Dudas y temores a días del plebiscito
Las jornadas de violencia en la conmemoración del estallido social ponen una nota de incertidumbre al borde de la consulta constitucional. Las movilizaciones pacíficas que convocaron a gran número de personas fueron, previsiblemente, protagonizadas por grupos "minoritarios" que tomaron el liderazgo de la destrucción. Todo ello con una policía arrinconada entre sus propios errores y temores y el creciente grito farisaico con fácil condena.
Definitivamente, los "minoritarios", al amparo de los "pacíficos" fueron los ganadores en la jornada de celebración (¿?) o conmemoración del llamado estallido social de octubre de 2019. Dos iglesias prolijamente quemadas, Bomberos bloqueados, saqueos, asaltos a servicios de salud y unidades policiales, barricadas, quema de buses, además de una víctima fatal… En fin, violencia para evocar otra jornada de destrucción que dejó daños por más de US$ 3.300 millones a la economía y servicios de transportes, a lo que se suman otros 4.579 millones de pesos en reparaciones de edificios, aceras, calzadas y mobiliario urbano. A eso se agregó el daño humano, el temor, la desconfianza, la polarización y, concretamente, la pérdida de puestos de trabajo, lo que afectó directamente la subsistencia de miles de personas de todas las condiciones sociales.
Eso es lo que se recordaba la pasada jornada con llamados a movilizaciones pacíficas que convocaron a gran número de personas, entre las cuales grupos "minoritarios" tomaron el liderazgo de la destrucción. Previsible, pero con una policía arrinconada entre sus propios errores y temores y el creciente grito farisaico con fácil condena.
Los medios de comunicación, en especial la televisión, mostraron la destrucción, la impresionante caída en llamas del campanario de la parroquia capitalina de La Asunción, víctima de la barbarie junto al templo institucional de Carabineros. Las barricadas también mutilaron las calles de Valparaíso y se reiteró el daño en la castigada Plaza Aníbal Pinto.
¿Y el cuidado sanitario? Una fantasía enmascarada por las consignas.
Todo esto a una semana del plebiscito constitucional, para el cual las autoridades y el Servicio Electoral han hecho una minuciosa preparación que llega hasta el detalle del lápiz que deben usar los votantes para hacer las decisivas rayas en la cédula única.
¿Cuál será el efecto de la reciente y latente violencia sobre los ciudadanos convocados a pronunciarse por el apruebo o el rechazo?
Podría ser que este clima simplemente aleje a las personas de los recintos de votación privilegiando la seguridad. También es posible, por el contrario, que este ambiente refuerce el espíritu ciudadano y haga aumentar los porcentajes de participación. Y en esos escenarios de dudas y temores, ¿qué preferencia será la ganadora entre las alternativas planteadas?
Los días y las horas corren implacables y el Gobierno, los partidos políticos, los grupos sociales y, lógicamente, las fuerzas policiales y militares, deben dar plenas garantías de orden público como elemento básico para asegurar y estimular la participación ciudadana en un proceso que debe ser auténticamente representativo, con una masividad que signifique un contundente repudio a la violencia más allá del Apruebo o el Rechazo.