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Mafalda se queda sin su padre y todo el mundo llora con ella

GENTE. Quino falleció a los 88 años en Mendoza, por un accidente cerebrovascular.
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F. Arbulú / Agencias

Según la autobiografía que aparece en su página web, Joaquín Salvador Lavado Tejón comenzó a dibujar a fines de los años 30. Hijo de padres andaluces, escuchó hablar de la Guerra Civil Española en la que había "buenos y malos", pero cuando ésta llegó a su fin "el pequeño Quino ya va a las escuela y allí aprende que los que son buenos de verdad son los argentinos" y "para intentar deshacer el embrollo, el pequeño Quino se pone a dibujar, en silencio".

Se sucedieron la Primera y Segunda Guerra Mundial y Quino siguió con la misma idea. Así fue como "en 1964 nace Mafalda, una niña que intenta resolver el dilema de quiénes son los buenos y quiénes los malos en este mundo". El martes, precisamente, la niña cumplió 56 años.

Pero no alcanzó a celebrar muchas horas, porque ayer su padre dejó de existir a los 88 años en Mendoza, la misma ciudad que lo vio nacer, debido a un accidente cerebrovascular. "Se murió Quino. Toda la gente buena en el país y el mundo lo llorará", anunció Daniel Divinsky, su histórico editor, a través de Twitter.

Siempre vigente

A través de la misma red social, políticos, dibujantes, actores, escritores e instituciones como la Real Academia Española (RAE) lamentaron el deceso del hombre que a los 18 años se trasladó a Buenos Aires en busca de un editor dispuesto a publicar sus creaciones. Allí sufrió tres años de penurias económicas antes de ver cómo se publicaba en 1954 su primera página en el semanario Esto es, momento que definió como "el más feliz" de su vida.

Desde entonces comenzó a publicar en varios medios. Con el tiempo, su trabajo fue reproducido por muchos diarios y revistas de América Latina y Europa. En 1960, cuando colaboraba con varias publicaciones, se casó con Alicia Colombo y tres años más tarde vio la luz su primer libro, "Mundo Quino".

Fue gracias a éste que recibió un encargo para dibujar unas páginas para la campaña de publicidad de una empresa de electrodomésticos, y con ese fin creó el personaje de Mafalda. La campaña no llegó a realizarse, pero Quino se quedó con algunas tiras que le sirvieron años después.

El 29 de septiembre de 1964 se publicó por primera vez una historieta de la pequeña en Primera Plana, de Buenos Aires. Un año después el diario El Mundo comenzó a publicar la tira de la niña de seis años que ama a los Beatles, defiende los derechos humanos, cuestiona el mundo y odia la sopa.

El personaje prontamente cruzó las fronteras para conquistar América Latina y Europa, siendo traducida a más de una docena de idiomas, además de transformarse en una serie de televisión en España.

Quino dejó de dibujar la tira de Mafalda y sus amigos -Manolo, Susanita, Felipe y Libertad- en 1973. El autor diría que se le habían agotado las ideas, aunque su imagen y sus atemporales e irónicos mensajes por un mundo mejor la han hecho inmortal. "Viendo las cosas que hice en todos estos años me doy cuenta de que digo siempre las mismas cosas y siguen vigentes. Eso es lo terrible... ¿No?", dijo Quino en una entrevista a Efe.

Reconocimientos

En 1976, cuando se produjo el último golpe militar en Argentina, el autor se trasladó a Milán y continuó produciendo humor gráfico que reunió en colecciones de libros. De ese año son "Yo que usted" y "¡No me grite!", editados en México y Portugal. Otras recopilaciones son "Ni arte ni parte" (1981), "Gente en su sitio" (1986), "Potentes, prepotentes e impotentes" (1989), "Yo no fui" (1994), "La aventura de comer" (2007) y "¿Quién anda ahí?" (2012).

Sin embargo, el interés por la pequeña Mafalda permaneció y sus libros continuaron imprimiéndose. Así, fue elegida para acompañar campañas de Unicef, la Cruz Roja Española y la Cancillería argentina.

En 1984, Quino inició en Cuba una amistad con el director de cine de animación Juan Padrón y firmó un contrato con el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos que le condujeron a la realización de cortometrajes con sus páginas de humor. La serie se llamó "Quinoscopios".

En 2009 se inauguró una estatua de Mafalda en el barrio porteño de San Telmo, cerca de donde había vivido Quino, que ayer se convirtió en sitio de romería por quienes lloraban la pérdida del dibujante.

A los 81 años, Quino reconoció públicamente que había dejado de dibujar por algunos problemas de su vista y puntualizó que estaba satisfecho, porque había dicho "casi todo" lo que sintió a lo largo de su vida. Pese a ello, las tiras de sus historietas se siguieron publicando.

En 2014, cuando se cumplieron los 50 años de Mafalda, Quino recibió en marzo la Legión de Honor francesa. En medio de su felicidad al recibir tal distinción, se refirió una vez más a la pérdida de la vista: "Es muy feo, a uno se le va desapareciendo el mundo", dijo al diario La Nación. Ese mismo año, pero en mayo, recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, debido a que "al cumplirse el 50 aniversario del nacimiento de Mafalda, los lúcidos mensajes de Quino siguen vigentes por haber combinado con sabiduría la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento", dijo el jurado.

Al año siguiente estuvo en Chile para recibir de manos de la entonces Presidenta Michelle Bachelet la Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda, máximo galardón que entrega el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Su titular actual, Consuelo Valdés, comentó que "con mucha tristeza nos sumamos al pesar internacional por la muerte de Quino, creador de uno de los personajes más entrañables de las historietas que por décadas han cautivado a personas de todas las edades y de todo el mundo, con su humor y realismo".

Unos de sus últimos actos públicos fue a fines del año pasado, cuando asistió a un homenaje en la Universidad Nacional de Cuyo de su ciudad natal, adonde se mudó desde Buenos Aires tras quedarse viudo en 2017.

Aunque nunca gustó de hacer balances, "de vez en cuando" no le quedaba otra que hacerlo, sobre todo por la insistencia de los periodistas a la hora de sonsacarle el porqué de su dilatado éxito.

"Eso me lo pregunto yo también mucho. No lo sé. Sé que he puesto el dedito en una tecla que mueve muchas cosas", confesó alguna vez el mendocino, quien tenía claro que, del mundo de ahora, su eterna hija opinaría que es "un desastre" y "una vergüenza".

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