En la última semana el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, ha entregado un conjunto de indicadores económicos sobre la región de Valparaíso. El primero de ellos es el índice de Producción Manufacturera que registró una variación acumulada negativa a diciembre del 2019 de un 5,0%, destacando que ya durante el 2018 había alcanzado un decrecimiento del 2,3%. Un segundo indicador es el índice de Ventas de Supermercados que tuvo un decrecimiento acumulado de un 1,6% a precios constante. Un tercer índice es la Generación y Distribución de Energía Eléctrica que tuvo una caída acumulada del 3,3% y de un 0,4% en la generación y distribución respectivamente. Un cuarto indicador fue el Movimiento de Carga Portuaria que registró durante el 2019 una variación negativa de 2,0% respecto a igual período del año anterior.
Gunnar Myrdal, economista sueco y Nobel de Economía en 1974, por sus aportes a la teoría del desarrollo, repetía que "no hay nada más poderoso que los datos" para mostrar la realidad y consecuencialmente enfrentarla y superarla. En esta perspectiva, los datos de estos indicadores, como asimismo de otros relacionados con el mercado del trabajo, la inversión y las exportaciones, nos señalan que el 2019 la región de Valparaíso empeoró su trayectoria económica en relación al 2018; en donde ya registró una caída de su Producto Interno Bruto Regional del orden de un 1,2%. En consecuencia, estamos muy cerca de una recesión técnica como región.
Desafortunadamente durante el 2019 el INE decidió discontinuar el Indicador de Actividad Económica Regional, que era una medición agregada que mostraba la tendencia de la actividad económica regional en el corto plazo, excepto la Metropolitana, lo que permitía ir monitoreando las trayectorias económicas de las regiones durante el transcurso del año en curso.
Más allá de los datos entregados y sus respectivas tendencias para el 2020 lo relevante, en el corto plazo, es ir consolidando las medidas de estímulo a la demanda interna y particularmente a aquellas relacionadas con el avance de las reformas para satisfacer las demandas de la ciudadanía, en un marco de medidas eficientes y fiscalmente sostenibles. Sin embargo, no hay que perder la mirada más larga como país y particularmente como región, en donde es necesario ir repensando una nueva estrategia que nos perfile los nuevos motores de crecimiento y desarrollo en el marco de los desafíos paradigmáticos de la Cuarta Revolución Industrial y el Cambio Climático.
En este contexto, no sólo hay que reconocer los datos duros y realidad de la economía nacional y regional, sino que, además, es necesario ir construyendo una nueva estrategia de desarrollo que sólo se logra "cuando se integran las políticas desde arriba, con las acciones que se articulan desde abajo. De esta manera, se generan nuevas actividades competitivas, el crecimiento se hace más inclusivo y menos desigual, más sustentable y basado en un nuevo trato social".(Marshall, 2018).