Solidaridad cuando arrecia el temporal
Oportunas movilizaciones de ayuda a los grupos más castigados deben multiplicarse y mantenerse en el tiempo. El desempleo llega a niveles críticos alcanzando en la Región a un 10,7% de la fuerza de trabajo. La media nacional es un 9%, lo que significa la pérdida de 680.000 plazas de trabajo.
Días de quejas y denuncias, muchas justificadas y otras hasta con segundas intenciones haciendo de la pandemia y las necesidades un aprovechamiento político que nada resuelve.
Pero en medio del dolor de la pandemia y de sus devastadores efectos surgen corrientes de ayuda, más allá de la oficial, que merecen reconocimiento y estímulo y que junto a resolver problemas concretos tienen mucho de creatividad. Está, por ejemplo, el Rotary Club, que busca reunir celulares en desuso para reciclarlos y entregarlos a estudiantes carenciado para puedan seguir sus estudios por la vía digital. Gran idea. El asedio con ofertones de nuevos modelos deja olvidados por ahí aparatos aún en condiciones de servicio. Por otro lado, la estatal Empresa Puerto Valparaíso junto a TPS y TCVAL, operadores privados del frente marítimo, está entregando 2.259 cajas de alimentos a 753 trabajadores eventuales del sistema portuario local, iniciativa consensuada con los propios beneficiados y sus organizaciones gremiales.
Entretanto, entidades como la Liga Marítima de Chile, Fundación Carlos Condell, Patrimonio Marítimo, Fundación Mar de Chile y la Armada, tienen en marcha un plan para financiar, con aporte de sus integrantes, cajas de ayuda a sectores vulnerables de Valparaíso, Viña del Mar y Talcahuano. Destaca entre muchas iniciativas la tarea que desde hace tiempo desarrolla la Corporación La Matriz, que entrega alimentación a grupos en situación de calle en el patrimonial barrio Puerto de Valparaíso, bajo la inspiración del sacerdote Gonzalo Bravo, recién nombrado obispo de San Felipe.
Estas iniciativas de ayuda no pueden tener sentido de limosna. Son acciones de justicia social en que, junto con desarrollar el sentido solidario, sirven para dejar a la vista realidades de pobreza y abandono que se pasan por alto.
La situación actual llama a derrotar la indiferencia con movilizaciones solidarias que se mantengan en el tiempo cuando arrecia el temporal que nos golpea con fuerza como sociedad.
El desempleo llega a niveles críticos, alcanzando en la Región a un 10,7% de la fuerza de trabajo. La media nacional es un 9%, lo que significa la pérdida de 680.000 plazas de trabajo. Estas cifras irán en aumento mientras no cede la pandemia y tampoco se logra atenuar el daño provocado por la violencia desatada a partir de octubre pasado. Como otro factor negativo se debe sumar la sequía, con grave impacto económico y social.
Toda esta realidad debe ser colectivamente asumida, multiplicando la tarea solidaria que han emprendido muchas organizaciones y personas, dejando de lado cálculos electorales y personalismos que restan, dividen y alejan de las soluciones que esperan personas enfermas, sin empleo y hambrientas, bajo precarios techos.