Pese a lo complejo que resultó el año que termina para la realización de actividades, producto de la pandemia, el Centro Cultural de Placilla ha seguido con su cronograma adaptándose a la modalidad online y acaba de adjudicarse un proyecto financiado por el Instituto Nacional de la Juventud (INJUV), que lleva por título "Nada se pierde, todo se transforma: Placilla de Peñuelas te invita a la acción", por un monto de $1.500.000 y el cual está dirigido a jóvenes de la localidad, 20 mujeres y 20 hombres, entre 18 y 29 años.

Pamela Fuentes, directora del Museo Histórico de Placilla, donde se ejecutará el proyecto, explicó que a través de esta iniciativa, la cual se desarrollaría en febrero próximo, "lo que buscamos es fomentar la educación ambiental respecto a la conservación de nuestro medioambiente, a través del conocimiento y acciones de voluntariado que promueven la participación activa de jóvenes".

Las talleristas serán la ingeniera ambiental Ángela Núñez y la profesora de Historia María Isabel Olguín. Una de las actividades consiste en crear una instancia participativa para que los jóvenes puedan expresar sus creencias y conocimientos sobre temas ambientales y locales que son relevantes para la vinculación con la ciudadanía. En esta instancia se pretende entregar conocimientos teóricos y prácticos para que puedan clasificar y separar los residuos, partiendo desde sus propias casas, para identificar qué es basura y qué se puede reutilizar, de manera de crear productos con materiales reutilizables, y también vincular a los jóvenes con instituciones de trabajo comunitario voluntario, para crear una red de apoyo y colaboración permanente.

Otro de los talleres enseñará como reutilizar una prenda de vestir, antes de comprar una nueva. "Instalaremos máquinas de coser y la idea es que los participantes puedan hacer un trabajo manual y tomarle valor a las prendas que pensaban que podían ser desechadas. Todo esto con el fin de crear una conciencia ambiental. El objetivo es hacer un link con la actualidad y resaltar lo importante que es preservar nuestro hábitat", detalló.

La directora del Museo Histórico de Placilla agregó que "las actividades teóricas y prácticas se realizarán en el museo, obviamente atendiendo a la situación sanitaria y con el correspondiente distanciamiento social. La convocatoria se hará a través de las redes sociales, con un link para inscribirse llenando un formulario, para después recibir la certificación y que después estos talleres tengan continuidad".

MUSEO

Pamela Fuentes destacó que "el Centro Cultural Placilla está a cargo del Museo Histórico, que tiene un carácter diferente. Un museo comunitario, pero que está realizando hace ya bastante tiempo un trabajo profesional. En este sentido, como centro cultural funcionamos con socios, voluntarias y voluntarios de distintas profesiones y conocimientos. Desde ese punto de vista nos tomamos la tarea de presentar observaciones al estudio ambiental del nuevo proyecto que viene sobre las torres de alta tensión".

"Entre cuatro miembros de la organización -indicó-, presentamos 24 observaciones bien contundentes, porque afectan al patrimonio natural, cultural, arqueológico y paleontológico en los sectores por donde pasa el trazado. También se presentaron tres recursos de protección, todo lo cual va en la línea de trabajo que desarrolla el museo, sobre el patrimonio natural. Es decir, nuestro museo no solo se dedica a exhibir objetos y, en la medida que pueda, se dedica a informar y hacer participar a la comunidad". c&p

se adjudica fondo del INJUV

"Me parieron en Valparaíso, pero me crié del todo en Placilla de Peñuelas. Tengo veintiséis años y estoy cursando el último año de Pedagogía en Castellano en alguna universidad de Valparaíso". Así se presenta Vladimir Boroa, quien acaba de lanzar su libro "Escatología, poemas para un holocausto nuclear", con la Editorial Filacteria.

El autor escribe desde hace bastante tiempo, prácticamente desde su infancia. "Tuve una agenda a los siete años, la cual llené de rimas infantiles, cuentos absurdos y pensamientos torpes. Algunas personas se reían de eso, por lo que la mantuve oculta hasta que cumplí los 10 años. Ahí la quemé y dejé de escribir, pero comencé a leer literatura. A los 14 años escribía básicamente por una necesidad adolescente de expresar la rabia. Ahora escribo poemas relacionados con temas que siempre me han interesado, como la muerte, las religiones, la mitología clásica, con técnicas literarias más bien clásicas", recuerda el escritor.

Publicación

"Escatología, poemas para un holocausto nuclear" fue presentado ayer por Rodrigo Peralta (escritor, editor, actor y profesor) y por Micaela Paredes (poeta santiaguina). El libro aborda la realidad contemporánea en el contexto de un mundo armado con dispositivos nucleares. "Tenemos a disposición esas armas de destrucción masiva y pareciera ser que vivimos nuestras vidas como si no estuviesen ahí esperando a que el botón sea presionado por un psicópata con poder. Sin embargo, lo que quiero recalcar en el poemario no es una obtusa forma de gritar en contra de las potencias nucleares, sino que dar testimonio respecto al fin de las épocas. Si algo puede destruirnos somos nosotros, son los elementos de la materia que componen esta caótica existencia", sostiene Boroa.

Sobre el tiempo que le llevó estre trabajo, el escritor placillano dice que fue "mucho, yo diría que unos cinco años, aunque en el libro hay incluidos poemas que escribí a los 16 y que pasaron la prueba de calidad. Fue a los 20 en que supe dirigir la idea del libro. Muchos otros poemas fueron eliminados, otros simplemente fueron retirados del proyecto y guardados. Fue un proceso largo, pero no podía ser de otra manera. Tenía el hilo conductor en la cabeza, solo faltaba comenzar a conectar ideas".

Editorial

Vladimir Boroa cuenta que el contacto con la editorial fue más sencillo de lo que pensaba y que luego de fracasar en varios concursos literarios cuyos premios eran una anhelada publicación gratis, pensó que debía comenzar a buscar contactos en lugar de confiar en el criterio de un jurado. "Siempre admiré el trabajo de Ediciones Filacteria. Un día les envié un correo con una maqueta del libro al editor Rodrigo Peralta. Me respondió amablemente diciendo que el texto estaba bueno, pero que debía primero hacerme famoso; no me recomendaba para nada gastar dinero para que solo me contemplen los cercanos. Debía expandirme, expandir mi escritura, por lo tanto, comencé a asistir a múltiples eventos en el mundillo literario, a tertulias de antros de mala muerte y de bares burgueses, hasta hacerme un nombre en aquellos círculos", cuenta el escritor. "Luego, aburrido de las concentraciones de poetas, volví a enviarle el libro, esta vez modificado y reducido. Rodrigo me dijo que sí, de inmediato. Comenzamos desde entonces a trabajar en este proyecto, junto a otros escritores cuyos trabajos son bastante interesantes", finaliza el autor. c&p