La Armada en la primera línea
La presencia de cientos de pesqueros chinos frente a nuestras costas exige alerta permanente en resguardo de nuestros intereses marítimos. También dentro de una política oceánica es oportuna la presentación de Chile ante la ONU solicitando el reconocimiento de la soberanía nacional sobre la plataforma continental extendida en torno a Isla de Pascua y la isla Salas y Gómez.
La amenaza viene desde el sur. Los invasores pasaron por el estrecho de Magallanes y entran al Pacífico. Cientos de pesqueros chinos que vienen a realizar faenas de captura frente a nuestras costas.
Pueden hacerlo siempre y cuando no operen dentro de nuestra zona económica exclusiva. Pueden solo navegar por esas aguas, pero no pescar, precisa el jefe del Departamento de Pesca y Acuicultura de la Dirección de Intereses Marítimos y de Medio Ambiente de la Armada, capitán de fragata Rodrigo Lepe.
Mediante embarcaciones, medios aéreos y tecnología, la Armada controla el trabajo de esas naves, 353 en total, que se dedican a la pesca selectiva del calamar gigante y no a la pesca de arrastre. Si esas embarcaciones pierden la brújula y se saltan las normas, la ley faculta a la Armada a "realizar el apresamiento de esos buques".
El director de Seguridad y Operaciones Marítimas, contraalmirante LT Eric Solar, da cuenta que las flotas chinas que llegan cada año "son monitoreadas a través de un sistema de posicionamiento automático satelital".
Esta tarea naval de control del tránsito de flotas internacionales y de su trabajo es fundamental, pues operaciones irregulares en la zona económica exclusiva afectan no solo a la soberanía nacional, sino también a recursos marinos ya bastante depredados por la pesca indiscriminada, donde la irregularidad no es solo bajo banderas extranjeras, sino que también con el pabellón nacional.
En el caso de la gran flota china la alerta en el mar es responsabilidad de la Armada, pero también es responsabilidad de la Cancillería, que debe hacer presente al gigante asiático cualquier conducta irregular de sus naves. Es cierto que los chinos son nuestros principales socios comerciales y que su presencia en nuestro país es creciente y va desde tecnología y automóviles hasta lo más recóndito de nuestra ropa interior, pero esa relación, más allá de inversiones y comercio exterior, exige respeto.
Este caso puntual del despliegue pesquero chino, alerta también sobre el tema general de nuestra presencia oceánica. Y en esa dirección es necesaria y oportuna la presentación de Chile ante Naciones Unidas solicitando el reconocimiento de la soberanía nacional sobre la plataforma continental extendida en torno a Isla de Pascua, Rapa Nui, y la isla Salas y Gómez, totalizando una extensión de 550.011 kilómetros cuadrados. El próximo año se hará una reclamación similar de soberanía sobre la plataforma continental extendida en territorio antártico.
Así, la vigilancia de las incursiones pesqueras extranjeras, sus alcances y la consolidación de territorios marítimos son responsabilidades que exigen una atención permanente, donde la Armada de Chile está en la primera línea.