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Canal de Panamá, comercio internacional y coronavirus

"En el caso de Chile, venimos hace años motivando nuevas inversiones, especialmente luego de la ampliación del Canal en junio de 2016, hito que contó con la participación de autoridades de los puertos de Valparaíso y San Antonio". Director Cámara Panameño Chilena de Comercio y exembajador de Chile
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Hace unos días el Canal de Panamá acaparaba reflectores mundiales por facilitar y acompañar el tránsito por sus esclusas de los cruceros MZ "Zaandam" y MS "Rotterdam". Fue una travesía compleja ante una pandemia que había provocado la muerte ya de 4 pasajeros y que tenía en sensible condición sanitaria a una parte importante del resto de turistas y tripulación.

El auxilio oportuno y eficaz permitiría que ambas embarcaciones llegaran en 2,5 días menos a un puerto de recalada en la costa del Atlántico en los Estados Unidos.

Pero más allá de ese magnífico testimonio de cooperación humanitaria, en momentos donde el pánico y la reclusión inmovilizan como nunca, el Canal enfrentará un reto de envergadura al ser un conector de 1.700 puertos con 144 rutas marítimas de 160 países en el mundo, esquema en el cual Chile es el primer usuario en Latinoamérica.

Lo primero será internalizar tempranamente el mapa de zonas geográficas más golpeadas por la pandemia para poder visualizar una nueva configuración de rutas. Y es que no todos los Estados, y en consecuencia puertos y terminales, saldrán al mismo tiempo de este letargo, lo que significará evaluar posiciones de actores comerciales y países para atender y alienar intereses de acuerdo al cambio de prioridades que necesariamente se va a producir. Una suerte de tabulación comercial 3.0.

Lo segundo es un posible cambio de tendencia en el modelo de producción mundial que traiga como consecuencia variaciones en el tipo de carga, generando impactos en los volúmenes y tránsitos de las embarcaciones. Esto también podrá llevar a un replanteamiento del diseño tarifario y la estructura de incentivos para alinear los desafíos emergentes de la demanda y mantener la competitividad del Canal en un nuevo esquema.

Lo tercero es una aceleración en los planes de explotación y desarrollo de nuevos negocios en zonas adyacentes al Canal y así alentar la creatividad de los propios usuarios en actividades que sumen sinergia a su propia operación por la vía interoceánica. En el caso de Chile, venimos hace años motivando nuevas inversiones, especialmente luego de la ampliación del Canal en junio de 2016, hito que contó con la participación de autoridades de los puertos de Valparaíso y San Antonio. Esas inversiones podrían considerar oportunidades para "tocar la carga" con valor agregado en el Canal y no sólo transportarla; deslocalizar desde Panamá clusters de distribución cercanos a ciertos mercados finales y potenciar a Panamá como centro logístico, a fin de disminuir riesgos de transporte y costos transaccionales entre puntas de producción y consumo, construyendo así una nueva filosofía en economías de escala para nuestras exportaciones.

El coronavirus marcará un nuevo paradigma para el comercio internacional. El Canal de Panamá y los puertos del mundo no serán la excepción.

Francisco Cruz F.