El impresentable gazapo cometido esta semana por la clase política con su proyecto de ley de cartón para postergar el pago de los permisos de circulación durante los angustiantes días que vive el país -tanto económica, como sanitaria y anímicamente- con la pandemia del covid-19, parece dejarnos en claro que estamos en las peores manos posibles ante la que quizás sea la mayor amenaza que ha vivido, vive y vivirá una generación completa.
El esperpento de ley, reconocido por todos salvo por el presidente de la Cámara de Diputados, Iván Flores, obligó al Presidente Piñera a anunciar un veto sustitutivo al proyecto aprobado en el Congreso y que prorrogue efectivamente hasta el 30 de junio el pago de las patentes, permitiendo su cancelación en dos cuotas (fines de junio y fines de agosto), la no aplicación de multas e intereses y el funcionamiento correcto de los seguros obligatorios por daños a terceros.
¿En qué terminó entonces el triste espectáculo de los alcaldes versus el Congreso? En que la gente terminó congestionando los puntos de pago municipales en varias ciudades de nuestra Región, en los cuales por supuesto se atiende lento y mal, y donde nadie termina respetando el necesario distanciamiento social para evitar nuevos contagios ad portas del próximo peak anunciado por las autoridades para fines de este mes y que ya ha dejado un muerto en la zona.
Esta vez, sin embargo, se debe agradecer la sinceridad de los jefes comunales, encabezados por la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, quien alertó de la vergonzosa ley aprobada en el Congreso ("salió harto mala", dijo), pero se extrañó -al menos en la Región de Valparaíso- a sus pares, a quienes claramente se les pasó una de las principales preocupaciones, sino la única que debiesen tener por estos días, como es la seguridad de la ciudadanía.
Los permisos de circulación, una de las principales fuentes de ingreso de los municipios, también deben actualizarse a los tiempos que corren. Muchos de los municipios tienen mil y un trabas para el pago por internet e incluso ayer el alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, reconocía ante un usuario de redes sociales que lo encaraba, que la página web de la Subdere también dejaba mucho que desear.
A veces queremos compararnos con Singapur, Corea del Sur y los países escandinavos, pero terminamos a merced de varias decenas de parlamentarios, no todos, que no cumplen los mínimos requisitos intelectuales, de compromiso, responsabilidad o ética para decidir por nosotros.
Al menos nos queda un consuelo: el coronavirus, como todo en la vida, debiese tener un final. Tras ello vendrán las elecciones, muchas y para todos los gustos: no olvidemos quiénes estuvieron a la altura y quiénes no cuando los necesitamos.