El agua como commodity de lujo
La cotización de los futuros del agua en Wall Street es para muchos el inicio de aquel conflicto relegado al cine de ciencia ficción. ¿Tiene algo de sorpresa, entonces, el NQH2O? Quizás no. Hace tiempo, mucho tiempo, que el agua es un negocio. Bien lo saben en la provincia de Petorca y su paisaje sacado de un desesperanzadorremakede Mad Max.
Increíblemente, la noticia ha pasado desapercibida en Chile, pero desde esta semana comenzó a cotizar en bolsa, específicamente en el mercado de futuros de Wall Street, el producto estrella lanzado por el Chicago Mercantil Exchange (CME), y que quizás sea el más simple y, a la vez, más sofisticado de todos: el agua.
Empujado por el cambio climático y la cada vez más masiva atracción por inversiones sostenibles, el mercado de instrumentos derivados más grande del mundo lanzó su índice del Agua de Nasdaq Veles California, con una clave de pizarra que seguramente pasará a la historia: NQH2O, que en su primer día de operaciones subió 1,06%, cerrando en US$486.53 por acre-pie (0,4 hectáreas) de tierra cubierta, que vendría a ser unos 1.233 metros cúbicos del vital elemento.
De esta forma, y en teoría, se intentaría inyectarle transparencia al cada vez más turbio negocio del agua -relegado al mercado spot en la mayoría de los países occidentales- atendiendo a futuros que limitarían la exposición al riesgo y la incertidumbre propia de los tiempos de sequía para la agroindustria. Ello se calcula a partir de los precios de arrendamientos de derechos de agua y las transacciones de su compra y venta en cuatro cuencas del estado de California.
¿Es decir que esto permitirá que se pueda especular con el superávit o la falta de agua? En rigor, sí. Su escasez, algo relegado hace algunas décadas a las películas de ciencia ficción, la había convertido hace rato en un commodity transable como el oro, el petróleo o el trigo.
Con todo, técnicamente invertir en agua no es una gran novedad. De hecho, muchos fondos de inversión han obtenido grandes réditos invirtiendo en compañías de agua, como ha ocurrido precisamente en Chile con las sanitarias Esval, Essbio, Aguas del Valle y Aguas Nuevo Sur Maule por parte del fondo canadiense Ontario Teacher's Pension Plan (OTPP). Otra discusión es la conveniencia de su privatización, entendiéndolo como un sector estratégico, tema que nunca terminó de cuajar del todo a mediados de los noventa.
El fenómeno es, al menos, digno de ser seguido con sumo interés. La relevancia del agua (o más bien de la ausencia de ésta) en ciertas zonas producto de ese extraño cóctel de cambio climático, políticas ineficaces, desperdicio de la misma, o incluso acaparamiento, lo conocemos muy bien en la Región de Valparaíso, el territorio más amenazado por la sequía de todo el país, y que incluso ya generó un candidato escindido de los partidos para la Gobernación Regional, como es el vocero del Movimiento de Defensa por el acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente (Modatima), Rodrigo Mundaca, que obtuvo un caudal de votos solo superado a nivel nacional por Claudio Orrego en la Región Metropolitana, con su defensa del agua.
¿Tiene algo de sorpresa, entonces, el NQH2O? Seguramente, no. Hace tiempo, mucho tiempo, que el agua es un negocio. Bien lo saben en la Provincia de Petorca y su paisaje sacado de un desesperanzador remake de Mad Max.