Voluntad de hacer cumplir las leyes
Infanticidios se suman a la ola de violencia que no logra ser contenida ante leyes que pareciera se quedan solo en el papel Más allá del trabajo de policías y tribunales y de una esperada condena para el autor del ataque perpetrado en El Tabo, hay que insistir en la gravedad de esta pandemia de violencia.
A la repudiable ola de femicidios que azota al país se agrega ahora otra, quizás peor, los infanticidios, pues las víctimas son seres totalmente indefensos. Como sea, es la violencia que destruye seres humanos.
El último de los casos tuvo un desenlace fatal el martes pasado, cuando falleció en el Hospital Van Buren de Valparaíso un lactante de un año y dos meses, víctima de un ataque con armas de fuego perpetrado el viernes anterior en una vivienda en la comuna costera de El Tabo.
El autor del ataque utilizó una escopeta, disparando cartuchos con perdigones. Resultaron heridos cuatro adultos junto al lactante, que recibió atención inicial en esa localidad y luego, debido a la gravedad de las lesiones, fue trasladado a Valparaíso, donde, pese a los esfuerzos de los médicos, falleció.
Se informa que el autor está identificado luego de pericias policiales y órdenes del Ministerio Público.
Pero más allá del trabajo de policías y tribunales y de una esperada condena para el autor del ataque y sus eventuales cómplices y de la determinación de las causas de esta agresión, hay que insistir en la gravedad de esta pandemia de violencia.
Las víctimas infantiles en Santiago, en Lebu y ahora en la Región de Valparaíso, reiteran las alertas ante conductas que nada respetan, ni la vida, ni la propiedad ni los valores históricos.
Los móviles son múltiples. Robos, droga, venganzas, consignas ideológicas, simples disputas… Los motivos no faltan y los instrumentos, las armas e incluso los vehículos, están a la mano.
La "batalla", sin víctimas fatales, de dos conductores que se enfrentaron usando como armas sus vehículos, asombroso espectáculo que mostro la televisión la noche del martes pasado, confirma que la violencia pareciera no tener límites.
Tras los hechos de mayor gravedad aparecen las recriminaciones y el anuncio de reformas legales. Claro. Las leyes deben ser perfeccionadas de acuerdo a las circunstancias, pero las leyes, fruto de extensos debates, no son mágicas y de poco o nada sirven si tras ellas no hay voluntad de cumplirlas y hacerlas cumplir.
Analizando el problema de la violencia y las víctimas infantiles, el columnista Carlos Peña escribe que "no es que no se logre impedirlo, sino que pareciera que nadie está dispuesto a hacer algo para lograrlo. No es que no existan resultados, sino que no se observa o se observa poco, un esfuerzo real para alcanzarlos, como si lo que ocurre fuera inevitable y hubiera villanos por necesidad y los encargados fueran idiotas por obligación celestial".
¿Inevitable la violencia? Una respuesta afirmativa, una actitud de entrega, significaría una condena a la sociedad entera que no se puede aceptar. Insistimos, no faltan leyes, quizás algunas sobran o están mal hechas, lo que falta es voluntad para hacerlas cumplir teniendo como meta el bien común.