Paz y justicia
Entre los rayados que agreden a la ciudad, en algunos se lee: "No habrá paz sin justicia". Me temo que quienes escriben tales consignas no están conscientes de la injusticia que cometen con quienes se deben hacer cargo de repintar las murallas. Tampoco consideran las molestias que ocasionan a miles de ciudadanos cuando interrumpen el tráfico con marchas "pacíficas", o barreras incendiarias, o cuando no dejan estudiar a los que quieren hacerlo, o cuando vandalizan la propiedad privada.
Cabría aclararles que en una sociedad hay justicia cuando cada uno recibe lo que le corresponde según su esfuerzo y, paralelamente, se respetan los derechos de los demás. No se trata sólo de exigir que el Estado satisfaga mis demandas de justicia social, estirando la mano y afectando la vida de los demás.
Miguel Á. Vergara Villalobos
Optimismo
En estos días es frecuente escuchar a personas expresarse en tono pesimista respecto a su futuro y al futuro de nuestro país. Es evidente que si nuestras expectativas las basamos en la probabilidad de que Chile vuelva a ser lo que era antes del 18 de octubre de 2019, esa visión se justifica. Pareciera, entonces, que no hay espacio para ser optimista en estos días y lo normal es mirar hacia adelante pensando que nada bueno nos depara el futuro. Sumergirnos en ese pesimismo no nos aportará nada productivo, a menos que seamos masoquistas.
David Isaacs dice que, entendido como virtud, el optimismo consiste en ser realista, pero se debe conscientemente buscar lo positivo antes de centrarse en las dificultades. Es decir, no se trata de hacer como si nada pasara en Chile, como si no hubiera violencia, como si la economía no se hubiera visto afectada, como si el desempleo no fuera a aumentar, etc.
Para mirar nuestro futuro con optimismo debemos hacer de la realidad que vivimos una oportunidad: para valorar lo realmente importante, para conocer mejor a nuestros trabajadores, para darnos cuenta de lo que estamos haciendo mal, para comprender la fragilidad que tiene la felicidad basada sólo en bienes materiales, para perfeccionar los procedimientos de las instituciones, etc.
Pablo Müller Contreras
Ley antisaqueos I
En parte alguna del proyecto de ley que establece el delito de saqueo y del que agrava las penas para quienes lo cometan, se restringen los derechos ciudadanos constitucionales de libre circulación, desplazamiento o traslado, y de reunión, pero sí refuerzan los deberes de orden público, para que el ejercicio de esos derechos no afecten a los demás, que también están garantizados.
Ante la reciente aprobación en el Congreso de esta eventual ley, opositores han señalado que con ella "se criminalizan las protestas sociales", que han estado dándose desde el 18 octubre de 2019, haciendo "vista gorda" frente al accionar vandálico de encapuchados durante y al final de ellas, que desvirtúan su leitmotiv, autocriminalizándose, porque no son más que delincuentes.
Se les agradece que al defender estos derechos digan que ellos están consagrados en nuestra Constitución, ¡la de Pinochet!, y que harán uso del derecho que les otorga esta Constitución al recurrir al Tribunal Constitucional, olvidando sus cuestionamientos previos a este organismo pinochetista. ¡Cómo les conviene hoy ampararse en el Estado de derecho o institucionalidad que nos rige!
Jorge Saavedra Moena
Ley antisaqueos II
Una vez que se promulgue la llamada "ley antisaqueos", que tipifica como delito la "alteración de la paz pública mediante la ejecución de actos de violencia", sólo espero que sea aplicada y no quede en letra muerta como han quedado tantas otras ante la libre destrucción que asola al país en total impunidad.
Andrés Bustamante
PSU de Historia
La suspensión de la prueba de Historia, Geografía y Ciencias Sociales por filtración de parte de su contenido y su posterior eliminación por no estar dadas las condiciones en el país para rendirla, me ha llenado de estupor.
La Historia contribuye a la formación integral de las generaciones jóvenes, pues les permite tomar conciencia del increíble legado que han recibido de sus antepasados, y a adoptar, en consecuencia, una actitud agradecida. Les hace comprender cómo las acciones humanas tienen efectos y que quienes actúan libremente deben cargar con las consecuencias de sus actos o de sus omisiones. Les muestra que no es posible la utopía de comenzar desde un punto "cero", ignorando o condenando el pasado, pues todos los que lo han intentado han llevado a sus sociedades a una violencia feroz y, casi siempre, a la instauración de tiranías. Forma a los jóvenes en el sentido de pertenencia a una comunidad, de cuya mejora todos son responsables.
Es de esperar que quienes nos dedicamos profesionalmente a esta disciplina sepamos mostrar a la sociedad la relevancia de la reflexión histórica para comprender la difícil coyuntura que nos toca vivir.
Bárbara Díaz K. Directora del Instituto de Historia, Universidad de los Andes