En medio de los flashes y ante un grupo de periodistas y aficionados, Arturo Vidal inició su retorno al fútbol de Italia. Su arribo fue ayer, cerca de las 20:30 horas locales en el aeropuerto Internacional de Linate, y custodiado por representantes del Inter de Milán.

El seleccionado chileno esbozó una sonrisa y bajó del automóvil que lo esperaba para saludar a distancia a los hinchas presentes, luego de confirmarse en el transcurso del día que el nacional se había embarcado desde Barcelona hasta tierras itálicas.

Operación retorno

Al oriundo de San Joaquín le espera un contrato de dos años en la tienda lombarda, con un salario anual de unos seis millones de euros y la opción de extender su vínculo contractual con el Inter, por un tercer año adicional.

Esos detalles habían quedado definidos en la previa del arribo de Vidal a Milán, luego de intensas negociaciones entre su representante, Fernando Felicevich, y los directivos de Inter y Barcelona. Recién el pasado sábado, se pusieron de acuerdo en los dineros involucrados en la transferencia.

"El chileno regresa a Italia después de cinco años. Se reencuentra con Antonio Conte después de su experiencia en la Juve, el técnico que lo quería con fuerza para su centro del campo del Inter. Vidal llega prácticamente a costo cero: la dirección nerazzurri ha llegado a un acuerdo con el Barcelona sobre una indemnización de un millón de euros, destinada a subir cuando se alcancen determinadas bonificaciones. Una larga negociación, concluida tras días de espera por el visto bueno definitivo", informó el canal deportivo Sky Sports. La estación indicó además que el jugador hoy se realizará los exámenes médicos previos a su presentación.

"El chileno, nueva incorporación del Inter, se someterá mañana (hoy) por la mañana al clásico procedimiento de reconocimientos médicos entre la clínica Humanitas y Coni, mientras que por la tarde llegará la firma del contrato, al que luego seguirá el traspaso oficial desde Barcelona", dijo el medio sobre el flamante refuerzo del cuadro lombardo.

Luego de tres semanas de pedaleo por gran parte de Francia, ayer se cerró con broche de oro la centenaria prueba ciclista del Tour de Francia. El joven esloveno Tadej Pogacar se alzó como campeón, mientras el irlandés Sam Bennett triunfó en la última etapa, y todo el pelotón portando en sus rostros mascarillas con la leyenda de "No al racismo". Esto, en apoyo a las causas mundiales contra la discriminación racial y los abusos de poder hacia las minorías étnicas.

Fue un Tour particular, que se realizó bajo estrictas medidas sanitarias a causa de la pandemia de coronavirus. En términos generales, la prueba respondió al entregar una sólida competencia, en la que ningún ciclista resultó positivo a covid-19 en el cierre, según reportes oficiales de la organización.

Con menos público en la cuneta, con mascarillas en los rostros y los ciclistas aislados del resto del mundo, la ronda gala superó el reto. Su director, Christian Prudhomme, incluso proclamó al finalizar el evento que ver al pelotón desfilar por los Campos Elíseos, es "una victoria".

El Tour 2020, en todo caso, no estuvo exento de críticas tras la decisión de suspender el evento en julio, porque la situación sanitaria no lo permitía. La nueva fecha fue septiembre, momento en el que la pandemia recobra vida en Francia como en otros países de Europa, donde vuelven a multiplicarse los contagios.

En el terreno deportivo, el Tour acabó oficialmente sin ningún positivo por covid-19 en el pelotón. Las autoridades impusieron un estricto control, una burbuja que afectaba a los corredores, técnicos, médicos y mecánicos, apartados del resto del mundo. Todo un éxito para Prudhomme.

El japonés Kazuki Nakajima, el suizo Sebastian Buemi y el neozelandés Brendon Hartley, que sustituyó en esta temporada al piloto español Fernando Alonso, ganaron ayer la edición número 88 de las tradicionales 24 Horas de Le Mans al mando de un Toyota TS050 Hybrid.

El título de las 24 Horas es el tercero consecutivo para Nakajima y Buemi, como el segundo de Hartley. Ellos se impusieron en una prueba en la que escalaron varias posiciones, tras la pérdida de diez minutos por los problemas sufridos por el Toyota pilotado por el nipón Kamui Kobayashi, el británico Mike Conway y el argentino José María "Pechito" López, que arrancaron desde la "pole" y dominaron la primera parte de la carrera.

Después de haber logrado la "hiperpole" para la salida y ser el primer líder, el equipo de Kobayashi se topó con un problema en el turbo de su vehículo que le hizo perder casi media hora y la primera posición. Al final consiguió acabar en el tercer puesto de la prueba, detrás del Rebellion pilotado por el estadounidense Gustavo Menezes.

En la categoría LMP2 la victoria fue para el equipo compuesto por el inglés Phil Hanson, el portugués Filipe Alburquerque y el británico Paul Di Resta, a bordo de un United Autosport.

Poder femenino

La competencia presentó entre lo más destacado de la jornada el noveno lugar conseguido por el trío de mujeres del team Richard Mille Nº50, compuesto por la colombiana Tatiana Calderón, la alemana Sophia Flörsch y la neerlandesa Beitske Visser.

Ellas, en su primera aparición competitiva en el circuito francés se colocaron en el Top 10 de la prueba, conduciendo un Oreca 07 Gibson.

El día también fue positivo para otra terna femenina en Le Mans, ya que el equipo conformado por la suiza Rahel Frey, la danesa Michelle Gatting y la italiana Manuela Gostner, también cerró la prueba en el noveno puesto de la categoría LM GTE Am, al mando de un Ferrari 488 GTE Evo.