El conocido geriatra Juan Carlos Molina da cuenta de una realidad presente hace mucho tiempo, pero que ahora cobra dramática actualidad. "El coronavirus ha demostrado lo abandonado que tenemos a las personas mayores; nos ha demostrado que el sistema social, el sistema médico, no tienen implementado un sistema de apoyo estructurado para situaciones del día a día", sostiene el especialista". Con ironía afirma en entrevista con este Diario que "hay más de 400 mil adultos mayores que han vivido en cuarentena por 20 años y ahora recién los estamos viendo".
Su notoriedad se debe a que son los más cercanos a dar un paso al más allá. En la Región de Valparaíso, con gran cantidad de "seniors", el 21% de los atacados por la pandemia son adultos mayores y según Darma López, enfermera especialista en epidemiología de la Universidad de Viña del Mar, los infectados tiene un 50% de posibilidades de fallecer.
Debido a la edad y a enfermedades varias, los mayores han ido perdiendo defensas. Eso desde el punto de vista de salud general, pero la situación se agrava cuando deben subsistir con bajas pensiones, en condiciones de hacinamiento, sin posibilidades de mantener distancia social y muchas veces obligados a trabajar, constituyéndose en jefes de hogar, pese a que deberían estar gozando de un merecido descanso. Estas condicionantes negativas no son fruto de la actual pandemia, sino que del "abandono" que destaca el doctor Molina. Grave pecado social.
Paradojalmente, este abandono de los mayores ocurre cuando su número, pese a todo, casi por un capricho de la naturaleza, va en aumento y los promedios de edad siguen subiendo.
La sociedad, el Estado, no les presta debida atención, no los integra a mesa social alguna, mientras otros grupos, especialmente los jóvenes, son "regaloneados" con beneficios que van desde gratuidad universitaria hasta alimentación y transporte.
¿Qué beneficios concretos, consistentes, tienen los adultos mayores? No son muchos, pero que hay deudas pendientes con ellos es una vergonzosa realidad que en estos días se hace más notoria con las indignantes filas que deben sufrir para vacunarse, cobrar sus pensiones o, como ayer, resistir el inexplicable colapso de las oficinas de Chile Atiende que, aun consultadas por este Diario, ninguna autoridad se dignó a aclarar.
Advierte el doctor Molina que "a los adultos mayores los hemos infantilizado mucho, pero en realidad son tremendamente sabios". Tiene razón y se puede recordar que muchos grupos humanos han sido gobernados por consejos de ancianos. Hoy, cuando el tema del poder discurre entre la paridad y el proceso constituyente, no estaría demás mirar en la escala etaria un poco hacia arriba, y no sólo para abajo. De paso se podría recordar que también que el creciente grupo de la tercera edad, disciplinadamente, vota. Claro que esa sería una observación mezquina. ¿O quizás no tanto?