La esperada lluvia en el peor momento
Las precipitaciones recientes y las anunciadas llegan junto al duro desafío que significa el cumplimiento de la cuarentena total. El confinamiento complica el abastecimiento de las personas más vulnerables, tarea que debe ser asumida con un trabajo colectivo. Hay que acelerar la tarea de entrega.
Paradojalmente, la esperada y necesaria lluvia llega en el peor momento, agravando el crítico escenario de la pandemia. Los modestos 13,3 milímetros de agua caída en las precipitaciones de la noche del jueves y la madrugada de ayer viernes, agravan los problemas de los sectores más pobres de nuestra zona en particular y de todo el país en general.
La lluvia, cada vez más esquiva, deja a la vista, en primer término, la precariedad habitacional que afecta a miles de personas. A veces son residentes en campamentos emplazados en tomas en terreno inadecuados para la construcción, como ocurre en Valparaíso y Viña del Mar, o en ocasiones son viviendas sociales que acusan fallas ante la lluvia y también con ocasión de esos sismos parte de nuestra realidad. Están también los frecuentes derrumbes, verdadera bomba de tiempo que se esconde en los recovecos de la caprichosa topografía porteña.
En esta ocasión la lluvia llega cuando se inicia un periodo de cuarentena total, reiteradamente solicitado con el fin de detener el avance del coronavirus. Esto significa que a las precarias condiciones habitacionales descritas se suma el hacinamiento con mala ventilación aumentando los riesgos de enfermedades a las vías respiratorias debido al frío, el viento y la humedad. Los más expuestos son los niños de corta edad y los adultos mayores, porcentaje importante de la población de nuestra Región.
El confinamiento, además, complica el abastecimiento de las personas más vulnerables, mayoritariamente en los cerros.
Todo este desafío debe ser asumido con un trabajo colectivo en terreno para atender a los sectores más amenazados por las malas condiciones habitacionales y por el avance implacable del covid-19.
Hay que acelerar la tarea de entrega de cajas de alimentos, dejando de lado absurdos protagonismos e instructivos con nombre y apellido que sólo burocratizan el proceso y abren innecesarios debates. Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha, recuerda con sabiduría el Evangelio.
Se debe estimular, además, el funcionamiento de ollas comunes y de comedores comunitarios, cautelando las condiciones sanitarias ante la amenaza latente de la pandemia y, paralelamente, velando por la mantención del confinamiento, limitando la movilidad únicamente a las necesidades de alimentación y salud. Cuando proceda el aislamiento, hay que acelerar los traslados a residencias sanitarias.
En estos días, con bajas temperaturas y anuncios de nuevas lluvias, la cuarentena es dura, pero es imperativo cumplirla pese a las condiciones adversas de miles de personas, pues se trata de una medida que, sin ser mágica, debería frenar la alarmante extensión del mal que ayer sumó 222 fallecimientos y 6.754 nuevos casos, cuyo desenlace encierra un dramática incógnita.