La discusión por la bandera
La canotista viñamarina María José Mailliard es hoy una de las mejores deportistas del mundo. ¿Quién llevará el estandarte en Tokio 2021? La cuestión que plantea Mailliard es sencilla: la alta competencia no estaría para reconocer trayectoria, sino para enaltecer a quienes estén en su mejor rendimiento deportivo en ese minuto.
El lunes de esta semana se llevó a cabo un interesante coloquio digital (webinar, como le llaman ahora) sobre educación y alto rendimiento deportivo, el cual contó con la participación de las destacadas atletas regionales María José Mailliard y Fernanda Aguirre, además del diputado y exatleta Sebastián Keitel, el rector de la UVM, Carlos Isaac, y el expresidente del COCh y actual presidente de la Odepa, Neven Ilic.
Junto con destacar el aporte que realiza la citada universidad y el apoyo que presta a sus deportistas (ambas estudian la carrera de Entrenador Deportivo en sus aulas), las dos están clasificadas para los Juegos Olímpicos de Tokio, que fueron postergados para mediados de 2021 producto de la pandemia.
María José Mailliard, acaso una de las tres mejores canotistas del mundo por estos días, viene de ganar en el mes de septiembre una medalla de oro en el Mundial de la especialidad en Hungría, en la categoría C1 5.000, y otras dos preseas: un bronce en el C2 500 m -junto a Karen Roco, también clasificada para Tokio 2020- y otro bronce en el C1 200 m.
Fernanda Aguirre, por su parte, es una eximia taekwondista, ganadora de medallas de bronce en los Panamericanos de 2019 y en los Panamericanos de la especialidad en 2018 y una de plata en la Universiada de Nápoles.
Mailliard, quien estaba en Colombia donde entrena por estos días, hizo un llamativo planteamiento: empezar desde hoy mismo a dirimir quién será el o la abanderada en la capital japonesa y que esto se mida por marcas y rendimientos específicos, algo que no ha sido la tónica habitual. Asimismo, se levantó la discusión por el Premio Nacional de Deportes, que este año recayó en la skeetera Francisca Crovetto.
Desde los días del atleta Luis Subercaseaux, quien portó el estandarte chileno en los primeros JJ.OO. modernos de Atenas 1896, pasando por el también atleta Rodolfo Hammersley (Estocolmo 1912), Arturo Medina (Amberes 1920), Gustavo Luco (París 1924), Manuel Plaza (Amsterdam 1928), Jimmy Rasmussen (1936), Roberto Müller (Londres 1938), Juan José Gallo (Helsinki 1952), Marlene Ahrens (Melbourne 1956 y Roma 1960), Aquiles Gloffka (Tokio 1964), Rolf Hoppe (México 1968), René Varas (Munich 1972), Juan Inostroza (Montreal 1976), Carlo Rossi (Los Angeles 1984), Gert Weil (Seúl 1988 y Barcelona 1992), Sebastián Keitel (Atlanta 1996), Nicolás Massú (Sydney 2000), Kristel Köbrich (Atenas 2004), Fernando González (Beijing 2008), Denisse van Lamoen (Londres 2012) y Erika Olivera (Río de Janeiro 2016), llevar la bandera (salvo en el caso de Marcelo Ríos en Sydney, cuando renunció esa misma mañana) siempre ha sido un orgullo. Pero la cuestión que plantea Mailliard es sencilla: la alta competencia no estaría para reconocer trayectoria, sino para enaltecer a quienes estén en su mejor rendimiento deportivo en ese minuto: de hecho, solo Plaza, Ahrens y González llegaron con la bandera y ganaron medalla.
Dicho eso, y premiando su atrevimiento, ¿no será precisamente esta vez el turno de la viñamarina María José Mailliard?