Cartas
Ilabaca, Sharp y Valparaíso
Apoyo y comparto totalmente lo señalado en vuestro Diario por Gonzalo Ilabaca respecto a Sharp y a la situación en general que sufre Valparaíso, que, por lo demás, es notoria para cualquier persona que recorra la ciudad. Me consta, por la relación que tengo con él, que Gonzalo es una persona equilibrada, ecuánime, abierta mentalmente, tiene empatía y sabe mantener diálogos respecto a los diversos temas que nos interesan, entre los cuales el de nuestro querido Valparaíso es fundamental.
Para sacar a Valparaíso adelante es necesario apuntar al beneficio de la ciudad, saber trabajar en equipo, tener capacidad de diálogo y priorizar el bien común de sus habitantes. El alcalde Sharp es exactamente lo opuesto.
Cuando Sharp, para justificar su mala gestión, se compara con anteriores alcaldes que también lo han hecho deficientemente, solo muestra su alto nivel de mediocridad. Por lo demás, pocos alcaldes anteriores han resultado tan dañinos en su gestión como lo ha sido él.
Esperemos que la "máquina electoral" que Sharp ha tratado de armar para la próxima elección, por el bien de nuestro querido Valparaíso, le fracase y no resulte reelegido. Reconozco que en algún momento antes de conocerlo, al igual que Gonzalo, yo también apoyé a Sharp. Pienso que pocas veces en mi vida me he equivocado tanto.
Esperemos que el ciudadano de Valparaíso esta vez "no pise el palito" que nuevamente trata de ponernos Sharp.
Nathan Novik
Estrategia de Estado
Este año se cumplen 29 años desde que se estableciera el Día internacional del Agua (22 de marzo), una materia en la que tenemos grandes deudas como país. El 65% del territorio nacional está siendo afectado por la sequía, con un fuerte impacto en la zona central.
El cambio climático y las acciones humanas han afectado directamente nuestro ecosistema. Tanto así que en el caso de la Región de Valparaíso existe más de un 30% de mortandad de animales, de los cuales el 70% corresponde a cabras y ovejas, con un dramático impacto en las provincias de Petorca y Aconcagua.
Con pandemia o sin ella, es urgente que exista en la Región de Valparaíso una política pública de gestión de recursos hídricos, con un resguardo de las fuentes hídricas naturales, como esteros y ríos. El recurso hídrico es un derecho esencial para la vida y en Chile el agua es considerada un bien común nacional y de uso público.
Hoy, más que nunca, debemos actuar bajo el enfoque de 'Una Salud'. Como médicos veterinarios de una de las zonas más afectadas por esta crisis, llamamos a generar una mesa de trabajo con un diálogo real, porque es impresentable que las políticas públicas cambien según el gobierno de turno, sin generar una estrategia de Estado a largo plazo que establezca que un plan global debe considerar comunicación, colaboración y la coordinación interdisciplinaria en el cuidado de la salud de las personas, los animales y el medioambiente.
José Rojas, presidente Consejo Regional Aconcagua Colegio Médico Veterinario (Colmevet)
Desafío constitucional
La expresión más evidente del cambio climático en nuestro país está en la falta de agua que sufren amplias zonas de nuestro territorio y que muchos denominan megasequía, en un intento de darle un carácter pasajero a un proceso que ya es irreversible y que transformará al centro de nuestro país en una zona con mucho menos precipitación y mucho más calor en los años venideros, como científicamente se predijo hace años.
Hoy, la carencia de agua en algunas cuencas desata importantes conflictos respecto de su uso, debiéndose elegir entre distintos usuarios. El conflicto más importante: agua para las comunidades de las cuencas o agua para regar plantaciones de, por ejemplo, paltos, que invaden los cerros. Solo basta darse una vuelta por el valle de Petorca y conversar con sus habitantes para saber lo que es vivir sin agua. Un escenario difícil de imaginar para todos aquellos que toman decisiones y que cómodamente abren la llave de agua de su hogar para acceder al líquido.
Así como los que deciden sobre educación deberían enviar a sus hijos e hijas a colegios públicos, así también quienes deciden sobre agua deberían vivir un mes en una zona donde la realidad es contar con 50 litros por persona al día.
Los conflictos actuales tienen su fuente en que gran parte de los derechos de agua repartidos lo han sido considerando realidades pluviométricas de épocas pasadas, que no representan en absoluto la realidad actual. Otro gran problema es la definición de caudales ecológicos que, evidentemente, a la luz de tantos cursos secos de ríos, no significa nada.
A la vista están, entonces, los desafíos que la nueva Constitución enfrenta con el tema del agua, donde de una u otra forma debe redefinir derechos; un problema no menor, pero absolutamente necesario de resolver.
Óscar Mercado Director del Programa de Sustentabilidad UTEM
Soluciones tecnológicas
La megasequía, los conflictos hídricos o el aumento de delitos en temas de captura de agua son reflejo de la disminución física de un recurso, en contraposición al incremento en su demanda en términos de actividades humanas de consumo directo. En el escenario actual, las proyecciones climáticas exacerban aún más las condiciones, poniendo en riesgo incluso los servicios de abastecimiento urbano. ¿Qué podemos hacer al respecto?
Poner los acentos en lo negativo nos desviará de centrarnos en la búsqueda de soluciones estructurales, sustentadas en ciencia y tecnología, que permitan hacer un uso eficiente del recurso hídrico. Existen brechas que debemos cubrir para reducir vulnerabilidades que requieren de transferencia y de desarrollos tecnológicos. Por ejemplo, a nivel de la industria inmobiliaria, la incorporación de tecnologías de energía solar y eólica que permiten la independencia eléctrica y térmica de los hogares, hoy se complementan con tecnologías que favorecen la reutilización de aguas grises para el riego o incluso para pequeños cultivos autónomos. En Europa y Asia se han concretado desarrollos urbanos -villas y ciudades- donde cada unidad habitacional tiende a la independencia energética e hídrica.
Ha llegado la hora de invertir en soluciones tecnológicas que consideren el reuso y la búsqueda de nuevas fuentes, así como cambiar los sistemas productivos de la forma cómo lo estamos haciendo hoy. Es hora de una revolución tecnológica que transite hacia una nueva etapa donde la transformación digital de los procesos sea la base de nuevos tipos de trabajo de mayor valor agregado, apoyado en las nuevas generaciones de una sociedad altamente educada.
Dr. Lorenzo Reyes-Bozo Director Grupo de Investigación en Energía y Procesos Sustentables de la Universidad Autónoma de Chile