El invierno, una dura batalla sin precedentes
La llegada de la nueva estación nos encuentra como país enfrentados a la pandemia, al hambre, a la falta de vivienda y el desempleo. Estiman los economistas una contracción del 6,5%. En concreto, según el Centro de Estudios Longitudinales de la Universidad Católica de Chile, han perdido su trabajo 2 millones de personas.
Hoy se inicia el invierno. Este cambio de estación, más que un número en el calendario, está marcado en este 2020 por duros desafíos. Factor de fondo el covid-19, implacable pandemia que no cede. Asociados al tema sanitario están el hambre, la mala calidad de la vivienda y el desempleo.
El hambre, vieja amenaza de la humanidad que en nuestro país parecía superada, pero que ahora se hace de nuevo presente, azotando, como siempre, a los más pobres.
El ministro de Agricultura, Antonio Walker, asegura que la producción alimentaria está asegurada. Pero ¿llega a toda la población? Afirma el secretario de Estado que parte de los alimentos se pierden por diversos factores y que está en marcha un proyecto de ley que evitaría esa pérdida para lograr que alcancen a quienes más lo necesitan.
En paralelo al mismo tema está la cuestión del ingreso que desaparece debido a la pérdida de empleo o que baja drásticamente, limitando el gasto. Hay apoyos oficiales que nunca resultan suficientes y que muchas veces se entrampan en la asignación, cuando se trata de dinero, o en la distribución cuando se trata de la entrega de productos en concreto.
Tenemos también el antiguo problema de la vivienda. Aumenta la población, pero no aumenta al mismo ritmo la cantidad de viviendas. Los planes oficiales resultan lentos y son sobrepasados. Aparecen así tomas y campamentos que no dan abrigo ni techo seguro y que carecen de servicios básicos. En las mismas viviendas sociales, no siempre de buena calidad, hay hacinamiento, lo que es dramático en las improvisadas habitaciones de los campamentos.
La suma de todos estos factores, hambre, viviendas insuficientes y precarias y desempleo, se convierte en un factor decisivo en la expansión de la pandemia.
Las grandes cifras también son alarmantes. Estiman los economistas una contracción del 6,5%. En concreto, según el Centro de Estudios Longitudinales de la Universidad Católica de Chile, en el último periodo han perdido su trabajo 2 millones de personas y el desempleo llega a un 11,2%. Esa cifra irá en aumento y con ello un crecimiento de la pobreza.
Esa es la lamentable realidad que alimenta la desesperanza y el descontento abre espacio para nuevas olas de violencia que nada resuelven y que agravan la situación, alejando las posibilidades de recuperación.
El invierno, con las esperadas lluvias que, paradojalmente, agravan la situación, seguirá su avance en el calendario y, lamentablemente, pareciera que junto a ese avance, quizás con mayor ritmo, avanza el dolor que nos golpea como sociedad. La tarea es mitigar ese dolor con solidaridad, con medidas que suponen gasto y buena gestión y, más que nada, con sentido de unidad nacional, asumiendo que enfrentamos una batalla sin precedentes que no admite egoísmo ni aprovechamiento.