Luis Cabrera del Valle

En una primera lectura, el ideario técnico de Javier Torrente parece demasiado estructurado. El entrenador de Everton revela que tiene un "plan" para cada partido, en el que se especifican las obligaciones que tiene cada jugador durante los noventa minutos.

El objetivo de esa detallada preparación es maniatar al rival para neutralizar sus virtudes, según explica el rosarino.

Sin embargo, esa planificación también tiene espacio para las libertades, confiesa el DT.

"La genialidad enriquece la estructura, lo describiría de esa manera, pero hay una estructura de la cual agarrarse, porque a veces te toca jugar mal", resume el exayudante de Marcelo Bielsa.

Una vez aclarado eso, Torrente aterriza conceptos y los aplica al presente evertoniano, que esta semana se focaliza en Wanderers, el archirrival al que reciben el sábado.

"Ese día iluminado de cualquier futbolista puede ser ejemplificado con el caso de Echeverría la semana pasada (ante Curicó): le hacen el penal, le baja la pelota de cabeza a Pol en el segundo gol y marca el tercero, creo firmemente en lo que aportan los futbolistas en lo individual a la hora de improvisar", dice el trasandino.

Al mencionar el aporte de este jugador en particular, Torrente también abre una ventana que permite ver cuánto lo extrañará en el Clásico Porteño.

No obstante, el entrenador oro y cielo confía en que podrá reemplazar de buena manera al volante formado en la "U". Su relevo sería Camilo Rodríguez.

"Confiamos en el plantel y el que reemplace a Echeverría lo hará bien, estamos contentos por el jugador, que está convocado para un partido de verdad, por los puntos, algo que no sucedía desde el año 1995. Con el plantel que tenemos vamos a lograr reemplazarlo de muy buena manera y que el andar del equipo no se resienta", dice el técnico.

La idea de mantener el nivel en el sector de volantes es una meta para Torrente: "A pesar de la salida de Echeverría, necesitamos presentar un mediocampo de las mismas características, ese es el desafío, pero eso se verá el día del partido. Cuando ese mediocampo empiece a funcionar veremos si estuvo bien o recurrimos a otro tipo de armas. Queremos adueñarnos del partido como lo hicimos con Curicó, con Católica y con Antofagasta".

Respecto al rival, señala que "Wanderers tiene un puntero izquierdo que normalmente habilita rápido desde el costado al centro, tiene un volante interior derecho con juego... Tácticamente ha utilizado el esquema 4-4-2, 4-4-1-1, 4-3-3 también, ha jugado con un delantero detrás de otro, ha jugado con distintas formaciones, entiendo que tuvo una lesión el centrodelantero".

"Se está trabajando sobre la llegada de Menéndez, se supone que esta semana iba a recibir la autorización".

Javier Torrente, DT de Everton y refuerzo argentino

La contorsión del wanderino Rubén Darío Gigena sorprendió a todos en la cancha y en las gradas. El delantero argentino recibió un centro llovido de Moisés Villarroel, aguantó la marca del zaguero de Everton Alex Von Schwedler y de espaldas al arco se lanzó en una media chilena que superó al portero Sebastián Pérez.

Diez años han pasado desde ese 23 de octubre, el día de la última victoria de Santiago Wanderers ante Everton en el estadio Sausalito. Fue un 2-0. Por diversas razones sólo tres clásicos se han disputado en Viña del Mar desde 2010 (uno por el torneo de Primera División y dos por Copa Chile), los cuales terminaron en empate.

Hoy, desde Bahía Blanca, Argentina, el "Búfalo" recuerda con lujo de detalles un gol que quedó en la memoria colectiva de los wanderinos.

"No sabía que hace diez años no ganábamos el clásico allá", dice Gigena, quien señala que el día del partido con Everton el 2010, estaba Marcelo Bielsa en el estadio observando a Carlos Muñoz, quien también anotó un gol.

Recuerdo de "peineta"

"Teníamos un gran técnico como Jorge Garcés, que es un ídolo en Wanderers", comenta el exdelantero, añadiendo que en Valparaíso "me encontré con un pueblo que tiene mucha historia, con una una hinchada impresionante como Los Panzers, que te alentaba de local y de visitante, impresionante la gente que convoca el club".

Sorprenden los detalles que atesora el trasandino sobre ese clásico. Por ejemplo, relata que Moisés Villarroel tuvo problemas físicos en la semana previa al duelo, pero quiso jugarlo, aunque estaba desgarrado. "El gol, de hecho, llega de un centro del 'Villa', que quiere sacarlo como sea, justo me cae a mí, puedo aguantar la pelota y me queda pasando la cabeza, así que no me quedó otra que pegarle de media chilena y el arquero estaba mal ubicado. Después lo puede ir a festejar con toda la gente", dice.

Sobre el ambiente del clásico, Gigena señala que durante toda la semana previa la gente los alentó: "Se veían muchas banderas, muchas camisetas de Wanderers. Cuando salimos del hotel nos fuimos acompañados de la gente que iba en sus autos y en buses desde Valparaíso a Sausalito".

Sobre la acrobacia con que vulneró la valla oro y cielo, el exdelantero dice que nunca la había entrenado, "fue un instinto, salió en el momento... De hecho, cuando termina el partido Garcés se me acerca y me dice que me iba a sacar en el entretiempo, porque no andaba bien, pero por suerte abrí el partido con ese gol".

"En Viña y Valparaíso se respira mucho fútbol. Creo que el clásico se vive con mucha intensidad".

Rubén Darío Gigena, Exdelantero de Wanderers