Otra alerta que llega desde las carreteras
El asesinato de un guardia de seguridad que protegía un peaje en Nogales exige, una vez más, la modernización del sistema de cobro. Se debe también insistir en la necesidad de mayor presencia policial en las rutas, donde los delitos son frecuentes, pues no solo los peajes son un blanco tentador, sino que también los camiones y sus cargas.
Las casetas de peaje se han convertido en blanco fácil y atractivo para los delincuentes. Se ubican en lugares generalmente despoblados y en su interior se encuentran cantidades importantes de dinero proveniente de las recaudaciones en efectivo.
La operación de cobro la realizan cajeras y, casi simbólicamente, hay un guardia de seguridad de alguna empresa privada. Son pocos y no tienen armamento disuasivo ni defensivo, como ocurre, por ejemplo, en los bancos.
Esta situación deja en la indefensión a las cajeras y a los mismos guardias y facilitan la acción delictual reiteradamente presente en los más variados frentes de nuestra geografía rural y urbana.
El domingo pasado, cerca de la medianoche aprovechando las ventajas ya señaladas, fue asaltada una plaza de cobro de peaje situada en uno de los accesos del túnel El Melón, comuna de Nogales, Ruta 5 Norte. Cuatro individuos armados intimidaron a las cajeras, robaron más de 1 millón 200 mil pesos y en su huida, para evitar ser perseguidos, hicieron disparos, uno de los cuales dio muerte al guardia de seguridad Javier Gajardo, de 41 años. Los delincuentes huyeron por una quebrada del lugar. Un asalto similar, sin víctimas fatales, se había producido el sábado pasado, también de noche, en el peaje del Camino Troncal de San Pedro, comuna de Quillota.
Luciano Gajardo, hermano de la víctima, también guardia de seguridad, denuncia que "ni siquiera tenemos un palo para defendernos… Él (Javier) entregó todo por la empresa de seguridad y miren lo que pasó".
Este dramático caso deja a la vista varios peligros. El primero está en el uso de dinero en el pago de peajes, lo que genera recaudaciones que son tentadoras para los delincuentes. No se ha avanzado lo suficiente en la tecnificación del sistema, responsabilidad de las rentables concesionarias de las autopistas y también de la autoridad, que no exige una modernización integral.
Pero en la situación actual, con circulación de efectivo, la protección del personal y recaudación no es suficiente en cuanto a instalaciones y elementos defensivos. Hay costos asociados, pero frente a los costos debe primar la seguridad de quienes en terreno dan sustento al negocio.
Se debe también insistir en la necesidad de mayor presencia policial en las rutas, donde los delitos son frecuentes, pues no solo los peajes son un blanco tentador, sino que también los camiones y sus cargas, materia en la cual los transportistas tienen lamentables y frecuentes experiencias.
Esta nueva alerta que llega desde la carretera, con víctimas fatales, exige una atención integral a este terreno delictual en que se están convirtiendo nuestras carreteras, de norte a sur, materia que a medidas preventivas dinámicas se debe sumar una actualización legal acorde con el problema.