El delicado proceso de la operación vacunas
Si bien el arribo de dosis en forma masiva reduce la incertidumbre, el fin de la pandemia aún está lejos. Las restricciones sanitarias deben seguir. "Ahora parte la fase más delicada del proceso. Ya advierten los alcaldes las dificultades logísticas que representa la distribución de las vacunas y la movilización de cientos de miles de personas a los vacunatorios".
Serán 195.600 las dosis que recibirá la región de Valparaíso de la vacuna elaborada por la empresa farmacéutica de origen chino Sinovac Biotech, en el primer cargamento realmente masivo que llega al país para dar una solución a la pandemia del coronavirus. Esto es posible porque el compuesto no requiere de una logística compleja para su traslado y puede ser almacenado a temperaturas de entre 2 y 8 grados. Cada beneficiario - priorizados el personal de salud con mayor riesgo de contagio y aquellos ciudadanos de más vulnerabilidad por su edad- deberá recibir dos dosis del fármaco y luego esperar unos días a que el efecto garantice el nivel adecuado de inmunidad ante el covid-19. ¿Es la luz al final del túnel, como dijo ayer el Presidente Sebastián Piñera? Quizás, pero nadie se atreve con certeza a decir cuán largo es ese túnel que aún debemos atravesar y todos los llamados de sociedades médicas y especialistas en pandemias advierten que aún queda un periodo relativamente largo en el que todos deberemos guardar las distancias y cumplir con las restricciones sanitarias ya conocidas. De acuerdo a los datos del Ministerio de Salud, la primera etapa del proceso de vacunación aplicada con vacunas de Pfizer-BioNTech, alcanzó a 1.463 personas, de las cuales 587 ya recibieron su segunda dosis. Ese es aún un universo pequeño para los cerca de 2 millones de personas que habitan la Región de Valparaíso, una realidad que mejorará sólo en parte con la aplicación de Sinovac. La mayoría de los ciudadanos no recibirá vacuna alguna durante el primer semestre y existen buenas razones para pensar que la disponibilidad de estos fármacos será cada día más escasa, no solo porque existen límites físicos al trabajo de precisión que realizan las empresas a cargo de su elaboración, sino porque ya comienza a percibirse las presiones de los países más ricos por acaparar la mayor cantidad posible. La distribución de las vacunas es un ejercicio de gobernanza de alcance mundial y nosotros, es importante recordarlo, somos un país pequeño, sólo algo menos pobre que nuestro entorno. Por eso es elogiable la habilidad desplegada por el Gobierno para suscribir acuerdos y compromisos de compra con varias firmas distintas, capaces de garantizar variedad -y así llegar a un mayor rango etario en la población- y suministro. Sin embargo, ahora parte la fase más delicada del proceso. Ya advierten los alcaldes las dificultades logísticas que representa la distribución de las vacunas y la movilización de cientos de miles de personas a los vacunatorios, en un periodo acotado. Las descoordinaciones ocurridas en la entrega de las cajas de alimentos no pueden repetirse, así como debe haber un catastro detallado y transparente sobre qué personas reciben dosis y qué tipo de efectos tienen sobre la población de riesgo. No puede ocurrir que, como ya se aprecia a nivel internacional, la inmunización contra el covid dependa del nivel de riqueza o de influencia.