Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Servicios

Bolivia y el lunar de Cindy Crawford

"Se podría colegir que creo que la mediterraneidad boliviana no tiene solución. No es así. Pienso que sí la tiene, pero las negociaciones deberían cumplir tres condiciones". Abogado y exembajador de Chile
E-mail Compartir

Al poco tiempo de haber quedado con el triste privilegio de ser el único sobreviviente de los cinco chilenos que participamos en las llamadas "negociaciones de Charaña", fui invitado por un Centro Académico a dar una conferencia sobre aquéllas. En el momento de las preguntas posteriores a mi exposición uno de los presentes me consultó mi opinión respecto de las relaciones diplomáticas con Bolivia. Respondí tomando como referencia a la más hermosa modelo del momento, la norteamericana Cindy Crawford, a quien todos admirábamos por su extraordinaria belleza, su figura, su profesionalismo y su manera de ser. Agregué que nadie hacía mención alguna al notorio lunar que ella tenía sobre su labio superior. Todos lo aceptábamos de buena gana y sin discusión. No era tema.

Supongamos, añadí, que ella decide sacarse el lunar. Lógicamente el hecho sería noticia mundial y los medios de comunicación del orbe se referirían a ello y las opiniones se dividirían acerca de si era más o menos hermosa después de esa intervención cosmética. Luego nos acostumbraríamos a verla sin el lunar y poco a poco su cara se nos haría familiar sin aquél. Enseguida, acoté, imaginemos que a los cinco o seis años le reaparece el lunar. Nuevamente el hecho acapararía la atención mundial y se hablaría con profusión del tema.

Bueno, dije, las relaciones diplomáticas con Bolivia son como el lunar de Cindy Crawford. Hoy en el mundo nadie habla de aquéllas y la situación actual se da como un hecho cierto de la causa. Si se llegara al acuerdo de reanudarlas apareceríamos en todas las páginas de los diarios del mundo, lo mismo que en las noticias televisivas. Habría análisis en todos los sentidos y al hecho se le darían diferentes trascendencias. Viviríamos unos años en ese estado de relaciones, pero con seguridad absoluta que a la primera crisis seria que hubiera en Bolivia, el Presidente de la República de turno buscaría solucionarla tratando de crear algo que realmente fuera capaz de unir a la opinión pública del país a su favor.

En Bolivia el único hecho que realmente une a sus habitantes son las relaciones con Chile y la mediterraneidad. Como consecuencia de ello, La Paz rompería relaciones con Santiago y nuevamente seríamos objeto de las primeras páginas de los diarios del mundo con los más sesudos análisis sobre la decisión boliviana y sus consecuencias. Por ello, finalicé como conclusión, es mejor obviar el lunar de Cindy Crawford.

Como consecuencia de lo dicho anteriormente se podría colegir que soy de aquellos que cree que la mediterraneidad boliviana no tiene solución. No es así. Pienso que sí la tiene, pero las negociaciones respectivas deberían cumplir con tres condiciones copulativas:

1) El proyecto de solución debería ser formulado por La Paz a Santiago y tener la aprobación no sólo del gobierno boliviano de turno, sino también del Congreso y de todas las fuerzas políticas y sociales de ese país, única manera de garantizar su continuidad;

2) Como resultado de la proposición a plantear, Chile debería terminar con el mismo número de kilómetros cuadrados de superficie territorial que tenía al inicio de esas tratativas; y 3.) La suscripción del acuerdo definitivo debería cumplir con todas las obligaciones contraídas por ambos países con terceras potencias.

Esto último podría conllevar la necesidad de consultar al Perú si la proposición altiplánica afectara a territorios comprendidos entre la Línea de la Concordia y el río y la Quebrada de Camarones. Ello, de acuerdo al Protocolo Complementario suscrito entre Chile y Perú en 1929. Si ese fuera el caso, la consulta correspondiente debería ser realizada una vez finiquitadas las negociaciones entre Chile y Bolivia y no antes. Con ello la mayor responsabilidad de obtener el visto bueno peruano posterior recaería en La Paz y desde ese momento la solución del tema de la mediterraneidad boliviana dependería de Lima y no de Santiago.

Por todo lo señalado en esta columna es que en estos momentos no aparece como oportuno adelantar posibilidades de acercamiento a Bolivia, sobre todo hoy día en que allí existe una profunda incertidumbre política.

Demetrio Infante Figueroa