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Con dispar suerte, el tradicional muelle Prat y cerros porteños buscan cautivar a los turistas

VALPARAÍSO. Lancheros reconocen que existe temor en la gente, lo que ha afectado los paseos por la bahía.
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José Rojas Pizarro

Abre el sol porteño y se observa un panorama tranquilo en el muelle Prat. Las lanchas en están pronto a zarpar y a una decena de personas se les pide hacer fila, para luego abordar el lanchón. Es mediodía. Los artesanos locales miran a lo lejos tapando el sol con sus manos. Una decena de personas se aproxima al puerto de Valparaíso. Miran el mar estridente y se dan media vuelta sorprendidas por la orfebrería, artesanía y recuerdos en plata o madera.

Fuegos en el cielo

El graznido de las gaviotas llama la atención de los marineros. Un capitán en tierra, con cigarro en boca, mira al cielo y se mete de un salto al lanchón para salir a trote gritando que están pronto a zarpar. Le preocupa el número de turistas.

A esta hora del día, unas 50 a 60 personas, entre gritos, abrazos y risas, abordan la nave hacia las corrientes del mar. El capitán las cuenta y se lamenta. Recuerda que en Año Nuevo los fanáticos del color y el épico estruendo de los fuegos artificiales fue gradualmente disminuido. Sólo la mitad de las embarcaciones salieron la noche del 31 de diciembre para estar cara a cara con el arte pirotécnico. Los que podían llevar 30 personas salieron con apenas 18. Quienes debían salir con 60, sólo embarcaron a 20.

Así lo confirmó el capitán en tierra y patrón del lanchón "Santa María", Juan Alvarado, quien aseveró que el estallido social ha coronado el miedo de los visitantes, agregando que "el Año Nuevo fue muy poca gente a apreciar los fuegos artificiales".

"Y mira ahora, esto es un desierto. La primera quincena de enero es normal ver poca gente, pero algo anda mal, esto está muy vacío a estas horas. Si esto no repunta desde la quincena de enero, habrá mal augurio, pero lo veo muy difícil. La situación está mal para el turismo y no es una deficiencia municipal, ellos nos hacen propaganda a nivel nacional y en el extranjero, es la gente la que tiene miedo", relató Alvarado.

Mirador azul

"A nosotros nos contaron que Valparaíso era una ciudad histórica, antigua y con salida al mar. Nos encanta. Nos ha dejado sin palabras. Somos de Argentina y no conocíamos el gran Pacífico. Vivimos en un barrio empresarial y aquí sentimos que en el puerto tanto ricos como pobres se cruzan entre ellos sin molestarse. Para nosotros, en la capital argentina, es 'normal', dentro de todo, esto de las movilizaciones. Conocemos el ambiente. Tampoco quiero toparme con una manifestación, pero apoyo las marchas siempre que sean pacíficas y que el pueblo levante la voz. Es normal que la gente pida justicia, pero el turismo no para, es un deseo", relata Alejo Afonso, estudiante de Periodismo en el país transandino.

Los valientes se suben arriba del cerco para admirar sobre el mar del puerto el reflejo de los cargueros, la escuadra nacional, los botes y los lanchones.

Pablo Montecinos llegó el miércoles y, por primera vez, a Valparaíso. Subraya que quiere conocer su país y las movilizaciones no le asustan, es un derecho, apunta. Agregó que no se ha topado con ninguna movilización. "Y ahora pretendo subir a los cerros Alegre y Concepción. De hecho, estoy alojando allá. La gente debería venir, conocer el país, es lo mejor, esto no significa olvidar lo que está sucediendo en Chile", relató.

Fotografías, sombreros, llaveros y postales anaranjadas cuelgan en los muros de los almacenes de los artesanos, frente al gran azul. Allí atienden brasileños, europeos, gringos, asiáticos. Sienten que están pronto al cambio de veraneantes para empezar la quincena de enero con altas expectativas, según relató Nancy García, encargada de un local de artesanía. Añadió que "los primeros días de octubre no podíamos ni acercarnos al trabajo. El metro lo cerraban y yo vivo en Quilpué, entonces no vendimos nada. Además, estaba el tema del paro de los portuarios y justamente aquí se aglomeraban; ahí sí que no venía mucha gente. Ahora está más tranquilo. Desde hace mucho que Valparaíso ha sufrido estigmas y lo apodan como una zona de riesgo y peligrosa. Eso nos perjudica".

Concepción: El Olimpo

"A pesar de todo lo que ha acontecido en la ciudad, aquí está tranquilo, la gente sube y baja como Pedro por su casa. Voy a ser franco, aquí no hay estallido social, aquí arriba vivimos en otro mundo. Es una burbuja. En la tarde-noche comienzan las barricadas, llueven las piedras, pero como te digo, en el plan, aquí arriba todos están tranquilos. Aun así, el año pasado uno no paraba, a las 7 de la mañana comenzaba a subir gente hasta por la noche. Este año es más lento", confesó Rodrigo Barra, operador del ascensor de Reina Victoria.

El dimalow no cesa

En el paseo Dimalow bajan y suben turistas. Los restaurantes abren sus puertas. En inglés, alemán y portugués reciben a los comensales abriendo cartas de gastronomía del mar que baña las costas de la ciudad puerto. El congrio es el menú favorito.

Este paseo en el cerro Concepción es una pendiente pintada. Arteria en evidente ascenso desde el mar al cielo. Pareciera que el ascensor Victoria continuó su rumbo hacia las alturas, fuera del dilema portuario, lejos del ruido y de la contingencia social.

"Hay que movilizarse, por supuesto es necesario, y a pesar de ello no debemos tener miedo a salir y mirar la ciudad. Como turista, hay que evitar el peligro, ¿no? Yo soy de Barcelona y me encanta el arte callejero del puerto y que sea una ciudad de mucho contraste. Por lo que me han contado, las marchas están en zonas específicas y al menos yo no me he encontrado con ninguna, ya que hay que estar informada", enfatizó Ana Torrent, turista española.

Daniel Moctezuma, garzón de Almacén Nacional, es extranjero y vive en Viña del Mar desde que decidió probar suerte en la Ciudad Puerto. Apunta a que hay déficit y poco flujo cuando están marchando en el plan. Justifica que la mayoría de turistas se alojan en las cercanías del cerro y no tienen problemas con llegar. "No pasa mucho aquí arriba, abajo es la lucha justificada por quienes quieren un futuro mejor. Por suerte, yo no tengo dilemas con llegar al trabajo cuando hay marchas o para volver a casa. Mi jefe nos acerca y eso a mí me queda bien".

A pesar de las barricadas, la lluvia de piedras, el descontento de los comerciantes, la basura, los desmanes y otros lamentables efectos del estallido social, como el desempleo, como efecto de los despidos de las empresas y pymes, las personas continúan planificando sus vacaciones para este verano.

La región es favorita para los veraneantes, según un estudio de Criteria y la Caja Los Héroes, que analizó cómo los chilenos prefieren las costas de Valparaíso para vacacionar.

"La situación está mal para el turismo y no es una deficiencia municipal, ellos nos hacen propaganda a nivel nacional y en el extranjero, es la gente la que tiene miedo".

Juan Alvarado, Patrón de lancha

"Apoyo las marchas siempre que sean pacíficas y que el pueblo levante la voz. Es normal que la gente pida justicia, pero el turismo no para, es un deseo".

Alejo Afonso

Turista argentino

Venezolanos llegaron para quedarse

Una pareja de venezolanos recorre tranquilamente el paseo Dimalow. No son turistas, pero Paola Morillo y José Salgueiro viven hace dos meses en Chile y esta es su segunda semana en Valparaíso buscando nuevas oportunidades. "Aquí arriba no pasa mucho. Como turista es peligroso arriesgarse. Mi mensaje para ellos es que tengan cuidado y que primero se informen antes de salir a dar una vuelta", afirma Paola, quien también justifica las movilizaciones pacíficas. Afirma que, a pesar de todo, ella ha encontrado trabajo en una zona de turismo y que está ansiosa por empezar. Tiene miedo de lo que dicen las noticias por la televisión y lo que lee en los periódicos, pero es positiva y parece no lamentar llegar a la Ciudad Puerto.