Por Marcelo Beltrand Opazo
Los cambios en la industria vitivinícola en los últimos años han sido extraordinarios, sobre todo en el valle de Casablanca, que ha pasado de campos ganaderos y agrícolas a lomajes y grandes extensiones de viñedos. A estos cambios debemos agregar la irrupción de nuevas viñas y bodegas, nuevas cepas y formas de vinificación. En resumen, en los últimos 30 años se han producido cambios suficientes como para posicionar a Chile y al valle de Casablanca dentro de las diez Capitales Mundiales del Vino.
Dentro de este panorama, ViñaMar apuesta por la integración del mundo del vino, a través de Casa Valle y el restaurante Macerado Bistró, que han dado vida a una carta que habla del dinamismo del sector, incorporando los productos propios de nuestro paisaje, junto a los vinos del valle y de otras zonas vitivinícolas.
La degustación que hicimos en el restaurante Macerado Bistró de Casa Valle lleva por nombre Viaje por Chile, una propuesta que abarca los distintos sabores y texturas del país, de norte a sur. Comenzamos con un Abreboca: una tarta de la huerta Macerado, maridado con un espumante ViñaMar Brut Unique. Este primer plato, como bien dice su nombre, nos abre a la experiencia de la propuesta gastronómica del restaurante, ya que los distintos vegetales acompañados con un puré de palta, permiten preparar las papilas gustativas para lo que viene, dejando suficiente acidez en nuestra boca para continuar así con productos del mar: pulpo de Juan Fernández ahumado, zapallo camote de Casablanca, puré de arvejas a la menta, maridado con un Sauvignon Blanc de la viña Leyda de la línea Single Vineyard Garuma. Acá, el sabor del ahumado del pulpo y su textura se acoplan con el zapallo camote y el puré de arvejas a la menta, que cierra perfectamente el plato. Por otra parte, el maridaje por contraste del Sauvignon Blanc permite disfrutar armoniosamente del vino y de la comida.
El Cortaboca, a base de un sorbete cítrico y herbáceo, limpia, efectivamente, las papilas gustativas. Debo decir que incorporar el sabor dulce (suave y sutil) provoca un quiebre refrescante en medio de los distintos platos.
Seguimos luego con la pesca del día: pescado crocante (merluza), cremosa pastelera con tomaticán de mariscos, maridado con un Chardonnay Leyda Single Vineyard Fallaris Hill. Este plato está presentado sobre una piedra que se extrae de una cantera de Algarrobo, por lo que la propuesta gastronómica va a la par del emplatado. Un gran acierto. En cuanto al pescado y a los demás componentes, debo decir que me sorprendió lo bien que equilibra la cremosidad de la pastelera, actuando como puente entre el pescado y los mariscos, y lo cierra el Chardonnay, que agrega el frescor al conjunto.
Pasamos después al secano costero: cordero de San Jerónimo, gratín de papas, puerros y ensalada estival de tomate, albahaca y porotos granados, maridado con un Malbec 1865, 2014, Selected Vineyards del valle del Maule. En este plato volvemos a encontrar armonía y equilibrio en cuanto a sabores y presentación. El cordero, perfectamente cocinado, se percibe suave y sabroso, mientras que el gratín y la ensalada aportan frescor y crujencia. Comentario aparte merece el Malbec, complejo en aromas y en sabores, equilibrado e intenso, es un excelente maridaje, ya que crea, junto al plato, nuevos sabores y aromas.
Y para finalizar, la selección de postres: pera al vino, leche asada, turrón de vino, helado stereo (con centro de mermelada), bombón de chocolate y helado de pepino y maracuyá. Sorprende la suavidad de cada dulce, ninguno de ellos resulta empalagoso, simplemente se disfrutan. Acá el maridaje estuvo a cargo de un Moscato Unique ViñaMar.
Seis tiempos para un viaje por Chile. Seis tiempos para disfrutar de lo mejor del valle de Casablanca. Macerado bistró, una experiencia imperdible.