Reparto de cajas y residencias sanitarias
Si la idea del reparto de mercadería -con las complejidades logísticas y éticas que implicaba- ya era discutible, la contratación directa de hoteles terminó rayando en la irresponsabilidad.
Aestas alturas ya parece dar lo mismo de quién fue la idea de repartir cajas de mercadería a la población para paliar la falta de alimentos que ha causado la pandemia, desafiando a extremo las capacidades logísticas del Gobierno y de los municipios -que, bien sabemos, no son precisamente Amazon.com- y dando pie a los lógicos alegatos de las poblaciones de Viña del Mar y Valparaíso, angustiadas por la demora y la falta de transparencia en el calendario de reparto de las mismas. Aunque todo pudo ser peor (en Puerto Williams un funcionario municipal las vendía sin asco ni decencia alguna), terminar calculando cuántas cajas van, cuántas faltan y cuántas jamás llegarán es el más triste de todos los relatos, con las juntas de vecinos de Viña del Mar quejándose en contra de la seremi de Bienes Nacionales, Rosario Pérez, por la desprolijidad en la entrega de las mismas y, a su vez, ella responsabilizando a la municipalidad de no hacer bien al menos esa parte del trabajo. ¿Alguien sabe algo de los concejales viñamarinos? En Valparaíso, Rodelillo no es un ejemplo diferente, pero acá la molestia no se basa en cartas de choferes de exalcaldes incumbentes, sino en desórdenes e incidentes para protestar por lo que estiman suyo y que el Gobierno o la Municipalidad (¿hay diferencias a esta altura?) no han tenido a bien cumplir.
Simultáneamente, surgen acusaciones más graves contra el consejero regional UDI Mauricio Araneda, formalizado por el caso viáticos, ahora por supuesto tráfico de influencias desde su cargo de asesor o encargado -o quién sabe qué- de Salud en San Antonio, desde donde se cursó la contratación directa de un hotel ("más bien, una cabaña con camas", aclara el denunciante, diputado Andrés Celis) perteneciente a la familia del subsecretario UDI de Obras Públicas, Cristóbal Leturia, de larga tradición en la ciudad. ¿Hasta cuándo seguiremos con esa ordinariez? ¿Por qué el intendente Martínez -el mismo que lo denunció por el robo de viáticos- no opina sobre el rol que cumple el marido de la gobernadora de San Antonio en el entramado político de gobierno?
Respecto de las cajas, según el alcalde Sharp, el Gobierno les ha entregado 19.832 (Martínez habla de 25 mil), de las cuales -siempre según Sharp-, 16.500 ya fueron repartidas, pero en la población Juan Pablo II, de Placeres, y El Folklore, de Rodelillo, el levantamiento se hizo carne durante los últimos días de la semana con violentos enfrentamientos con Carabineros. Entonces, dice el municipio, es el Gobierno el que no cumple con los ritmos, aun cuando el seremi de Desarrollo Social exige un reparto de 9.000 cajas diarias para poder distribuir las 45.000 adicionadas tras el anuncio de la cuarentena. Empero, el municipio depende de los furgones escolares, que son sólo 80 y pueden cargar 35 cajas, y de la voluntad de los funcionarios municipales que los acompañen. De esta forma, si funcionaran todos sin interrupción (cosa que, entenderá usted, jamás será así en Valparaíso con la actual administración) cumplirían con la entrega de 2.800 por día. ¿De qué manera se repartirán entonces las 71.114 cajas totales, asumiendo que -tal como dice Sharp- están a full con la distribución? Sencillamente hay algo que no calza en esta historia. Se entiende que se buscaba evitar que la gente saliera de sus casas, ¿pero era necesario complicar tanto el asunto prometiendo ayuda social que en algunos casos jamás llegará, involucrando un sinnúmero de manos en el proceso y tener que hacer frente a la lógica molestia social por el retraso? ¿No era más sencillo, más práctico y menos riesgos aumentar el ingreso familiar de emergencia?