Mujeres al poder de la mano de Kamala
La irrupción de la nueva vicepresidenta de EE.UU. es una señal más que contundente de que los tiempos políticos siguen asfixiando el largo e inconducente monopolio masculino de los cargos. Ciertamente, ser mujer no garantiza nada. Pero hoy, cuando vemos propaganda política con rostros femeninos, no es descabellado pensar que tal vez ellas sí tengan las herramientas para sacarnos del marasmo.
La primera mujer negra en ser elegida fiscal general de California y también la primera de ascendencia sudasiática en el Senador de los Estados Unidos, Kamala Harris, rompió ayer un nuevo récord al convertirse en la primera mujer vicepresidenta del que quizás sea el país más poderoso del mundo.
Elegida compañera de fórmula demócrata del flamante presidente estadounidense Joseph Biden Jr. recién en el mes de agosto (¿cómo olvidar esa estupenda portada del New York Post, "Yes, we Kam"?), Harris basó su participación electoral en rebatir públicamente cada una de las decisiones del Presidente Donald Trump, desde su desastroso manejo de la pandemia, pasando por el racismo, sus políticas migratorias y la caída de la economía. Llamativamente, y a diferencia de Hillary Clinton en 2016, no apeló a cuestiones de género para apuntalar su candidatura.
¿Por qué es tan trascendente su presencia en el gobierno de los Estados Unidos? Mal que mal, el actual vicepresidente Mike Pence, el mismo Biden en tiempos de Obama o Dick Cheney en los días de George W. Bush, por nombrar a los últimos tres, se vieron opacados por los mandatarios y la propia elección de Biden pareciera haber sido más un referéndum sobre Trump que un genuino interés ciudadano de que sea él quien rija los destinos del país. Asimismo, su edad (el próximo 20 de noviembre cumplirá 78 años) pareciera alejar la posibilidad de un segundo mandato y acercar la tradición norteamericana que suele reconocer con menor afecto histórico a los one-term presidents, por lo que -de acuerdo con los expertos- Harris está destinada a ser la candidata de continuidad demócrata en el año 2024, cuando tenga 60 años, sin descartarse que asuma un rol protagónico incluso antes en caso de invalidez o fallecimiento de su nuevo jefe.
Hija de una científica india tamil y un profesor de economía jamaicano, graduada de abogado en la Howard University de Washington, desarrolló una acelerada carrera como fiscal, que no estuvo exenta de críticas, que aseguran que pese a definirse como "progresista", se opuso a toda clase de reformas al sistema penal de California. Su relación con Joe Biden no es nueva ni casual. De hecho, tenía cercanía con Joseph "Beau" Biden III (hijo fallecido del nuevo mandatario, que ejercía como fiscal general en Delaware) y se retiró antes de las primarias demócratas para apoyarlo.
Así, el camino abierto en Chile por Michelle Bachelet y refrendado en el mundo entero por distintas líderes que, en términos categóricos, manejaron mucho mejor la crisis sanitaria y sus efectos, ha sido reconocido también en directorios de empresas, la academia y hasta en los más machistas confines del fútbol profesional chileno. Quizás eso mismo nos recuerde que hemos vuelto a postergar su relevancia en el mundo político regional, provincial y comunal.
Ciertamente, ser mujer no garantiza nada. Pero hoy, cuando podemos ver numerosa propaganda política con rostros femeninos de reconocida honradez, profesionalismo e ímpetu en las ciudades de nuestra Región, no es descabellado pensar que tal vez ellas tengan las herramientas necesarias para sacarnos del marasmo.