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DEBATES & IDEAS

Se buscan profesores

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En 1949, Gabriela Mistral decía: "Una especie de fatalidad pesa sobre maestros y profesores. Es cosa corriente que entren a su Escuela siendo mozos alegres y que salgan de ella bastante bien aviados para el oficio y ardidos de ilusiones. La ambición legítima se la van a paralizar los ascensos lentos (…) y la fatiga peculiar del ejercicio pedagógico le irá menguando la frescura de la mente y la llama del fervor… El sueldo magro … todo esto y mucho más irá royendo sus facultades". Han pasado 72 años y sus palabras no parecen tan extrañas.

Hace un tiempo, un estudio de Elige Educar advertía que, para 2025, Chile tendrá un déficit de 26 mil docentes idóneos. El problema es grave: el futuro de toda sociedad depende de la calidad de la educación que reciban las nuevas generaciones. Y para lograr una educación de calidad, se necesitan buenos profesores, ojalá los mejores y en cantidad suficiente. Nuestro sistema educativo ya adolece de problemas, y este estudio nos advierte que esto podría ser peor.

Hoy, el panorama es aún más desolador: a nivel nacional, los seleccionados en carreras de Pedagogía disminuyeron un 27%. Pese a los esfuerzos que en el último tiempo se han realizado por mejorar el prestigio y reconocimiento de la profesión, cada vez hay menos interesados en ser profesores.

Se trata de un problema que se arrastra por años, pero la pandemia lo dejó en evidencia. El 2020 fue difícil para los profesores. El impacto de las cuarentenas y la migración del trabajo presencial al virtual fueron visiblemente problemáticos. A ojos de la sociedad, la profesión docente puede ser vulnerable, frágil, a veces poco respaldada y dependiente de la buena voluntad y vocación, a cambio de escasos incentivos materiales o simbólicos. Las disputas entre el Colegio de Profesores y el Mineduc en medios de comunicación poco aportaron para mejorar esa percepción.

La política pública ha apuntado a captar más y mejores vocaciones pedagógicas en los últimos años, aumentando, por ejemplo, los requisitos de ingreso a las pedagogías. Pero los incentivos no han crecido de la misma manera. El problema es grave, pero entre tantos asuntos que ocupan al debate público, no ha recibido la debida atención. Hace falta una inversión prioritaria que apueste a futuro. Aunque no estemos frente al mejor escenario económico, esto no puede seguir esperando.

La docencia sigue siendo una carrera mal pagada, comparada con otras cuya relevancia social se considera similar. A diferencia de otras profesiones que mejoran significativamente sus sueldos al quinto año de ejercicio, los de los docentes tardan mucho en aumentar. Y hay otros desafíos: cuidar de la salud mental del profesorado, de su ambiente laboral; proveerlo de herramientas de trabajo básicas (muchos buscaron sus propios medios para realizar clases online); reconocer formalmente sus horas extra o resguardar la jornada laboral, que supera con creces las 40 horas declaradas de trabajo semanal. Urge crear una política de cuidados del trabajo docente para captar vocaciones pedagógicas.

Aunque el 2020 reflejó la fragilidad de esta profesión, también confirmó su importancia. Los profesores no solo son imprescindibles para la formación intelectual, sino también emocional, política y moral de las nuevas generaciones. Gabriela Mistral decía que del ánimo alegre del maestro depende que los niños no solo se instruyan, sino que alcancen el gozo de la educación. Ojalá esa aspiración no se quede solo en un sueño. Es hora de hacer un cambio radical en favor de la educación y del futuro de nuestro país.

por maría gabriela huidobro salazar, Decana Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello