Comercio en general y apertura de botillerías
Frente a peticiones para el funcionamiento de esos locales aparece el tema de la esencialidad planteada ayer por las autoridades. El cierre del comercio no se puede agotar en las botillerías; hay muchos locales no esenciales en su giro que también deben permanecer cerrados por la cuarentena, todos afectados por graves problemas económicos.
Los concejales de Valparaíso y Viña del Mar se muestran de acuerdo en buscar alguna solución para autorizar el funcionamiento de las botillerías, hoy cerradas por disposición sanitaria. El concejal DC de la Ciudad Puerto Marcelo Barraza, quien preside la Comisión de Régimen Interno de la municipalidad, desde donde surgió la iniciativa de pedir al alcalde Jorge Sharp un decreto que permita abrir esos establecimientos, declaró que son cerca de 400 los comerciantes afectados y alertó sobre el peligro del clandestinaje.
El diputado Osvaldo Urrutia y los concejales Carlos Bannen, Valparaíso, y Jaime Varas, Viña del Mar, todos de la UDI, harán una presentación a la Intendencia para que la restricción sea evaluada. Apoya también la apertura Marcela Varas, concejala viñamarina PPD.
En paralelo, los departamentos jurídicos de ambas municipalidades estudian la petición de las botillerías.
Hay aquí, más allá del tema puntual, un buen ejemplo de visiones municipales comunes ante una misma materia, lo que se podría aplicar para abordar en conjunto problemas de mayor envergadura.
Volviendo a la venta de bebidas alcohólicas, estas se expenden sin problema en supermercados, junto a productos que son esenciales. No siendo el giro de las botillerías esencial en esta emergencia, su cierre obligado implica un daño para esos comerciantes con stock congelado y con pagos pendientes en patentes, arriendos, personal y proveedores. Se afirma que algunos de esos establecimientos también venden abarrotes, que sí son esenciales, lo que se debe establecer en terreno. De cualquier modo, hay una asimetría entre quienes sí pueden vender y quienes deben bajar sus cortinas.
Se debe recordar, además, que el comercio en general y el minorista en particular, de pocas "espaldas", fue blanco favorito de la violencia desatada en octubre, muy focalizada en el expendio de alcohol. Pero la cuestión del cierre del comercio no se puede agotar únicamente en las botillerías. Hay muchos establecimientos no esenciales en su giro que también permanecen cerrados dentro de las normas de la cuarentena total.
También tras esos negocios hay problemas humanos y económicos, con lo cual igualmente encontraríamos una asimetría dentro del ámbito mismo del ya maltratado comercio minorista al permitirse la apertura acotada a ciertos rubros.
Está el riesgo del clandestinaje con la restricción de venta de alcohol, ya señalado en estas columnas, pero subsiste el punto de la esencialidad de cada rubro, planteada ayer por el ministro de Salud y la subsecretaria de Prevención del Delito, anunciando mayor control. Y es justamente con una mirada general como se debe abordar este tema específico, donde hay atendibles apoyos, pero decisiones que consideran el bien común en momentos de crisis.