancelación de clases y los cierres irregulares del año escolar en muchos establecimientos determinó una preparación pobre o, al menos, anómala. Por eso, y dado que el resultado en esta prueba depende casi mayoritariamente de la ejercitación constante, no sería raro que en esta prueba la media de puntajes sea más baja que en las anteriores. Tener eso en mente puede ayudar a rendirla de manera más relajada", afirma.