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ENTREVISTA. Kenneth Bunker, doctor en Ciencia Política y profesor visitante de la Universidad de Milán, proyecta resultados:

"Cualquiera sea el tipo de convención, ganarán las fuerzas tradicionales; será un proceso moderado"

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Paola Passig

"El Gobierno tal como lo conocíamos se acabó; este es otro, es un gobierno de transición", advierte el doctor en Ciencia Política y profesor visitante de la Universidad de Milán, Kenneth Bunker, al evaluar el manejo de La Moneda en esta crisis donde, a su juicio, ya pasó lo peor. Por eso que el discípulo de Patricio Navia pone paños fríos a las voces más extremas, señalando que plebiscito habrá sí o sí y que serán las fuerzas tradicionales las que se impondrán en la convención, sea cual sea su composición.

- Han pasado cuatro meses. ¿Cuál es su balance?

- Recuerdo que cuando le preguntaron a un premier chino en los 70 qué opinaba de la revolución francesa, su respuesta fue: "Es muy pronto para saber". Creo que lo que pasó en Chile es una suerte de revolución; es un antes y un después respecto a la historia política y social del país. Por eso es demasiado pronto para saber cuáles serán los efectos y quiénes se van a beneficiar y quiénes no. Por lo pronto, lo más acertado sería hablar de una victoria de las fuerzas progresistas por sobre las conservadoras. Hasta qué punto eso se pueda consolidar, va a depender de lo que pase en las elecciones que vienen, lo que implica que seguiremos con incertidumbre respecto a cuál va a ser el legado de esta crisis socio política.

- Si bien ha bajado la intensidad, ¿se puede hablar de que esto ya pasó?

- Lo peor pasó. El principal embate fueron los saqueos, los incendios, la violencia de los primero días. Las autoridades políticas no tenían control sobre lo que pasaba en el país, tampoco hubo un análisis ni de la oposición ni del Gobierno sobre lo que pasaba y, por lo tanto, no podía existir ningún tipo de respuesta. Pero a medida que pasaron los días y, en especial después del acuerdo del 15 de noviembre, esto se ha ido disipando. Y desde que se abrió la puerta a una nueva Constitución los distintos lados han ido tomando posiciones y eso da un poco más de certidumbre y estabilidad sobre el proceso. Además, ahora hay una diferencia clara entre cuáles son los manifestantes pacíficos y cuáles son los violentistas y, en general, los sectores políticos se han encaminado a criticar a los violentistas, en general porque hay algunos, como el PC, que aún están incitando a la violencia.

- Existe mucha aprensión respecto a que a partir de marzo la crisis se intensificará...

- Pienso que no. Marzo siempre es un mes complicado porque hay incertidumbre, pero es una forma de meter presión al Gobierno para que actúe. Sin embargo, en este marzo habrá certidumbre y vamos a estar a full campaña para el plebiscito de abril. Entonces, me parece que los partidos y los grupos más institucionalizados van a estar comprometidos con esa causa. Desde la izquierda y la derecha van a estar más preocupados de hacer política a través de una suerte de diálogo que se pueda construir con miras a esa elección. Obviamente, habrá grupos más marginales que van a seguir actuando con violencia y aprovecharán marzo en esa lógica, pero en el fondo me parece que la autoridad moral en ese escenario sería llamar desde ambos lados a que no lo hagan porque lo que no le conviene al proceso constituyente para llegar a destino es que se desate la violencia. El exceso de violencia favorecerá al sector del rechazo. Nadie quiere que marzo sea un mes complicado, ni la oposición ni menos el Gobierno. Por eso creo que los políticos van a presionar para que sea un mes politizado a través de canales institucionales.

- ¿De qué manera puede influir la violencia en el plebiscito?

- Bueno, los partidos van a estar preocupados de hacer campañas y de asegurar que la elección se lleve a cabo que a buscar réditos políticos pequeños por medio de incentivar el caos. Entonces, si bien marzo será un mes intensamente politizado, no diría que vaya a ser caótico, no al menos en los niveles de octubre pasado. Será un mes en que se actuará con mucha responsabilidad, porque ha quedado claro que la violencia no ayudará a que haya una nueva Constitución. Y si algo va a hacer la violencia es empujar a los indecisos hacia un rechazo o más bien hacia una comisión mixta, porque el punto que va a hacer la derecha es que con niveles de caos hay que tener algún seguro y ese seguro sería el rechazo y la comisión mixta.

- ¿Existe riesgo de que se suspenda?

- No creo. Si los políticos están de acuerdo con que se haga, se va a hacer.

- La franja televisiva ha generado varias críticas. ¿Qué le parece?

- No creo que haya habido alguna otra fórmula que pudiese dejar más contentos a todos. En toda repartija hay ganadores y perdedores y esta fue una repartija institucional. Se hizo de la misma forma en que se ha hecho en elecciones anteriores, es decir, que los que tiene mayor representación ahora podrán obtener más minutos y los conglomerado más beneficiados son los partidos que están en el Congreso; o sea, son levemente más favorecidos los partidos tradicionales por sobre los nuevos. Eso sumado a que los partidos nuevos se han tendido a dividir.

- Desde el apruebo exigen paridad y mayor participación de independientes.

- Lo de la paridad es un debate complicado porque ¿qué es lo que significa paridad? Implica que exista igual número de hombres y de mujeres, pero ¿cuál es el apellido de paridad? ¿Igualdad de oportunidades o igualdad de resultados? En la igualdad de oportunidades es el mismo número de hombres y mujeres candidatos e igualdad de resultados es el mismo número de candidatos elegidos al final. La derecha ofrece igualdad de oportunidades y que la gente decida y la izquierda igualdad de resultados sin importar lo que la gente decida. En ese sentido, el debate sobre paridad es engañoso porque habrá paridad de igual forma; el punto es qué tipo de paridad será. En el peor de los casos habrá un 50% de candidatas y un 50% de candidatos. Y en el mejor de los casos, habrá 50% de hombres y 50% de mujeres representados en la convención. En todo caso, no creo que haga la diferencia y que, más que nada, es una apreciación política sobre dónde se piensa que deben darse los esfuerzos. Pienso que ambas son buenas opciones.

- ¿Y respecto a los independientes?

- Es un tema más complicado porque amenaza a los que ahora tienen el poder, pero algún tipo de legislación se va a aprobar ahí también. Nunca va a ser la óptima, pero se les tratará de buscar cupos y con todos los partidos que se están inscribiendo, donde ya van cerca de 40, habrá muchas oportunidades. Lo de los independientes al final será una anécdota. Va a haber tantas listas y candidatos que la gente va a poder decidir igual. Si hay un candidato independiente va a ser marginal respecto a la magnitud de todo el proceso.

- Desde la opción del rechazo temen que nos convirtamos en "Chilezuela". ¿Es eso factible?

- No. No se le puede echar la culpa a la Constitución del 80 de todo lo que pasa en Chile; y si tenemos otra nueva, tampoco se le puede echar la culpa de lo que vaya a pasar. Estoy convencido de que la Constitución no es el meollo del asunto, aunque puede ayudar a resolver los problemas de iniquidad. La mayoría de los temas por los cuales lucha la gente, como la desigualdad, se resuelven con leyes comunes. La Constitución no será el determinante de si vamos a ser Chilezuela.

- ¿Tiene alguna proyección?

- Si uno hace un cálculo de cómo podrían resultar los escaños en ambos tipos de convenciones, no hay una gran diferencia. De acuerdo a mi proyección, van a ganar las fuerzas tradicionales: la centroderecha, o sea RN, y los ex Concertación. Y la izquierda más extrema no va a tener más de un tercio de los votos y con esto no va a poder influir unilateralmente en el debate. Entonces, los que quieren cambios radicales no van a tener un poder mayoritario para hacer grandes cambios. Por eso pondría paños fríos a posiciones que apuntan a que esto será un proceso radical. Será un proceso moderado, donde tampoco importará si será una convención mixta o una constituyente.

"Si bien marzo será un mes politizado, no diría que vaya a ser caótico. Será un mes en que se actuará con responsabilidad porque ha quedado claro que la violencia no ayudará a que haya una nueva Constitución".

"No se le puede echar la culpa a la Constitución del 80 de todo lo que pasa en Chile. Y si tenemos otra nueva, tampoco se le puede echar la culpa de lo que vaya a pasar. La Constitución no será el determinante de si vamos a ser Chilezuela".