SALUD, ECONOMÍA Y GASTO PÚBLICO
ECONOMÍA. El gasto público es clave para reducir la tensión entre salud y economía.
Mucho se ha hablado sobre una supuesta dicotomía entre proteger la salud de la población, y minimizar el daño a la economía que provocan las cuarentenas.
Hay dos razones de por qué esta supuesta dicotomía no es tal. La primera es que hay evidencia de que una protección más fuerte a la salud podría ser beneficiosa para el crecimiento. Un reciente trabajo de Correia, Luck y Verner estudia lo ocurrido en Estados Unidos con la pandemia de influenza de 1918. Si bien hay diferencias con la situación actual, es la única experiencia comparable. Encuentran que las ciudades que impusieron medidas de distanciamiento social más rápido y por períodos más prolongados, no sólo tuvieron menores tasas de mortalidad, sino que también tuvieron mayor crecimiento económico los años posteriores a la pandemia.
Por otro lado, los llamados a cuidar la economía tienen razón en afirmar que el costo de las restricciones puede ser muy alto: en el corto plazo, literalmente hay gente que no tiene para comer. En el mediano plazo, si las empresas quiebran, no habrá empleos. Pero estos llamados muchas veces omiten un factor importante, que es la segunda razón de por qué salud y economía no son alternativas excluyentes: la magnitud de los problemas que enfrenten personas y empresas dependerá del nivel de gasto público y su efectividad.
Desde Keynes en los años treinta se comprende la importancia del gasto fiscal contracíclico y el rol de los gobiernos en minimizar el impacto de las crisis. En este caso el gasto público es necesario para que las empresas puedan sobrevivir a la crisis, y para que las personas puedan permanecer en sus hogares y satisfacer sus necesidades básicas. El apoyo a las familias no es sólo un asunto de sobrevivencia y dignidad, sino que es fundamental para lograr cuarentenas efectivas y así controlar la propagación de la enfermedad. Lógicamente, éstos son gastos por una vez, no un gasto permanente.
Ahorros y deuda
Al momento de escribir, el gasto fiscal comprometido para la crisis es cercano al 1,4% del PIB, del cual aproximadamente la mitad son reasignaciones y la mitad gasto nuevo, el resto de las medidas son postergaciones de impuestos y gastos contingentes. El Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES) tenía a fines de marzo un saldo equivalente a alrededor del 5% del PIB. Por otra parte, las tasas de interés están en niveles históricamente bajos, y Chile sigue siendo el país de la región que puede acceder a las mejores condiciones de crédito. La deuda bruta del gobierno, si bien va en una tendencia al alza, se estima que estaría alrededor del 40% del PIB en 2024 o antes según el gasto en la crisis. Todavía de las más bajas de la región, y muy por debajo de la media de la OCDE que está sobre el 80% del PIB.
Una editorial del Financial Times insta a los países a aprovechar las condiciones actuales para endeudarse o refinanciar sus deudas. Chile podría endeudarse a largo plazo y a tasas menores al crecimiento proyectado para los próximos años, lo que facilita el servicio de la deuda. Emitir deuda ahora a condiciones favorables, de manera precautoria, permitiría tener más recursos disponibles en caso de que la situación lo requiera.
Reducir la incertidumbre
La propuesta elaborada por un grupo transversal de economistas a petición del Colegio Médico, que incluso fue apoyada por un ex Ministro de este gobierno, sugiere un gasto adicional a lo ya anunciado por alrededor del 5% del PIB durante los próximos 18 meses, ya sea girando del FEES o emitiendo deuda, y que el gasto se haga de manera flexible según lo que sea necesario en cada momento. Un aspecto clave es entregar certeza: la política fiscal pierde credibilidad si cada mes se plantea un límite distinto. Las personas y las empresas no pueden planificar, y menos mantenerse en sus hogares sin generar ingresos, si es que no saben si habrá o no un nuevo paquete de apoyo. La propuesta reduce esta incertidumbre al entregar holgura al gobierno.
Un esfuerzo fiscal mayor no sólo es posible, sino que es lo que responsablemente debe hacerse para mitigar la magnitud de la catástrofe. Al momento de escribir no hay nuevo acuerdo para el gasto, pero la propuesta del gobierno parece priorizar la reactivación. Y apunta a reasignar y no a hacer un esfuerzo fiscal mayor durante el período de control de la pandemia. La piedra de tope parece ser el temor a la posibilidad de que crezca el Estado. Es de esperar que durante la semana haya habido acuerdo, y se evite un exceso de austeridad que podría costar muchas vidas.