El Gobierno ha dimensionado bien los efectos de la pandemia, que tienen un alcance económico que se expresa en desempleo y consecuente falta de recursos en los sectores más vulnerables y también en pequeños emprendedores. Así, el Presidente Sebastián Piñera anunció en la noche del domingo un paquete de cinco medidas, dos de ellas muy concretas.

Se hará entrega de 2,5 millones de cajas de alimentos y artículos esenciales de aseo a las familias más pobres. Además, se establecerá un fondo de créditos con aval del Estado para las pequeñas empresas, al margen del sistema bancario que, pese a llamados oficiales, no se ha hecho cargo de las demandas de un importante sector de emprendedores menores.

Estas medidas son oportunas y realistas, pues hay familias que, derechamente, pasan hambre y trabajadores y artesanos que carecen de capital para la subsistencia de su actividad.

Importa que estas medidas tan aterrizadas se concreten en breve y lleguen con rapidez a sus beneficiarios, evitando burocracia, discrecionalidad y también aprovechamiento político. Y, si fuera necesario, se mantengan en el tiempo.

Sumándose a esos anuncios hay otros importantes: atención a la salud mental, tan sensible como la física; reforzamiento de residencias sanitarias focalizadas en adultos mayores y entrega de amplia información del avance de la pandemia, punto que se ha prestado a polémicas e incluso a críticas destempladas y hasta malintencionadas.

Afirma el Presidente que hemos entrado a una nueva fase de la peste y aclara que el polémico y mal entendido "retorno seguro sólo se pondrá en práctica, y en forma gradual, cuando las condiciones sanitarias permitan resguardar adecuadamente la salud y la vida de todos nuestros compatriotas, lo que constituye nuestra primera prioridad". Procedente advertencia cuando ya muchos, irresponsablemente, emprenden por su cuenta la ruta a la normalidad. Calles, espacios públicos y borde costero dan cuenta de ello y también ciertos comerciantes.

Avala la alerta presidencial el avance de la pandemia con más afectados y fallecidos, situación que nos golpea como Región y que no da tregua en el Gran Santiago pese a la cuarentena total.

Junto al covid-19 ataca con virulencia lo que Piñera llama "pandemia social de la recesión mundial", con efectos devastadores que cruzan de norte a sur y de este a oeste. Y esa pandemia golpea a los más pobres que no sólo pierden salud por un virus favorecido por malas condiciones de vida, sino que también pierden sus trabajos.

Ataca el Gobierno esa realidad con medidas concretas que deben ser apoyadas y reforzadas por quienes tienen mayores recursos y poder económico y también por el mundo político que debe entender que su gran aporte es la unidad, mirando como única meta la recuperación del país en beneficio de toda la población.

En 1883, con ocasión del cuarto aniversario del Combate Naval de Iquique, el historiador Benjamín Vicuña Mackenna declaraba que "no en vano escogen los pueblos y las naciones nombres y estandartes, aniversarios y veneraciones inmortales… La patria no es sino un nombre: la nuestra llámase Chile", para luego preguntarse "¿Qué es la bandera? Apenas un símbolo, una tela de tres colores, la estrella blanca en la banda azul, un asta y nada más. Pero ¿quién no ha sentido estremecerse de gozo todo su ser cuándo, flameando en el alto mástil o en la apretada fila de batalla, rodeada de resplandecientes bayonetas, esa bandera ha conducido a nuestros soldados al asalto y a la victoria?".

Como ferviente patriota que era, Vicuña Mackenna lograba conmover en grado máximo las fibras más hondas del patriotismo de los chilenos. Tal como en el siglo XIX, este 21 de mayo es una fecha cuya importancia para evocar y resaltar los sentimientos patrios está por sobre toda clase de ideologías, sectores o intereses.

Sin siquiera pretender seguir los pasos de mi tatarabuelo paterno, me propongo formular una invitación muy simple para este 21 de Mayo. Teniendo presente las circunstancias extraordinarias por las que vive el país, y en particular la Región de Valparaíso -donde residen los restos inmortales de Prat y de los demás héroes de la gesta de Iquique-, que motivaron la suspensión de toda clase de ceremonias y eventos conmemorativos de este día tan especial y único para los chilenos, quisiera convocarlos a rendir un justo y merecido homenaje no sólo a los héroes de ayer, sino que también a los héroes de hoy.

Son miles los chilenos que, tal como antaño, están dándolo todo por cuidarnos en esta pandemia, sin esperar reconocimiento alguno. Los ejemplos de compromiso, esfuerzo y sacrificio que han dado estos héroes anónimos en el día a día merecen que los recordemos con más nitidez y sentido y que les rindamos un justo homenaje a través de la figura de Prat y su tripulación, cuyo legado no se agota en un día ni en una celebración anual. La trascendencia de estos hombres es algo que perdura todo el año y en todo momento.

Demos muestras que el ejemplo de esos nobles héroes no ha sido en vano. Para ello, nada mejor que recurrir al valor de los símbolos que nos unen como chilenos, como es el caso de nuestra bandera nacional. Como uno de los símbolos más importantes que tenemos, la bandera no sólo sirve para representar al país en el extranjero o para celebrar victorias o gestas deportivas, sino que también para demostrar patriotismo y unidad entre los chilenos en la vida diaria, especialmente en momentos en que el país vive una situación compleja y adversa.

Quiero invitar al intendente de la Región de Valparaíso, a sus gobernadores, alcaldes, concejales, bomberos, organizaciones sociales y a todos los habitantes de la región, a desplegar la bandera chilena en todas las casas y edificios, públicos y privados, este próximo 21 de mayo. Sería, en plena pandemia, un emotivo gesto de reconocimiento y unidad entre todos los chilenos en torno a la figura de nuestros héroes patrios: los de ayer y los de hoy.

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