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"Siempre nos decía mi profesora de historia que nosotros íbamos a ser como los conejillos de indias del proceso de admisión, porque iban a cambiar la prueba. Igual no creo que haya sido un cambio tan feo. De hecho, hasta algunos les favoreció como a otros les perjudicó, como siempre en todas las cosas en la vida. Pero claro, en este ambiente igual me pude preparar bien, gracias a Dios tuve una beca en el preuniversitario para lenguaje y matemáticas, también estudié por mi cuenta, con mis compañeros, fue una experiencia buena", cuenta Diego Apablaza, quien entró a Ingeniería Civil Industrial en la USM.

Sobre sus expectativas para la carrera, espera poder hacer trabajos o investigaciones enfocados en ayudar a la sociedad, algo que le hubiese gustado hacer durante su tiempo en el colegio. Además, espera que en este nuevo espacio no exista una competitividad agresiva, sino una mentalidad de cooperación mutua entre estudiantes para poder aprender en conjunto.

Lucas Irribarra comenta que, al dar la prueba, "la verdad no me sentí muy presionado, creo que estaba preparado para rendir bien, y en el establecimiento que me correspondió existían muy buenas medidas sanitarias. En cuanto a la universidad, espero que sea una etapa de mi vida donde aprenda una gran cantidad de cosas para poder aplicarlas y ser un profesional ejemplar en el futuro".

Esta confianza al rendir la prueba es replicada por Antonella Sánchez, quien ingresó a la carrera de Ingeniería Comercial en la USM. Según cuenta, la PTU se rindió en completa normalidad y se adoptaron todas las medidas sanitarias.

"Espero poder cumplir la carrera en el tiempo indicado, llevarme bien con mis compañeros y que podamos volver a la universidad presencialmente, y todo lo que conlleva el primero año y las actividades de la carrera", anticipa.

Sofía Mena, en cambio, manifiesta que su experiencia con la prueba fue una "etapa de nervios", al rendir una evaluación diferente a la extinta Prueba de Selección Universitaria, y sin el reforzamiento que hubiera tenido en un contexto de normalidad.

"Sobre la universidad, tengo alta expectativas porque estudiaré algo que me llena completamente, luchar por los derechos y la igualdad de las personas. Quiero hacer un cambio ya sea grande o pequeño, y para eso necesitaba los estudios que me llevarían a poder realizarlos", declara Sofía, quien se matriculó en Trabajo Social en la Universidad de Valparaíso.

Por su parte, Evelyn Salas destaca que un punto memorable del examen fue para ella poder ver reunida, después de tantos meses de aislamiento, a una cantidad numerosa de personas de su edad. Sobre la prueba en sí, considera que fue una experiencia gratificante al quitarse un peso de encima después de tanto tiempo.

"Mis expectativas en torno a la universidad no son muy altas, por el tema de que seguimos en la misma situación con la pandemia, no está mejorando, y ahora que entraron algunos a clases presenciales hay más casos todavía. Entonces, el tema es que yo, la verdad, no tengo ninguna esperanza de que este año pueda ir presencialmente a la universidad", lamenta.

Vacaciones cortas y "a medias"

Tras rendir la PTU Evelyn, quien ingresó a la carrera de Bioquímica en la PUCV, relata que su tiempo de vacaciones de verano no fue el que hubiera esperado, considerando que en su familia hay personas con mayor peligro ante el virus.

"Lo único que pude hacer al enfrentarme a esta situación de vacaciones en pandemia, y básicamente no poder hacer nada, fue quedarme en mi casa. Venía mi pololo de vez en cuando, o yo iba para allá, pero muy poco. Habré salido unas cuatro veces en estas semanas que han transcurrido desde entonces".

Esa preocupación también la comparte Sebastián Neumann, quien viendo los peligros que conlleva salir en este contexto, en especial en una comuna como Viña del Mar, donde los contagios han ido en aumento, prefirió restringir sus salidas.

"Me hubiera gustado más que nada disfrutar de unas vacaciones más largas, se me hicieron muy cortas. Unas vacaciones donde no te preocuparas de todo lo que conlleva la pandemia, ya que uno puede llegar a la casa contagiado, a y uno que es joven tal vez no le pase nada, pero puedes contagiar a tus seres queridos que son población de riesgo", acentúa.

Diego Apablaza también prefirió no salir frecuentemente, optando por reunirse con sus amigos solo un par de veces, dado que su padre también forma parte de la población de riesgo.

"Tampoco es algo que me perjudique tanto, o que yo haya sentido lata. De todas maneras, todos los días conversamos, entonces creo que al final no se sintió tanto esa ausencia social. Igual hay jóvenes a los que les cuesta más socializar, se encierran más, les gusta que los dejen solos, pero en mi caso no es así. Yo he sido siempre una persona a la que le gusta disfrutar de la compañía y tratar de nunca estar solo", reflexiona.

Alineándose con sus pares, tanto Lucas Irribarra como Antonella Sánchez evitaron salir con sus amistades frecuentemente, pese a sus anhelos de poder ir a la playa o a acampar, respectivamente.

Sofía Mena decidió dedicar su tiempo libre a la creación de un proyecto personal de ayuda a personas en situación de calle, llamado CrecemosContigo, iniciativa que contó con la colaboración tanto de empresas como personas, logró entregar 100 almuerzos al día.

"Luego pasamos a fase de cuarentena y tuvimos que dejarlo, fue algo frustrante el no poder hacer nada, hasta que llegó una nueva idea, y prontamente empezaremos a entregar cajas de alimentos a familias vulnerables de Viña del Mar", revela.

LECCIONES para toda la vida

Al reflexionar sobre los aprendizajes que ha adquirido durante este duro período, Lucas Irribarra menciona que el más importante ha sido que, independientemente de las dificultades, "si uno se esfuerza por conseguir lo que quiere y salir adelante, lo va a cumplir". Asimismo, para Sebastián Neumann la lección más relevante fue la de valorar a sus seres queridos, sintiéndose afortunado de no perder a ninguno a causa del virus.

Sofía Mena llegó a la conclusión de que, "cuando somos una comunidad, todo lo que le afecta a una persona nos afecta también a todos y todas. Una persona a la cual se le vulneran sus derechos o que se encuentra excluida de la sociedad está en un peligro latente, y es nuestro deber el empatizar y querer ayudar. Es algo que influirá positivamente en la otra persona, pero también en nosotros mismos, que al hacerlo somos un poquito más humanos y crecemos".

Antonella Sánchez, por su parte, manifiesta que su aprendizaje fundamental fue la importancia de saber adaptarse a los cambios, dado que "uno nunca sabe lo que puede pasar mañana", manteniendo un espíritu positivo ante la crisis o la adversidad.

"Yo era una persona a la que le gustaba mucho el colegio y no haber podido tener todas actividades que este posee -que son hartas para cuarto medio- sí me afectó, me puse un poco triste, pero siempre me mantuve con una actitud positiva, intentando animar a mis compañeros", explica.

Evelyn Salas menciona que ha aprendido a tener paciencia y ser flexible frente a la realidad: "Al final de todo este proceso pude llegar a conocerme un poco más en situaciones extremas, desde el momento menos letal de la pandemia, hasta el peak, que fue cuando tenía todas las pruebas, se acercaba la PTU, y yo estaba full estresada. Aun así, la única que podía contenerme y calmarme en estas situaciones era yo misma, pero tenía que aprender cómo hacerlo".

Finalmente, a Diego Apablaza estas experiencias le han enseñado a "valorar todo lo que tenemos, porque no sabemos cuándo podamos estar mal, cuando podamos tener necesidades o aflicciones, y aprovechar el tiempo que tenemos ahora para poder decir un 'te amo' o un 'qué necesitas', porque a lo mejor puede llegar un día en que ya no vamos a tener más a una persona querida. Como señala el dicho: uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde". 2

Admisión 2021 a las universidades: más puntajes nacionales y baja en brechas

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A partir de la pandemia del covid-19, numerosos estudios han dado a conocer que las dinámicas de educación remota, adoptadas en pos del distanciamiento físico, han fomentado al aumento de la brecha educacional entre estudiantes.

Por ejemplo, el Ministerio de Educación y el Banco Central predijeron el pasado agosto que, de continuar los estudios bajo un sistema online durante este año, los estudiantes perderían un 88% promedio de sus aprendizajes.

No obstante, esa proyección no se concretó en los resultados de la generación de cuartos medios del año pasado: tras realizarse la Prueba de Transición Universitaria, la cual introdujo una serie de cambios en relación a la anterior PSU, se registraron 230 puntajes nacionales, superando con creces a los resultados del año anterior.

"Los resultados que damos a conocer nos reafirman lo necesario que era introducir esos cambios. La disminución de estas brechas está de acuerdo con lo que se proyectó cuando se analizó la implementación de estos nuevos instrumentos. El hecho de que constatemos que las brechas se están reduciendo es una buena noticia", expresó en febrero el subsecretario de Educación Superior, Juan Eduardo Vargas.

A pesar de lo anterior, sin embargo, las cifras de admisión a la educación superior este año arrojan que la cantidad de postulantes a las universidades fue de 141.417, menor a los 146.465 del 2020, reforzando una tendencia a la baja que emergió en 2019.

Las carreras relacionadas con la salud concentraron las preferencias de quienes postularon a las universidades este año. Según los datos de la Subsecretaría de Educación Superior, de los diez programas que tuvieron el mayor número de postulaciones, cinco fueron disciplinas de esa área, encabezadas por Medicina, que tuvo más de 59 mil postulaciones; luego Enfermería (54 mil); Obstetricia, Puericultura y Neonatología (29 mil); Kinesiología (26 mil); y Tecnología Médica (22 mil). 2