El desafío del 60% en cuarentena
Para que la medida sea efectiva, debe tener la capacidad para reducir significativamente la circulación de personas en Valparaíso y Viña. El confinamiento estricto que parte hoy requiere de un esfuerzo logístico sin precedentes para las autoridades, sin dejar espacio para descoordinaciones o mezquindades.
No es tan sorprendente que el ministro de Salud Jaime Mañalich sucumbiera a la tentación de equiparar los esfuerzos para acotar el impacto de la pandemia por coronavirus con el sacrificio de una guerra y la imaginería de una batalla, pero sí inquieta que persista en dicha imagen -incluso ayer-, cuando parece que el esfuerzo ha sido insuficiente y el país pierde terreno en un conflicto que, en verdad, es una emergencia equivalente a una catástrofe. Despojada de su capacidad simbólica, la guerra como parangón es inútil para este caso.
Esta no será, por tanto, la batalla de Valparaíso y Viña del Mar -ni la de San Antonio-, ahora que las dos comunas más grandes de la Región están ad portas de iniciar un periodo oficial de cuarentena, que en rigor es un confinamiento estricto. Es una medida extrema para detener el alza sostenida en los contagios que ha vivido la zona, pero también un desafío logístico y humano sin precedentes para las autoridades regionales. No es magia. Y la estipulación por decreto de estas restricciones no garantiza por sí sola detener la propagación del virus en la población.
Como ocurre en todos los ámbitos, una estrategia es tan buena como la capacidad para aplicarla y como contraste tenemos en la historia de las cuarentenas el mal ejemplo de la Región Metropolitana. Apenas un 30% bajaron los índices de circulación y actividad en las comunas afectadas durante las primeras tres semanas de su aplicación en la capital. Para que el confinamiento sea efectivo se requiere que dicha cifra se empine al menos hasta el 60% en Valparaíso y Viña del Mar.
El médico infectólogo Rodrigo Cruz, director del Centro de Diagnóstico e investigación de Enfermedades Infecciosas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, advierte que junto con la entrega de ayuda en alimentación a las familias más necesitadas, las autoridades deben fortalecer la red de residencias sanitarias y la atención primaria. Pero la lista de responsabilidades es más larga: controles carreteros, prolijidad en la entrega de permisos, vigilancia permanente en las zonas de conexión con otras comunas, aseguramiento de la cadena logística y de la operación de faenas que tienen impacto a nivel nacional, como el trabajo portuario, por nombrar las más visibles, aunque con certeza existen muchas otras de la que sabremos sólo cuando la pandemia sea un evento pasado y podamos analizarlo con la frialdad que permite la distancia.
No hay espacio, por tanto, para yerros comunicacionales a nivel regional, para descoordinaciones entre autoridades o rencillas de poca monta en horas tan desesperadas, porque ello nos acercaría al fantasma de Santiago y la batalla fallida. Que no pase como advierte el historiador francés Éric Vuillard: "Toda cosa tiene una causa y una causa idéntica en condiciones idénticas acarreará las mismas consecuencias".