En un extraordinario cierre para el ciclo de conversaciones organizado por El Mercurio de Valparaíso, en conjunto con la Mutual de Seguros de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, la iniciativa online reunió a tres mujeres que abordaron el escenario económico desde todos los ángulos: Rosanna Costa, la exdirectora de Presupuestos de Piñera 1, actual consejera del Banco Central y candidata número uno a asumir su presidencia en un futuro cercano (a todo esto, nacida en Viña del Mar); la decana sanfelipeña de Ciencias Económicas y Administrativas de la PUCV, María Teresa Blanco; y la emprendedora olmueína y vicepresidenta de la Corporación Regional de Turismo de Valparaíso, Luigina Pruzzo.

La brillante exposición de Costa presentó el Índice de Política Monetaria (IPOM) de septiembre, en la cual dio cuenta de la marcada caída en el mes de abril y la reducción del ritmo de contracción a contar del mes de mayo, asomando un leve repunte, pero con un comportamiento claramente dispar entre los distintos sectores, sobre todo en la construcción y los servicios vinculados al turismo, en los cuales la caída ha sido severa y el despertar aún no es claro. Los desafíos son revertir el desastre del mercado laboral, recuperar la economía y dar alivio a las familias. Para ello, el BC ha reducido la TPM al mínimo técnico, ha hecho una fuerte inyección de liquidez al mercado cambiario, ha mantenido el flujo de circulante y lanzado líneas de financiamiento de bajo costo, además de comprar y recomprar bonos.

Tras Costa, fue el turno de María Teresa Blanco, quien deslumbró con una aguda presentación que mostró un verdadero fresco de la Región, provincia por provincia, y los devastadores impactos del estallido y la pandemia, con una tasa de desocupación del 13,8% en el último trimestre móvil, un fuerte crecimiento de los informales; además de gruesos retrocesos en el Índice de Producción Manufacturera (IPMAN), de las noches de alojamiento en la zona, del movimiento portuario y de las exportaciones. Blanco reconoció la labor del BC en la mantención de la estabilidad de la inflación y la baja del interés para estimular la inversión, aun cuando sí criticó las políticas de Gobierno, claramente no alineadas con las particularidades de la Región.

Finalmente, Luigina Pruzzo llevó toda la teoría macroeconómica a la calle, enfocándose en el triste derrotero que viven las 96 mil micro y pequeñas empresas regionales (63,3% de las cuales están en el turismo y el comercio), la pérdida de 16 mil empleos (un 42% del restante con suspensión laboral), 70% de los establecimientos cerrados, 52% en quiebra o al borde de ella y 89% de caída en ventas. Así, Pruzzo también fue bien distante de la política nacional del endeudamiento (créditos Fogape y programas como el Reactívate Turismo, que no llega ni al 50% de las empresas en problemas).

Como corolario, un cierre de lujo y que al menos deja en claro que hay mujeres muy inteligentes en puestos de responsabilidad en este país. ¿No sería bueno escucharlas un poco más?

Como mencionó el presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, Sergio Baeriswyl, los desafíos en la región son grandes, destacando temas en vivienda y acceso a servicios urbanos. La creación de un Consejo de Desarrollo Urbano Regional es una buena noticia que permitirá avanzar en temas de descentralización, donde el conocimiento local será clave. No obstante, esto puede verse entrampado por malas gestiones locales.

Al analizar el Sistema de Indicadores y Estándares de Desarrollo Urbano (SIEDU) se aprecia que tanto Valparaíso como Viña del Mar tienen bajo acceso a equipamiento público como plazas; similarmente, en temas de vivienda se destacan altos índices de segregación y porcentajes de hogares vulnerables. Lamentablemente, la distribución espacial de estos indicadores muestra aún más diferencias, dado que la mayoría de las áreas verdes están en zonas céntricas y los hogares vulnerables se concentran en la periferia y con bajo acceso a infraestructura.

La gestión local es relevante para responder a estos desafíos; no sólo atrayendo proyectos que beneficien a sus habitantes, sino que también diseñando planes a largo plazo que fomenten la equidad e inclusión. Como indican algunas investigaciones, la equidad territorial está correlacionada con la disponibilidad de recursos y con la capacidad de los gobiernos locales para gestionar soluciones. Una consecuencia de ello es que el acceso a beneficios urbanos es sensible a una mala gestión de sus líderes, comprometiendo directamente a las familias más vulnerables del territorio.

Un ejemplo de lo anterior es que, a pesar de ser la región con la mayor cantidad de campamentos, Valparaíso y Viña del Mar capturaron menos del 15% de los proyectos de integración adjudicados desde 2016 a la fecha. Además, estos proyectos se emplazan en zonas periféricas y con bajo desarrollo urbano, afectando no sólo a los índices mencionados, sino que también a sus habitantes y sus chances de movilidad económica en el tiempo.

El contar con una mirada local es un buen primer paso que permitirá un diagnóstico y soluciones más certeras, en concordancia con la realidad local y yendo más allá de datos generales. Ello también impondrá mayores responsabilidades a nuestras autoridades, las que no pueden seguir con discursos populistas y separatistas. Por lo tanto, el trabajo coordinado de alcaldes con otros agentes será aún más importante por todo lo que hay en juego. Esperemos estén a la altura.