Parece ridícula la obligación legal de invitar. Se supone que las invitaciones tienen un sentido de compartir, de buenas maneras, acogiendo un consejo de convivencia social del viejo Manual de Carreño.

Pero para asegurar esta actitud de convivencia, bastante olvidada, el artículo 31 de la Ley 18.700 de Votaciones Populares y Escrutinios dispone que "las autoridades que realicen inauguraciones de obras u otros eventos o ceremonias de carácter público, deberán cursar invitaciones por escrito a todos los candidatos del respectivo territorio electoral".

En estos tiempos de votaciones es aplicable la norma y, en concreto, deberá cumplirse en los próximos días ante elección primaria en que Chile Vamos, el domingo 29 de noviembre, elegirá su candidato a alcalde de Valparaíso.

Así, el actual jefe comunal, Jorge Sharp, deberá invitar a sus posibles futuros contrincantes a compartir tribunas y escenarios en actos públicos tan propios de las campañas electorales en que la autoridad titular sube las revoluciones de su trabajo con inauguraciones, primeras piedras, recorridos y promesas surtidas.

Para los adversarios -nunca enemigos, fea palabra- esta presencia es fundamental, pues no solo se comparten escenarios y tribunas, sino que también micrófonos y cámaras y la oportunidad de hacer declaraciones y poner oído atento al a veces engañoso aplausómetro.

Como la ley es muy precisa, los candidatos deben ser invitados por escrito. No se estipula la calidad del papel o tarjeta de la misiva. Tampoco se habla de la anticipación, cuestión importante, pues una manera de eludir la norma es invitar a última hora, lo que sería mala educación de acuerdo a lo que consigna el mencionado Carreño.

Y no hay que olvidar que esta disposición puntual en relación la votación primaria de Chile Vamos también se deberá cumplir cuando vengan las campañas de las seis próximas elecciones que tendremos de aquí a 2022 en que se votará hasta por Presidente de la República y se definirá la aceptación del proyecto constitucional que se comenzará a formular en mayo del próximo año.

En fin, mucha votación y mucha invitación, a todos por igual, a los de aquí y a los de allá. Democracia R.S.V.P.

María de los Ángeles de la Paz, de Evópoli, postulante a la candidatura alcaldicia, futura invitada, espera "el mejor ambiente" en las actividades públicas. Leonardo Contreras (RN) confía mediante ese mecanismo "tomar las inquietudes de la comunidad". Carlos Bannen (UDI), concejal en ejercicio, es escéptico y no cree que el jefe comunal quiera invitados en sus recorridos.

Bueno, habrá que esperar el cumplimiento de la ley y el ánimo democrático de compartir que demuestre el actual titular de la "alcaldía ciudadana".

Con la licitación de las obras del Parque Barón se comienza a saldar una deuda histórica con Valparaíso, que era abrir su borde costero como un gran espacio público metropolitano. El último intento fue realizado por el Presidente Lagos con la habilitación del antiguo muelle y la construcción del Paseo Wheelwright y desde entonces decenas de ideas y proyectos quedaron en el papel.

Parque Barón aportará 11 hectáreas de áreas verdes, plazas, paseos, juegos para niños y la recuperación de la antigua bodega Simón Bolívar, además del mejoramiento del acceso por la avenida Argentina con la demolición de la vía elevada. Como todo proyecto urbano, este no tiene derechos de autor. Ha sido el fruto de cientos de ideas y esfuerzos colectivos como la campaña "Mar para Valparaíso", una consulta ciudadana del municipio o un concurso de ideas que aportó conceptos que fueron incorporadas al diseño final. Pero nada de ello hubiera servido sin el liderazgo político del Presidente Piñera, quien priorizó Barón en su cartera de proyectos emblemáticos

Esta decisión permitió salvar numerosas trabas que estuvieron a punto de hundir el proyecto, como la negativa de la Empresa Portuaria de Valparaíso de entregar el terreno, restricciones presupuestarias, largas evaluaciones sociales o un excesivo celo del Consejo de Monumentos. Además de la prioridad presidencial, fue clave el trabajo del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, de su exministro Cristián Monckeberg, la seremi Evelyn Mancilla y el director del Serviu, Tomás Ochoa, y sus equipos que pusieron fuerza y corazón para sacar adelante esta iniciativa.

Pero el verdadero dueño de Barón es el pueblo de Valparaíso, que por años ha visto su ciudad decaer por la oposición de grupos pequeños más preocupados de sus egos o intereses, que del beneficio colectivo. También quisieron detener Barón con teorías conspirativas o acusaciones infundadas que se contarán como anécdotas cuando recorramos la obra terminada en poco más de un año.

Parque Barón será la inversión pública más importante de los últimos 15 años y debe ser visto como la punta de lanza de una recuperación integral del barrio del Almendral y todo el plan de Valparaíso, sumándose a otras iniciativas como la remodelación de la Casa Central de la Universidad Católica de Valparaíso. Será un parque costero que mejorará la calidad de vida de 300 mil porteños y abrirá un nuevo horizonte de esperanza para una ciudad que necesita de buenas noticias y de grandes obras con esta ambición y visión de largo plazo.