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Fortalezas y debilidades del trabajo a la distancia un año después de la crisis sanitaria

Implementado de un día para otro tras la declaración de Estado de Catástrofe, en marzo de 2020, ha permitido que empresas y servicios sigan operando y que sus trabajadores estén protegidos. La cara B es la sobreexigencia de trabajo, sobre todo para las mujeres.
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En abril del año pasado, cuando la pandemia cumplía un mes en Chile, el 95,2% de las más de 200 empresas asociadas a la Cámara Regional del Comercio de Valparaíso (CRCP) había implementado el trabajo a distancia para enfrentar la crisis sanitaria, medida que cubría al 44% de su personal. Un año más tarde, el 86% continúa en esa modalidad, lo que para el presidente de la organización, José Pakomio, es demostrativo de que esa opción "seguirá siendo la tónica de este 2021 y, probablemente, haya llegado para quedarse".

También la mayoría de los 130 afiliados a la Asociación de Empresas de Valparaíso (Asiva) optó por esta solución, aunque en los casos de compañías con plantas industriales se hizo en forma combinada por la necesidad de contar con personal presencial, reservando el trabajo a distancia para áreas como administración y ventas, señala el presidente de la entidad, Ricardo Guerra, quien ejemplifica con Baker Tilly Chile Auditores Consultores, de la que es socio principal, donde el 90% de los 120 profesionales realizan sus tareas en sus casas desde marzo de 2020.

La tendencia es claramente nacional, como lo reafirma María Jesús García-Huidobro, gerente de Marketing de Laborum.com, cuya plataforma revela nítidamente el aumento del teletrabajo: en noviembre tenía 1.300 ofertas para empleos en esta modalidad y actualmente son 2.200.

Además, la ejecutiva recuerda que antes de la crisis sanitaria, menos del 1% de las personas asalariadas trabajaban desde su casa. Y que según el estudio "Teletrabajo en la Empresa Regional, Pequeña y Mediana" (2020), de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), durante la pandemia el 95,3% de las empresas en Chile implementó el teletrabajo, el 51,4% combinado con presencialidad y el 48,6% con trabajo a la distancia total.

"No hay duda que la pandemia ha modificado muchos hábitos en nuestra sociedad y ha acelerado algunas transformaciones que avanzaban de manera lenta, pero que eran completamente necesarias, como la digitalización de las empresas y emprendimientos, la implementación del teletrabajo e, incluso, la forma en que nos reunimos y hacemos negocios", complementa José Pakomio, quien agrega que ante el impacto de la crisis, que afectó la capacidad de las empresas para desarrollar sus actividades de forma normal, el trabajo a distancia les permitió seguir operando y, al mismo tiempo, asegurar las condiciones sanitarias y de salud de sus colaboradores, evitando que el mercado laboral se resintiera aún más.

Implementación de un día para otro

Luego de que el Presidente Sebastián Piñera declarara Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe por Calamidad Pública en todo el país, el 18 de marzo del año pasado, esta modalidad laboral, como tantas otras medidas en todos los ámbitos de la vida nacional, se tuvo que adoptar literalmente de un día para otro.

Donde se pudo, los trabajadores se fueron a sus casas, conectados contrarreloj con sus empresas o servicios, obligados por las circunstancias, en esos días en que no era raro ver camiones y camionetas institucionales repartiendo sillas y computadores en edificios y casas particulares.

"Mi impresión personal es que, por tratarse de una medida casi obligada en medio de la incertidumbre por la expansión de la pandemia, en el primer momento uno no se cuestiona la situación, pero con los días va dimensionando el impacto de sentirse encerrado

aún no se ha probado masivamente el teletrabajo en tiempos de normalidad, vale decir, sin factores impuestos por la pandemia, como los niños sin clases y otros deberes de cuidados.

Rosa Zamora Cabrera

rosa.zamora@mercurio valpo.cl