Cambio de paradigma
"Quienes defendían con vehemencia los actos de desobediencia civil, ahora piden las penas más duras contra los infractores del toque de queda". Maximiliano Duarte, Investigador de la Fundación Piensa
A estas alturas, ya no es aventurado afirmar que la pandemia de covid-19 es un hito que marcará un antes y un después en el devenir de este siglo. Una vez que termine la crisis y salgamos del estado de perplejidad que supone contemplar la fragilidad del ser humano ante la naturaleza, los países entrarán en un profundo periodo de reflexión respecto al tipo de sociedad que desean construir a futuro.
Por supuesto que Chile no estará ajeno a ese fenómeno. Por el contrario, la relevancia del proceso constituyente se verá exacerbada a raíz de la pandemia. Así, cuestiones tan elementales como los límites de la libertad individual o la distribución territorial del poder político adquirirán una nueva dimensión a la luz de los acontecimientos más recientes.
Un antecedente que nos permite tener una idea de la complejidad del debate venidero se aprecia en la dicotomía entre las pulsiones populares al fervor de las últimas dos crisis. El mismo pueblo que antes reclamaba por un mayor catálogo de libertades individuales, hoy no tiene problemas en exigir las medidas más drásticas en detrimento de su libertad ambulatoria. Los ciudadanos que alzaban la voz en favor del libre tránsito de personas, hoy celebran el cierre de las fronteras; y quienes defendían con vehemencia los actos de desobediencia civil, ahora piden las penas más duras contra los infractores del toque de queda.
A nivel internacional la paradoja también está servida. El remesón provocado a raíz de la aparición inesperada del coronavirus traerá consigo un cuestionamiento profundo sobre los límites de la democracia. Si hace años el sociólogo Zygmunt Bauman anunciaba un divorcio entre el poder y la política en los Estados nacionales afirmando que "en nuestro mundo, cada vez más globalizado, hay política local sin poder y poder global sin política", hoy dicha ruptura parece ser más relevante que nunca. En efecto, el éxito o fracaso en la gestión del virus podría llevar a que algún país europeo siga los pasos de Reino Unido, poniendo en tela de juicio su participación en la Unión Europea. O por el contrario, la asimetría en la preparación de los distintos Estados podría llevar a que alguno proponga una nueva forma de organización internacional donde sus miembros cedan amplias esferas de soberanía a cambio de tener unidad de acción para enfrentar amenazas globales.
Probablemente, la incertidumbre será una compañera que caminará junto a nosotros por un buen tiempo. Así como habrá cambios de hábitos, costumbres y formas de relacionarnos, se vislumbra un panorama político convulsionado y una disputa ideológica que parece estar más abierta que nunca. Bienvenidos al cambio de paradigma.